Chillanejos encomendaron la paz de Chile a la Virgen

Con procesión y eucaristía

Chillanejos encomendaron la paz de Chile a la Virgen

La actividad se desarrolló la mañana de este domingo en la Plaza de Armas, en el frontis de la Catedral de Chillán.

 
Domingo 08 de Diciembre de 2019
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Cientos de chillanejos se reunieron este domingo en torno a la procesión y eucaristía en el cierre del Mes de María, siguiendo el llamado de obispos y administradores apostólicos para orar por Chile en estos tiempos de crisis social. La actividad comenzó en la Parroquia San Vicente desde donde salieron los peregrinos con destino a la Catedral de Chillán para participar de una eucaristía que se realizó en la Plaza de Armas.

La celebración fue presidida por el administrador apostólico de la diócesis de Chillán, padre Sergio Pérez de Arce, quien en su homilía dijo que “a María le confiamos hoy el devenir de nuestra patria y nuestros anhelos de paz en este tiempo difícil y complejo, pues sabemos que está entrañablemente unida a la historia y a la fe de nuestro pueblo. Para construir la paz, no partimos de cero. Los chilenos tenemos una historia dolorosa, hemos vivido muchas veces divisiones y violencias; pero también hemos vivido tiempos de más comunión, donde hemos podido construir algunos caminos de progreso y desarrollo. En estos mismos últimos 50 días se han expresado esperanzar y sufrimientos, que pueden ser un nuevo aprendizaje para saber cuáles caminos construyen paz y cuáles no lo hacen”.

“Un primer aspecto que sabemos en teoría, pero que nos ha costado mucho aprender, es que la paz es fruto de la justicia. Lo dicen los profetas de Israel, lo dice Jesús al declarar bienaventurados a los que tienen hambre y sed de justicia, lo ha enseñado constantemente la Iglesia. Lo dice el Papa Francisco, cuando afirma que “una paz que no surja como fruto del desarrollo integral de todos, tampoco tendrá futuro y siempre será semilla de nuevos conflictos y de variadas formas de violencia” (EG 219). Por eso las demandas de equidad, de pensiones dignas, de salud y educación de calidad y el rechazo a diferentes tipos de abuso han tenido tanta resonancia en la población”, señaló recordando el documento que los obispos chilenos publicaron el 2012 y que se tituló “Humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile” en donde se advertía sobre la desigualdad e injusticia.

El administrador apostólico también dijo que “otro aspecto que tenemos que volver a aprender, es que la violencia no nos lleva a la paz, sino que nos llena de temores, incertidumbre y se vuelve contra las mismas personas y las causas justas que queremos promover. Los niveles de destrucción y de agresividad de estos días han superado lo inimaginable. Se ha expresado algo irracional, sin límites y sin sentido, porque no es ningún aporte y solo puede ser considerado un retroceso. Es algo que viene expresándose hace años, con una creciente intolerancia y descalificación del otro. Pensar distinto no es expresión de pluralismo, sino motivo para destruir al otro y tratarlo como el peor enemigo. La crítica a las instituciones, válida por cierto ante las múltiples falencias que ellas han mostrado, a menudo toma la forma de una desacreditación absoluta, que no le hace bien al país y que pierde el sentido de realidad. Tenemos que aprender a tener un auténtico sentido crítico, pues es indispensable para el cambio social, pero hay que cuidar que no hiera irremediablemente nuestra convivencia y no legitime la violencia destructora y denigrante”, dijo.

“Un tercer aspecto que hemos aprendido en Chile con dolor y con horror, es que la paz supone el respeto de los derechos humanos. Hay chilenos a quienes todavía les molesta la defensa de los derechos humanos, lo sienten un discurso izquierdizante e ideologizado. Por supuesto que anhelamos orden, por supuesto que hay que rechazar la violencia contra la fuerza pública y reconocer el contexto complejo que hemos estado viviendo, pero el Estado, a través de sus diversos actores y agentes, tiene la obligación de respetar los derechos y la dignidad de las personas, incluso cuando delinquen, y actuar en el marco de la ley. No perdamos, hermanos, este aprendizaje para la paz. Todo abuso y atropello a la dignidad de las personas es intolerable; si se comete en nombre del Estado, es más intolerable aún”.

“Y un cuarto aspecto que hemos aprendido como necesario para la paz, es la importancia del diálogo y el acuerdo social y político. Como es obvio, tenemos diferencias grandes al mirar la realidad, al juzgar los problemas y buscar soluciones, al elegir prioridades. Hay muchas formas posibles de aproximarse a los asuntos comunes y tenemos que aceptar ese pluralismo. Pero, por lo mismo, tenemos que ponernos de acuerdo, aprender a promover nuestras ideas, pero también a ceder, siempre en el marco de las estructuras democráticas que el país tiene y que, por supuesto, puede también revisar. Y esto supone, hermanos, interés y participación en la cosa pública. No descuidemos la política y la organización social. No dejemos de participar en las elecciones. No dejemos a los políticos solos en su accionar, sino que seamos una ciudadanía activa, que fiscaliza y cuida su democracia. Esto también es esencial para la paz”, indicó.

Fuente: Comunicaciones Chillán
Chillán, 08-12-2019