María es la primera en ser mujer de esperanza

María es la primera en ser mujer de esperanza

Reflexión de Mons. Francisco Javier Stegmeier.

 
Domingo 15 de Agosto de 2021
Hermanos en Jesucristo:

Hoy, domingo 15 de agosto, celebramos la preciosa fiesta de la Asunción de la Virgen Santísima al cielo en cuerpo y alma. Es un misterio que nos habla de las grandes cosas obradas por Dios en María, tal como Ella lo había dicho: “Ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre” (Lc 1,49). Y también nos habla de Cristo, quien ha subido glorioso a la diestra de su Padre con su cuerpo resucitado, victorioso sobre el pecado y la muerte. Y la Asunción de María nos habla de la “esperanza que nunca defrauda” (Rm 5,5).

Toda la humanidad y cada uno de nosotros estamos llamado a participar de tan gloriosa y maravillosa meta. La Virgen, por pura gracia del Señor, se anticipó a lo que también acontecerá con nosotros, como participación de la Resurrección y la Ascensión de Cristo. Por eso, María ha sido constituida como un signo de esperanza.

La Virgen Santísima es para nosotros un ejemplo de lo que Dios quiere hacer con nosotros. Ella se llama a sí misma “la humilde esclava del Señor” (Lc 1,38.48). Vivió como tantos de nosotros una vida sencilla y anónima, desconocida de casi todo el mundo, a excepción de sus parientes y vecinos. Su grandeza no estaba en cosas exteriores, sino en el haber sido la elegida de Dios y ser la “llena de gracia” (Lc 1,28).

María es la primera en ser mujer de esperanza. Por eso de Ella se dice: “¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!” (Lc 1,45). La esperanza en Cristo nunca defrauda, porque todo lo que Él ha prometido ciertamente su cumplirá en aquellos que todo lo esperan sólo de Él.

La esperanza cristiana es un regalo que hay que pedir en la oración, pues no se trata de una esperanza puramente humana, ni menos se puede confundir con el optimismo. Es una gracia de Dios que tiene frutos que sobrepasan las capacidades naturales del hombre. Es la esperanza cristiana que lleva a la alegría aún en medio del dolor. Con esa esperanza podemos decir: “En cuanto a mí ¡Dios me libre gloriarme si nos es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo!” (Gál 6,14).

Es por ello que la esperanza en Cristo nunca defrauda, no importa en qué circunstancias se vivan. Ella se funda en el amor y en las promesas del Señor y su meta es la promesa definitiva, de la que la Virgen María es signo. De Ella se dice: “Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza” (Ap 12,1). Confiémonos a la misericordia del Corazón de Jesús y veremos que la esperanza puesta en Él nunca nos defraudará.

+ Francisco Javier Stegmeier
Obispo de Villarrica

Fuente: Comunicaciones Villarrica
Villarrica, 15-08-2021