Ordenación de nuevo sacerdote en Arica

Ordenación de nuevo sacerdote en Arica

 
Martes 19 de Abril de 2005
El viernes 15 de abril fue ordenado presbítero en la Catedral San Marcos de Arica, Jorge Ruíz González, de la Comunidad Misionera del Buen Pastor, que ejercen su servicio en los pueblos andinos de Chile, Perú y Bolivia. Al darle su bendición Monseñor Héctor Vargas Bastidas, sdb, Obispo de Arica, entre otras cosas, dijo:

"Don de Gracia"

“Deseo invitarte en primer lugar a tener presente siempre, cada día, que el origen de tu sacerdocio es de naturaleza divina. Es el propio Dios que en un momento determinado de tu vida y a través de diversos acontecimientos y personas relacionados particularmente con la misión salesiana, te manifestó su voluntad de elegirte y llamarte para el ministerio sacerdotal. Por lo tanto, la historia de tu vocación sacerdotal, como la de toda vocación cristiana, no es otra cosa que un indescriptible y misterioso diálogo entre Dios y tu persona, entre el amor de Dios que te ha llamado y la libertad con que tu le has venido respondiendo a Dios en el amor.

La vocación sacerdotal, es un don de la gracia divina y no un derecho tuyo, de forma que la vida sacerdotal - como afirma el Santo Padre - nunca puede llegar a considerarse como una promoción simplemente humana, ni su misión como ministros como un simple proyecto personal. De esta manera queda excluida radicalmente toda tentación de vanagloria y presunción por parte de los llamados, los cuales han de sentir profundamente una gratitud llena de una conmovedora admiración, una confianza y esperanza firmes, porque saben que no están apoyados en sus propias fuerzas, sino en la fidelidad incondicional de Dios que llamó.

Recordando a San Gregorio Nacianzeno, podemos afirmar con él que es preciso “Antes purificarse, después purificar; antes dejarse instruir por la sabiduría, después instruir; convertirse primero en luz y después iluminar; primero acercarse a Dios y después conducir los otros a él; primero ser santos y después santificar.

La santidad de tu vida y ministerio sacerdotal,, a imitación de San Francisco Javier, Patrono de tu Sociedad Misionera, deberá ser siempre una santidad vivida desde y con aquellos que por su condición de vida, situación geográfica precariedad espiritual, son los que más necesitan del anuncio gozoso del Evangelio. La fecundidad de la misión pastoral de un sacerdote misionero, ¿no reside acaso en la meditación asidua del misterio de Cristo, en la contemplación apasionada de su rostro, en la imitación generosa de la vida del Buen Pastor que da la vida por todos, sin excluir a nadie, sobre todo si sufren a causa despechado o de la miseria?

El Concilio Vaticano II afirma que los sacerdotes, a imagen de Cristo, deben realizar con santidad y valentía, con humildad y fortaleza, el propio ministerio, el cuál será así para ellos “Un excelente medio de santificación” A su vez ningún presbítero, apreciado Jorge, puede ignorar , en definitiva, que la meta de la santidad siempre es Cristo crucificado, en su entrega total al Padre y a los hermanos en el Espíritu Santo. Por eso su configuración a Cristo y la participación en sus sufrimientos, es el camino real de la santidad de un sacerdote en medio de su pueblo.

El sacerdocio es una vocación de servicio: una de las grandes perspectivas generales del Concilio fue, el ver y concebir el ministerio sacerdotal desde el denominador común del servicio, de suerte que el menor asomo de personalismo o dominio absolutista significaría una degradación del ejercicio sacerdotal. En efecto, si Jesucristo estuvo entre los hombres como quién sirve, su representación ministerial-sacramental sólo podrá hacerse a modo de servicio. Esta noción del ministerio como servicio, es un espejo para el presbítero. Porque sólo una profunda relación con la persona de Jesucristo nos hace libres para un servicio alegre y sereno a la comunidad, servicio que no consiste en una búsqueda de sí mismo, ni en el deseo de una autorrealización, ni en el anhelo del desarrollo de los propios talentos o rendimiento según los criterios de este mundo, sino que el presbítero cuando actúa, por sobre todas las cosas lo hace para y en nombre de Cristo, es decir, profundamente motivado por el amor incondicional a Dios y la salvación de su pueblo santo.

Querido Hermano, a través de esta eucaristía, la Iglesia de San Marcos de Arica celebra hoy la acción de gracias a Dios por tu vocación ministerial en la Sociedad Misionera del Buen Pastor, en favor de la evangelización de los pueblos andinos. Invocamos sobre tu sacerdocio la protección de la Santísima Virgen, que bajo en título de Nuestra Señora de los Remedios sea quien te configure cada día más a Cristo, y cooperar así con su oficio maternal en la misión apostólica confiada”.

†Monseñor Héctor Vargas S., SDB
Obispo de San Marcos de Arica
Arica, 19-04-2005