Por René Rebolledo Salinas, Arzobispo de La Serena

Este lunes 20 de mayo, la Arquidiócesis de La Serena celebró 80 años desde su creación por el Papa Pío XII.

La santa Eucaristía que celebramos, acción de gracias a Dios, fue la expresión óptima para manifestarle que Él ha estado grande con nosotros y estamos alegres (Sal 126 (125) 3).

En este día es preciso contemplar el pasado, sobre todo para agradecer a Dios, discernir juntos los retos del presente y proyectarnos con fe y esperanza al porvenir.

Sobre el pasado de la Arquidiócesis menciono como aspectos sobresalientes: la creación de las parroquias y comunidades, la formación del laicado y agentes pastorales comprometidos, la promoción de todas las vocaciones, la cercanía a los bailes religiosos y sus expresiones, la misión de nuestro Seminario Mayor “Santo Cura de Ars” en la formación de los futuros sacerdotes, la conformación de las áreas y comisiones pastorales, la pastoral social en tantas expresiones, entre otros.

El Señor guía y conduce a su Iglesia en La Serena. En Él está puesta nuestra confianza, seguridad y esperanza. No obstante, Él lo hace a través de nosotros, humildes y débiles mediaciones. Por ello, no han faltado los problemas y dificultades a lo largo de estos años. Nuestro propio pecado, en ocasiones, pone obstáculos a la obra del Señor.

Las asambleas eclesiales arquidiocesanas, la última la hemos celebrado el pasado 16 de marzo, siendo la XXIII, nos han ayudado enormemente a realizar la pastoral en comunión. Lo más importante es el conocimiento mutuo de los agentes de pastoral, la celebración en común, la oración y el espíritu en que se viven tales asambleas. Uno de los frutos son las Orientaciones Pastorales; las actuales se promulgaron en el 2015 y tienen vigencia hasta el 2022. Se trabaja a todo nivel en cuatro prioridades fundamentales: Familia, Migrantes, Medio Ambiente y Vocaciones.

Plenamente confiados en el Señor la Iglesia en la Arquidiócesis prosigue su marcha, camino al centenario. Nos disponemos con total apertura a discernir en conjunto los signos de los tiempos y afrontar los retos de la cultura actual. Los tiempos son del Señor y siempre estamos en sus manos. Él nos ha prometido: les daré un porvenir de esperanza (Jer 29, 11). En Cristo nuestra esperanza. Él da plenitud a nuestras vidas.

Al saludar a todos los miembros de la Iglesia en la Arquidiócesis en este feliz aniversario, les agradezco profundamente su espíritu de comunión, mutua corresponsabilidad y generosidad que demuestran día a día en el compromiso con tantas y variadas obras de la Iglesia. ¡En el nombre del Señor adelante!