Nuevos obispos auxiliares para Santiago

Nuevos obispos auxiliares para Santiago

"Sean pastores sencillos y anuncien a Jesucristo”, la petición la hizo el Arzobispo de Santiago, cardenal Celestino Aós Braco, en la misa en que ordenó como nuevos obispos auxiliares para la arquidiócesis, a los presbíteros Carlos Godoy Labraña y Cristian Castro Toovey, en el Santuario de la Inmaculada Concepción del Cerro San Cristóbal.

 
Viernes 13 de Agosto de 2021
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La solemne liturgia fue concelebrada por el Nuncio Apostólico, monseñor Jaime Ortega; el Arzobispo de Antofagasta, monseñor Ignacio Ducasse; los obispos auxiliares, pastores de otras diócesis y obispos eméritos.

Después de la Liturgia de la Palabra, tuvieron lugar los primeros ritos de ordenación episcopal, que comenzaron con la invocación del Espíritu Santo y la petición formal al arzobispo de otorgar la ordenación episcopal a los presbíteros Carlos Godoy y Cristián Castro.

Luego, el cardenal comenzó su homilía con una oración del Papa Francisco a la Virgen María, en su encíclica Evangelii gaudium, tras lo cual se dirigió a los presbíteros que iban a recibir la ordenación episcopal: “Y no me cabe duda de que ustedes, estimados Carlos y Cristian, la han invocado en estos días repitiendo ‘ayúdanos a decir nuestro sí’. Esto es la vida del cristiano, varón o mujer, casado o célibe, joven o anciano: decir nuestro sí a Dios”. Luego, recordó que en Pentecostés la Virgen estaba junto a los apóstoles, de los cuales los obispos son sus sucesores, por lo que los invito a ser “devotos de la Virgen, no se cansen de animar y proclamar su devoción entre el pueblo que les encomendarán. Y cuando la recen, acuérdense de rezar por mí: ayúdanos a decir nuestro «sí»”. A lo que agregó: “Como obispos digan sí al Evangelio, sean hombres de Evangelio: decir sí hoy día, y al Evangelio eterno, incambiable e intransable”.

Cuando no se confiesa a Jesucristo se confiesa la mundanidad
Después el pastor se refirió al momento de la ordenación episcopal en que los presbíteros reciben el Libro de los Evangelios para “proclamar la Palabra de Dios con deseo de instruir y con toda paciencia”, y pidió a los sacerdotes Carlos y Cristián que reciban este libro en sus manos, pero también en la mente y el corazón, porque “la Iglesia de Santiago necesita quien le proclame el Evangelio de Jesucristo”. Y los animó a proclamarlo con deseo de instruir, pero no para dar a conocer una serie de tecnicismos, “sino para que se conviertan, para que se dejen iluminar por Jesucristo, para que dejen transformar su vida. ¿De qué sirven palabras que no convierten?”.

Enseguida el cardenal Aós expresó: “Frente a tanta palabra de lamentación y queja, frente a tanta palabra de promesa falsa, la Palabra de nuestro Dios permanece para siempre, que nuestro Dios quiere revelar su gloria en Santiago y en Chile y que todos los hombres la vean juntos. Instruyan a los fieles con sus palabras y predicaciones; pero instrúyanlos con el ejemplo de su vida. Vivan sencillamente como Jesús. Y eso conlleva la mayor sencillez: no buscar ser el centro, sino disponerse a sintonizar y vivir el ministerio en el programa pastoral que ustedes ya conocen”.

En otra parte de su homilía instó a los nuevos obispos a ser pastores y recordar que deben confesar a Jesucristo, porque “cuando no se confiesa a Jesucristo se confiesa la mundanidad del demonio: ceder al espíritu del mundo, que lleva a obrar para la propia realización y no para la gloria de Dios”.

