Arzobispo de La Serena destaca vocación misionera de la familia

Octubre, mes misionero:

Arzobispo de La Serena destaca vocación misionera de la familia

Asimismo, en entrevista mensual hizo hincapié en las acentuaciones pastorales para el presente mes: la familia y los adultos mayores.

 
Martes 02 de Octubre de 2018
Ver Galería
El mes de octubre se ha consolidado en la Iglesia como un tiempo destinado a la reflexión sobre la misión. En efecto, el domingo 21 se celebra la Jornada Mundial de las Misiones. En el transcurso de estas semanas, el primer día del mes, se tiene presente en la oración, el afecto y en diversos programas pastorales al Adulto Mayor. Es preciso destacar que numerosas comunidades establecen, poco a poco, un mes dedicado especialmente a ellos. Tal iniciativa pretende, como es obvio deducir, fomentar una cultura de buen trato intergeneracional y tantos otros valores, como el agradecimiento, la admiración, el respeto, la tolerancia con los adultos mayores.

En la misma línea el domingo 7 en las comunidades se da comienzo a la Semana de la Familia, la que culmina el domingo 14. Feliz coincidencia, dado que los adultos mayores han conformado en gran parte las actuales familias, entregaron lo mejor de sí por ellas y anhelan transcurrir su vejez también en familia.

Tanto a los adultos mayores, como a las familias, les cabe una gran responsabilidad en la transmisión de la fe. En este sentido, cada familia debe reflexionar su vocación misionera. Y es sobre estos aspectos que dialogamos en la entrevista mensual con el Pastor de la Arquidiócesis.

¿Tienen conciencia las comunidades de su vocación misionera?

Tengo la impresión que hay un movimiento significativo en nuestras comunidades por asumir la vocación misionera de todo auténtico discípulo de Jesús. Es el Señor quien nos ha invitado a su seguimiento, a ser sus discípulos y ser parte de la comunidad que lo celebra, especialmente en los santos sacramentos. Responder generosamente a esta invitación es la causa de la alegría que brota espontáneamente del encuentro con el Señor. ¿Podría, en efecto, haber gozo más profundo que ser tocados por el llamado del Señor? Precisamente, de este encuentro surge el ímpetu a la misión.

A partir de la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en el Santuario de Aparecida, celebrada los días 13 al 31 de mayo del 2007, se ha producido en nuestras comunidades un renovado impulso misionero. Es preciso alimentarlo, no desfallecer en la iniciativa y en la convocatoria. Necesitamos dar a la misión prioridad y renovado vigor.

Felizmente, el espíritu de Aparecida está vivo. No habrá marcha atrás, dado que el auténtico discípulo de Cristo es también misionero. El impulso a la misión nace del encuentro con Cristo y por “desborde de gratitud y alegría” (DA n. 549).

¿Y las familias?

Anualmente celebramos la Semana de Oración por la Familia. Iniciamos el mes de octubre teniendo presente a nuestros adultos mayores, luego, la segunda semana, la dedicamos a orar por la familia, especialmente en la celebración de la santa Eucaristía. Necesitamos elevar al Señor frecuentes plegarias por las familias, dado que los desafíos que enfrenta hoy esta apreciada institución son de tal magnitud que sólo la fortaleza que proviene de lo alto la puede disponer bien ante los embates de la cultura actual. Por otra parte, debemos movilizar nuestras pastorales, a fin de que sean sólidas y puedan ofrecer a las jóvenes familias una ayuda eficaz.

La Semana de Oración por la Familia es también una oportunidad preciosa para reflexionar en la misión insustituible de cada familia, la educación en la fe y su transmisión a los hijos. En mis recorridos por los numerosos pueblos que conforman nuestra Arquidiócesis, he constatado también que los abuelitos y abuelitas tienen un rol importante y, cada vez más necesario, en los temas planteados. La familia está llamada a velar para que los hijos sean introducidos en el conocimiento de la fe, en la vida eclesial y participen en la celebración de los santos sacramentos, especialmente de la Eucaristía dominical. Es importante que los jóvenes matrimonios y las familias de reciente constitución miren con gratitud su pasado. ¡Fueron nuestros padres quienes nos legaron un ejemplo fiel de seguimiento del Señor en la Iglesia!

¿Cómo puede concretar la familia la vocación misionera?

Los padres están llamados a dialogar con sus hijos los temas de la fe. Procuren ellos celebrar la fe en las familias y en la comunidad cristiana. Este ejemplo permanecerá imborrable en el corazón de sus hijos. Años más tarde, permanecerá aún el ejemplo de los padres y abuelitos, su fidelidad al Señor, su amor a la Iglesia, su empeño en la vivencia y práctica de los valores evangélicos, su compromiso en los llamados de la sociedad. Todo ello, es de vital importancia en la transmisión de la fe. En estas actitudes radica el fundamento de la vocación misionera de la familia. Otras iniciativas o desarrollo de esta vocación vendrán con el tiempo, tendrán su espacio. Lo fundamental es la experiencia de fe transmitida en la propia familia, con alegría, generosidad, también sacrificio y abnegación, mas siempre con gran amor al Señor y con irrestricto compromiso a la comunidad. ¡Animemos a las familias a afrontar estos retos!

¿Cuál es su invitación a las familias de reciente constitución?

Los invito a emprender con esperanza el camino de su vocación. El Señor los ha llamado al matrimonio y a conformar sus propias familias. Respondan generosamente a este gran don. Sus hijos son su más preciado tesoro. Denles a ellos lo mejor que podrían ofrecerles, un testimonio claro de gran amor al Señor, un compromiso fiel con la Iglesia y una entrega generosa a ellos mismos. Sean fieles en participarles de los dones que ustedes han recibido, la fe, los santos Sacramentos, la vida en Cristo. Que los hijos, bajo el ejemplo e influjo de sus padres, sean agradecidos, solidarios y honestos. ¡Que Dios bendiga a todas las familias!

Fuente: Comunicaciones La Serena

La Serena, 02-10-2018