Carta pastoral sobre el Domingo Universal de las Misiones y el amor a la Iglesia del Señor
Mensaje sobre el DUM y reflexión sobre el amor a la Iglesia del Señor a propósito de las críticas, desconfianza y desafecto expresado hacia la Iglesia Católica y su jerarquía
Fecha: Domingo 18 de Octubre de 2015
Pais: Chile
Ciudad: Puerto Montt
Autor: Mons. Cristián Caro Cordero
Estimados hermanos y hermanas en el Señor:
1. Les saludo con afecto, deseándoles paz y bien, en este mes que la Iglesia dedica a la familia. Quisiera recordarles que en toda la Iglesia se celebra este fin de semana la Jornada Misionera Mundial y la Colecta D.U.M. (Domingo Universal de las Misiones). Se trata de orar por los misioneros que han dejado sus patrias para ir a otros lugares a anunciar el Evangelio de Cristo y animar a todos los bautizados –laicos, consagrados y clérigos- para que asuman su compromiso misionero en sus ambientes. La Colecta de este Domingo se destina íntegramente para ayudar económicamente a las regiones de misión. Lo recaudado en todas las misas de este fin de semana debe enviarse al Arzobispado para remitirlo a las Obras Misionales Pontificias y finalmente al Vaticano. Les ruego ser generosos pensando en los misioneros que están en lugares difíciles y en los cristianos perseguidos. Se ha sugerido también a las parroquias y colegios organizar actividades recreativas y misioneras con familias.
2. En segundo lugar, deseo compartirles una reflexión sobre el amor a la Iglesia del Señor a propósito de las críticas, desconfianza y desafecto expresado – por no pocas personas, incluidos católicos, a través de los MCS- hacia la Iglesia Católica y su jerarquía, con frecuencia sin tener un conocimiento cabal de los hechos o de los procedimientos en la vida de la comunidad eclesial. Estas críticas han llegado hasta la falta de respeto al Papa Francisco, con motivo de algunas expresiones suyas, dichas al pasar, en la Audiencia General del 6 de mayo, defendiendo el nombramiento de Mons. Juan Barros, Obispo de Osorno, en que llamaba a la Iglesia a abrir su corazón a la voluntad de Dios.
Todos sabemos que el Papa es el Sucesor del Apóstol Pedro, Vicario de Cristo y Pastor de la Iglesia Universal, y que él tiene la potestad, después de numerosas consultas, de nombrar libremente a los Obispos o confirmar a los que han sido legítimamente elegidos. Así como sucede con otras instituciones, la Iglesia exige y busca que en materias que son propias de la competencia de la autoridad eclesiástica se le respete su plena libertad y no sea sometida o juzgada por los vaivenes de la contingencia.
También se debe recordar la enseñanza de la Iglesia en cuanto a los sacerdotes y diáconos, que “tienen especial obligación de mostrar respeto y obediencia al Sumo Pontífice y a su Ordinario propio”, es decir, a su Obispo.
Por su parte, también los fieles laicos están obligados a observar siempre la comunión con la Iglesia, incluso en su modo de obrar. Por lo mismo, es inaceptable que se obstruyan o interrumpan las celebraciones litúrgicas, que se agreda a los pastores de la Iglesia y se tenga actitudes contrarias a la unidad en la fe, en el culto y en la vida de las comunidades, como ha ocurrido con algunas manifestaciones en la Iglesia de Osorno.
Es justo reconocer que así como los fieles deben aceptar con prontitud y cristiana obediencia todo aquello que los pastores sagrados, en cuanto representantes de Cristo, declaren como maestros de la fe o establecen como rectores de la Iglesia (cf. L.G., 37), así también todos los fieles “tienen el derecho, a veces incluso el deber, en razón de su propia competencia y prestigio, de manifestar a los Pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia y de manifestarla a los demás fieles, salvando siempre la integridad de la fe y de las costumbres, la reverencia hacia los Pastores, y habida cuenta de la utilidad común y de la dignidad de las personas” (CIC, c. 212,#3)
Los pastores de la Iglesia debemos ser los primeros en reconocer las falencias o incoherencias de la Iglesia –constituida no solo por su Jerarquía sino por todos los bautizados- y pedimos perdón – una vez más – por nuestras deficiencias y faltas a la luz de las enseñanzas y ejemplo de Nuestro Señor Jesucristo. El “amó a la Iglesia y se entregó por Ella, para santificarla, purificándola…” (Ef 5,25), se comprometió en alianza eterna con Ella y le da continuamente su Espíritu para que se renueve, bajo la guía del Papa y de los Obispos, sucesores de los Apóstoles.
Invitamos a todos y especialmente a los creyentes a una actitud objetiva, serena y fundada en la verdad y la misericordia, como la Iglesia quisiera también practicarla con todos. Preguntémonos siempre, como San Alberto Hurtado: “¿Qué haría Cristo en mi lugar?”
Por eso, más allá de las opiniones personales que cada uno pueda tener, llamamos a los todos los católicos a “sentir con la Santa Madre Iglesia jerárquica”, al decir de San Ignacio de Loyola, y orar por Ella. Es bueno recordar –al culminar el Jubileo Teresiano – a Santa Teresa de Ávila que, en el ocaso de su vida, exclama “Al final, muero como hija de la Iglesia”.
Pedimos al Señor Jesucristo y a la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia, que aumenten en todos nosotros el amor y la mirada de la fe sobre la Iglesia y sus Pastores, sujetos –como todas las personas- a posibles equivocaciones, pero puestos por Dios para guiar a la Comunidad Cristiana y a toda la humanidad hacia la Patria del Cielo. A los Apóstoles –y a sus sucesores- Jesucristo les dijo: “Quien a ustedes escucha, a mí me escucha; quien los rechaza a ustedes, a mí me rechaza; y el que me rechaza a mí rechaza al que me envió” (Lc 10,16).
Al acercarse el inicio del Año de la Misericordia (8 diciembre 2015 – 20 noviembre 2016), pedimos al Señor para todos la gracia de la conversión personal y comunitaria, que implica ser misericordiosos con los demás, comprometiéndonos en la inmensa tarea evangelizadora de la Iglesia para que nuestro pueblo, en El tenga vida plena.
Con mi bendición llena de afecto,
+ Cristián Caro Cordero
Arzobispo de Puerto Montt
Puerto Montt, 16 de octubre, 2015
