El Te Deum fue presidido por el Obispo de la Diócesis, Monseñor Óscar Blanco Martínez, a la celebración asistieron el gobernador de la región de Magallanes, el delegado presidencial, diversas autoridades y la comunidad que rinde homenaje a los héroes del 21 de mayo de 1879.

En su homilía Monseñor Óscar Blanco señalo: “ Una vez más, siguiendo la tradición tan enraizada en nuestra patria, la comunidad creyente se congrega para alabar y agradecer al Padre Dios los dones recibidos, en un día que coincide en el calendario de la historia con el sacrificio del capitán Arturo Prat Chacón junto a su valiente y legendaria tripulación, allá en la lejana rada de Iquique.

1. En esta oportunidad la celebración del 21 de mayo coincide en domingo. Más que cualquier otro día de la semana, el domingo es una jornada muy especial, pues es el día en que cada cristiano revive el sacrificio de amor de Cristo en la cruz y su triunfante resurrección, para transformar al ser humano, en un hombre nuevo. El Papa Benedicto XVI, en su encíclica “Spe Salvi” nos afirma que la salvación que gratuitamente hemos recibido confiere la esperanza que permite afrontar nuestro presente en la seguridad de una meta que justifica el esfuerzo y la entrega de cada día.

2. En ese contexto de diálogo de amor y acción de gracias entre Dios y Su terrenal criatura, destacan personajes que cuan tenaces quijotes defienden esos valores universales, que anidan en el alma de selectos hombres y mujeres, verdaderos modelos de humanidad y espiritualidad. Hoy, entre ellos, resalta la preclara y señera figura de don Arturo Prat Chacón, chileno y marino de noble carácter, cuya fe fue timón fundamental de su vida y a la vez, horizonte de toda su existencia. Ha sido, qué duda cabe, un ciudadano y cristiano ejemplar, orgullo de su institución y baluarte de la nación. El historiador Vicuña Mackenna lo definió muy poéticamente:” Fue la encarnación de todos los amores, de todas las virtudes, de todos los heroísmos de la patria chilena”. El capitán Prat aprendió del evangelio que quien pone su confianza en el Señor, sabe que no está solo, pues Dios es divina compañía omnipresente.

3. El Evangelio de hoy nos entrega un capítulo tomado de Mateo (Mt.28,16-20) cuyo motivo central es invitarnos a seguir la misma ruta que los discípulos de Jesús. Ellos se dirigieron a Galilea, obedeciendo al Maestro y junto a Él, subieron al monte, no para mejorar condición, nivel o rango, sino para gozar de la presencia del Señor y recibir el encargo de repartirse por los confines de la tierra como misioneros universales de la fe. Algunos se atemorizaron y titubearon, pero Jesús no se estremeció ni prescindió de ninguno, pese a su fragilidad y vacilación. Lo que les pide es que aprendan a vivir como seguidores suyos. Que lo acojan como Maestro y no dejen nunca de aprender a ser libres, justos, solidarios, constructores de un mundo mejor. Jesús apuesta por la persona, la protege, guía y socorre, como se desprende de esta frase del adiós: “YO estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”.

4. La madrugada del 21 de mayo de 1879 fue testigo de un hecho que no solo fue una estrategia naval, ni un enfrentamiento de fuerzas desiguales. Al contrario, ese combate mostró la experiencia límite de un hombre que “sale” de su espacio personal y se ubica en el punto exacto donde reina la muerte. Y allí, en la puerta del Absoluto, es posible apreciar, el vigor, arrojo y decisión sin dudas ni miedos de los héroes de Iquique.

5. Sin embargo, el héroe no basta por sí solo, necesita del ímpetu y la ayuda de los demás para hacer posible el riesgo y la osadía de todos. La palabra precisa que remece el sentimiento es clave para alimentar el corazón tembloroso de varios. Podríamos preguntarnos ¿de dónde provenía esa fuerza vital del capitán Prat? La respuesta es simple: se forjó en los cimientos fundamentales que eran la base de su ambiente familiar, es decir, en los lazos de la amistad cívica, amor a la patria, y en su relación de comunión fecunda con Dios.

6. Los nuevos tiempos que vivimos hacen necesario con urgencia promover las virtudes humanas y cristianas esenciales para una mejor convivencia social a través del respeto mutuo, un diálogo profundo, tolerancia y participación transparente y eficaz, orientado a establecer y robustecer el bien común, tanto del país en general, y de nuestra región en particular.

7. Somos herederos de grandes próceres, ilustres hijos de Chile, que en diferentes épocas optaron por la honestidad, aunque ello significara como en el caso del capitán Prat y de su gente, perder la vida, para ganar la inmortalidad histórica. Lo sucedido en Iquique plantea un desafío al país, en especial a la responsabilidad de quienes ejercen poder de mando con el fin de desarrollar estrategias destinadas a cambiar la visión negativa que nos rodea.

8. La falta de credibilidad e interés generalizada, expresada de modo muy claro entre los más jóvenes nos reta a dar testimonio de vida coherente a todos, sin excepción. Es un ferviente llamado a políticos, marinos y militares, profesores, policías, pastores y estudiantes, a hombres y mujeres, anónimos habitantes desde la cálida tierra nortina hasta el más frío territorio austral, recostados a los pies de la imponente cordillera y bañados por el azul y tempestuoso mar. Nuestra sociedad necesita de ciudadanos que vivan de acuerdo con lo que dicen creer, y que trabajen para concretar sus convicciones personales, en un marco de tolerancia y respeto mutuo.

9. Desde el corazón de la amada región magallánica, elevemos una oración agradecida por quienes no titubearon en dar de sí, aunque fuese su propia existencia llevados por el amor a la tierra natal. Y fervientemente agreguemos que nuestro anhelo substancial es ver a los adversarios del ayer convertidos en hermanos y dueños de un mismo ideal de paz y reconciliación.

10. Roguemos para que el ejemplo de Iquique, entre sangre, muerte y fuego nos motiven a mantener las tradiciones, preclaros reflejos de la identidad nacional, y, sobre todo, a cuidar y fortalecer nuestra fe, profundamente arraigada en el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.

11. Pidamos al Padre Creador que cada día, en todo puerto, caleta, barco, lancha o muelle brillen con más esplendor los principios que rigen a la Armada de Chile. Encomendamos a nuestra Señora del Carmen, Estrella de Chile y Faro que alumbra los oscuros senderos de los mares, la protección de nuestra Armada, integrantes y familias, derramando sobre ellos su auxilio, asistencia y favor
¡Te Deum laudamus…te alabamos Señor!

Fuente: Comunicaciones Punta Arenas
Punta Arenas, 22-05-2023