El obispo es un mártir de la resurrección
Más adelante, los exhortó a amar a su gente, “a los que ya son virtuosos y a los mediocres; y amad a los que caen y pecan. Amad sobre todo a los pecadores, a esos a quienes la sociedad condena y crucifica”. Y advirtió a los nuevos obispos: “La misión implica la cruz, el fracaso, el desgaste y la muerte. La renuncia y el sacrificio son connaturales a la misión episcopal. El obispo es aquel que sabe hacer actual todo lo que ocurrió a Jesús y sobre todo sabe, junto con la Iglesia, hacerse testigo de su resurrección. El obispo es ante todo un mártir del Resucitado. No un testigo aislado, sino junto con la Iglesia. Su vida y su ministerio deben hacer creíble la resurrección”.

En la parte final de su homilía, el Arzobispo de Santiago se dirigió a las familias de los nuevos obispos: “Quiero en este momento, queridas familias de Cristián y Carlos, agradecerles por estos hijos; y quiero pedirles que los sigan acompañando con su cariño y su oración. Los seguirán necesitando”.

Terminada la homilía continuaron los ritos de ordenación episcopal con un diálogo con el arzobispo, en el que los nuevos obispos expresaron su disposición de consagrarse hasta la muerte a este servicio pastoral; a anunciar el Evangelio; obedecer al Papa y a sus propios pastores; cuidar al Pueblo Santo de Dios y ser compasivos y misericordiosos con los pobres, inmigrantes y necesitados, entre otros compromisos. Enseguida, los presbíteros Carlos Godoy y Cristián Casto se postraron completamente en el piso, mientras la asamblea entonaba las Letanías de Todos los Santos.

A continuación, el cardenal Aós y los co consagrantes, el Nuncio Apostólico Jaime Ortega y el arzobispo de Antofagasta Ignacio Ducasse, impusieron sus manos sobre las cabezas de los dos llamados al episcopado, tras lo cual hicieron lo mismo los demás obispos participantes en esta liturgia, conforme la antigua tradición de la Iglesia para invocar sobre ellos al Espíritu Santo. Después, el arzobispo les ungió la cabeza con el Santo Crisma, signo del Sumo Sacerdocio, para luego entregarles el Libro de los Evangelios, con el mandato de anunciar la Palabra de Dios.

Después, con la ayuda de algunos familiares, el obispo entregó a Carlos Godoy y Crisitán Castro los otros signos episcopales: el anillo, signo que los vincula a la Iglesia como su esposa; la mitra, un gorro en punta que significa la santidad de vida que deben observar, y el báculo, bastón que simboliza la misión de cuidar del rebaño encomendado, como Jesucristo, el Buen Pastor. Con el saludo de la paz, los obispos presentes saludaron a los nuevos consagrados en nombre de la Iglesia. Momento en el que el cardenal presentó a la asamblea los obispos auxiliares de Santiago.

Una Iglesia más consecuente y evangélica
Terminada la misa, los nuevos pastores de la arquidiócesis recorrieron la asamblea a los pies de la Virgen impartiendo la bendición. Ya consagrados obispos, Carlos Godoy y Cristián Castro pasan a formar parte del Colegio Epsicopal de la Iglesia, sucesores de los apóstoles.

Por último, monseñor Godoy y monseñor Castro leyeron una oración inspirada en la forma de acción de gracias del Te Deum e hicieron diversas peticiones. Agradecieron a sus familias, al seminario, sus comunidades parroquiales, Iglesia de Santiago; también al Papa y al cardenal Aós. Pidieron que su servicio espiscopal esté en función de la santificación del Pueblo de Dios.

Además, pidieron perdón: “Queremos tener presente especialmente a todos los niños y niñas, jóvenes y adultos que han sufrido daño y abuso. Nos duele y nos avergüenzan los delitos y negligencias de algunos miembros de nuestra Iglesia. Sin embargo, creemos en la fuerza transformadora del Espíritu Santo, que hace nuevas todas las cosas. Creemos que es posible una Iglesia más consecuente y Evangélica. Entendemos que con el esfuerzo de todos y todas, sabremos levantarnos, aprender de nuestros errores, reparar y renovar nuestra decisión de ser parábola de comunión y reconciliación para que el mundo crea”.

Fuente: Comunicaciones Santiago
Santiago, 13-08-2021
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