En la misma arteria que hace algunas semanas olía a lacrimógenas, el sábado 21 de Noviembre, miles de católicos se congregaron en la principal arteria del país para, mediante globos, pancartas, cantos y bailes, manifestar la alegría de ser católicos.
Ese mismo día, entre tanta euforia, el cardenal Ezzati señaló que todo eso “era un llamado para que el Papa Francisco venga a visitar nuestra patria” –o sea, ¿no vendría por que hay manifestaciones o podría haberlas cuando venga?-. En la misma actividad el cardenal se veía sonriente sacándose fotos con aquellos que portaban carteles, muchos de ellos indolentes para una parte importante de la sociedad, en especial, las mujeres.
Ese mismo día, en Osorno, la comunidad se reponía tras, algunos de ellos, pasar toda la mañana del día anterior intentando entregar una invitación al diálogo al obispo que declaraba en tribunales en el caso de encubrimiento; y los demás, de pasar toda la tarde orando en las tradicionales velatones para que la alegría vuelva a la diócesis.
Al ocaso de ese mismo día, la alegría del cardenal no se veía en la Parroquia Cristo de Emaús de Lo Prado, cuando al terminar la eucaristía, miembros de esa misma comunidad le pedían que se haga cargo del daño que causó al nombrar como vicario a Diego Ossa, mano derecha de Karadima y con una acusación de abuso sexual hasta ahora, no esclarecida. Petición que desde Enero no ha sido considerada por la jerarquía.
Tres manifestaciones en un mismo día. ¿En cuál está la alegría de ser católico? En Osorno y en Lo Prado, al menos, hay una forma de ser Iglesia alegre y a pesar de las grandes y constantes tribulaciones que les aquejan.
Juan Carlos Claret Pool
