En esta ocasión tan especial, Rodrigo recibió también la visita de sus amigos de lugares tan distantes como Rancagua, Santiago y La Serena, además de muchas personas de diferentes puntos de la diócesis.

“Consuelen, consuelen a mi pueblo”

“Que tú hayas sido llamado por el Señor al ministerio del presbítero en la Iglesia significa que has sido llamado a ser servidor de la consolación que Dios ofrece a los que confían en El”, fueron las palabras que Monseñor Quintana le dijo a Rodrigo al momento de la homilía. Citando Aparecida, el Obispo agregó que el sacerdote “está llamado a ser hombre de la misericordia y la compasión, cercano a su pueblo y servidor de todos, particularmente de los que sufren grandes necesidades”.

Don Gaspar también le dijo que su entrega de pastor le exigía “una donación total de tu vida, desde tu propia dimensión de fragilidad, para que la gente, en especial la más necesitada, pueda descubrir en la calidad de tu pastoreo la grandeza del amor y de la misericordia del Dios que salva siempre a quienes confían en El”.

“Nuestro ardiente deseo –dijo el Obispo- es que tu oración de cada día, la celebración de los sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación, el rezo cotidiano de la Liturgia de las Horas, tu vivencia fiel del celibato por el Reino, tu aporte a la pastoral de la familia y de las vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras, como asimismo el cuidado de la piedad de nuestro pueblo y la salvaguarda de la creación, te ayuden a hacer la entrega de tu corazón, de tus energías y de tu tiempo en beneficio de la Iglesia esposa del Señor y servidora de los afligidos y necesitados”.

Como conclusión, el Obispo de Copiapó señaló que a la luz de la reciente celebración de los 50 años de la diócesis, estamos llamados a dar gracias a Dios por las maravillas que ha hecho en nuestra Iglesia, pedir perdón por nuestros errores, y renovar el compromiso de evangelización de nuestro pueblo, para que seamos verdaderos discípulos misioneros de Cristo. Finalizó sus palabras invocando la bendición y protección de María Candelaria para el nuevo sacerdote.

“Que en mi vida se manifieste la vida de Jesùs”

Después de la hermosa liturgia de consagración, Rodrigo recibió el saludo de un invitado especial, el Arzobispo de La Serena, arquidiócesis donde hizo su primera etapa de formación. Monseñor Manuel Donoso dijo estar muy contento de compartir esta celebración con la gente de Atacama, e hizo un ferviente llamado a renovar nuestras estructuras para dar un nuevo impulso a la Iglesia.

Otro que se hizo presente en la ocasión, a través de una carta, fue el Presidente de la Conferencia Episcopal, Monseñor Alejandro Goic, Obispo de Rancagua, quien conoció a Rodrigo cuando ingresó al Seminario Cristo Rey de dicha diócesis. Don Alejandro envió un sentido mensaje con emotivas palabras de aliento y de cariño.

Finalmente, tomó la palabra el nuevo sacerdote. El Padre Rodrigo Herrera agradeció en primer lugar a Dios, “por el día de mi bautismo, por la virtud de la fe, esperanza y caridad. Doy gracias a Dios por creer”, señaló. Agradeció la esperanza “Creo y espero un mundo mejor, sé que vendrá y Dios lo instaurara, pero esa certeza no evade la responsabilidad que tenemos en el mundo de hoy de construir un mundo mejor, un país mejor, una Atacama mejor, donde no haya gente que pase hambre, frio, soledad y angustia por la falta de trabajo, educación y expectativas laborales justas y dignas”. También dio gracias por el amor, señalando que “Dios me ayude a perseverar en el amor y en la donación absoluta a lo que él me vaya pidiendo, para que en mi vida se manifieste la vida de Jesús, y ser así otro Cristo en medio de nuestro querido pueblo de Atacama”.

Tuvo palabras de agradecimiento para Monseñor Quintana por haber confiado en él y haberlo consagrado en el sacerdocio; mencionó a los sacerdotes, a las comunidades de los tres valles de la diócesis, a los seminaristas y amigos de otros lugares del país, y señaló que oraba por ellos. De manera especial, se refirió a su familia, a sus hermanos, madre y abuela, presentes en el templo, y tuvo especiales palabras para su abuela materna, Juana, a quien debe en gran medida haber respondido al llamado del Señor.
La ordenación finalizó con una fraterna convivencia en el patio del Obispado, un momento de gozo para felicitar al nuevo presbítero y compartir la alegría de él y de su familia.

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Fotos: Obispado de Copiapó Christian Peña

Fuente: Comunicaciones Copiapó
Copiapó, 28-10-2008