Monseñor Cristián en su homilía resaltó la entrega de “Don Benja”, su bondad, sencillez, el ser pastor según el corazón de Dios y la huella que dejó en diversas localidades de la diócesis: “Don Benja fue un pastor bueno, según el corazón del Padre Dios. Eso lo hemos visto en su breve velatorio en la Parroquia Cristo Rey de Llolleo, en el paso por la Catedral, parroquia San José y ahora en su querida localidad de Isla de Maipo, donde lo acoge el Santuario de Nuestra Señora de la Merced”.

También recordó las palabras dichas hace unos meses por el Padre Benjamín, durante la bendición de distintas instalaciones en Curacaví, entre ellas el Salón que desde entonces lleva el nombre del sacerdote, quien rememoró la ayuda para su vida, “de la lectura de buenos libros que me han marcado mucho e influido en que haya sido muy feliz en mi vida sacerdotal”, así como su misión apostólica en las ciudades y pueblos donde sirvió en la diócesis: “Agradezco a Dios que me permita estar medianamente lúcido a mis 86 años 52 de sacerdocio. Cuando veo que acaba de morir Segundo Galilea que era tan profundo, santo y espiritual y gran predicador de la espiritualidad Carmelita y que terminó su vida como un niño e inconsciente sin conocer a nadie, me consagró desde ya a lo que me deponga la vida, aceptando desde ahora cualquier enfermedad que me sobrevenga y que últimamente pidiendo mucho al Señor por todos los sacerdotes de Chile especialmente todos últimos casos que se han presentado donde me parece que ha habido mucha culpabilidad que sería necesario que supieran pedir perdón y saber apartarse de cualquier mal”.

Es por ello que el obispo Contreras destacó que “Don Benja, creyó en la promesa de Dios que no defrauda. Sabía a quién se confiaba. Su fortaleza estaba en creer en la vida eterna. Él anhelaba llegar a la visión de paz que es la Jerusalén del Cielo”, agregando que “Esta es la única manera de construir la historia según la voluntad de Dios. Porque si se desvanece el horizonte de la vida eterna, el hombre tiende a aferrarse egoístamente a esta vida, no importándole el daño y el dolor que pueda causar a los demás. Afirmar la promesa de la vida eterna es la única posibilidad que tenemos los creyentes de comprometernos con la construcción de la ciudad terrena y de nuestro Chile”.

Finalmente, el pastor terminó dando a conocer una carta que le envió en 1987 a Don Benjamín, el entonces arzobispo de Santiago, Juan Francisco Fresno. En ella el cardenal Fresno recordaba cuando le pidió asumir la conducción de la Parroquia Cristo Rey de Llo Lleo, y como en ese servició le tocó enfrentar el terremoto de 1985: “Mostraste un temple y una entrega que en este momento debo manifestarte. Pero si ya esto es de gran valor, no lo es menos lo que de ti dice Mons. Infante: Benjamín Ulloa, un buen pastor (…) Querido Benjamín, todo esto puede herir tu sencillez y modestia, pero no puedo callarme cuando me encuentro con un sacerdote que así se presenta: Un hombre, entresacado de los hombres, para servir a los hombres en las cosas que miran a Dios”.

Fuente: Obispado de Melipilla
Melipilla, 30-05-2022