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Patines de Plata

Sinopsis: La historia transcurre en 1899 en vísperas de Navidad y un cercano comienzo del nuevo siglo, dos almas jóvenes se encuentran en las calles de San Petersburgo, donde el bullicio festivo está hirviendo: Matvey (Fedor Fedotov), que heredó los patines plateados de su padre, la niña de familia aristocrática Alisa (Sonya Priss) soñando con la ciencia, en una sociedad que le estaba vedado ese estudio a las mujeres. 

En invierno, y San Petersburgo se transforma en un país de las maravillas de cuento de hadas, donde los ríos y canales congelados sirven como carreteras heladas y están llenas de patinadores y mercados. 

Este relato tiene todos los ingredientes para pasar un buen momento en familia: drama, aventura. Para los momentos que corrían a fines del siglo XIX en Rusia, encontramos cómo la lectura de matiz revolucionario se leía sólo en bares o en lugares privados, mientras por otra parte había marcadas diferencias entre la élite económica/política y la vida que transcurría en la cotidianidad de la ciudad.

Esta cinta la hace interesante el tener un director en su primer largometraje y a dos jóvenes protagonistas también en sus comienzos en la pantalla grande quienes logran salvar y cautivar con su actuación. 

Filmada durante el invierno del 2019, en San Petersburgo como escenografía, le da a la fotografía una hermosa estética, haciendo que la cámara corra por diferentes lugares y puentes de esa hermosa ciudad. 

La historia, como historia, es bastante liviana. La hemos encontrado en otros clásicos filmes de opuestos personajes del rico y el pobre o delincuente, como en este caso, pero rescatemos algo que podamos destacar como interesante: el desafío a no rendirse frente a los obstáculos sino, más bien, superarlos y nunca doblegarnos. Alice hace eso, nunca pierde su objetivo propuesto y lo hará sola o con Matvey, invitándolo a su aventura. 

Filme para ver familia, un poco largo, para disfrutar de un grato momento, nada más. 

Disponible en Netflix.