Próximos a celebrar la Navidad, y entre tanto ajetreo, cobra especial importancia el llamado del Papa Francisco a escuchar el amor. "La Navidad suele ser una fiesta ruidosa: nos vendría bien un poco de silencio, para oír la voz del Amor".
Cada 25 de diciembre el mundo católico celebra el nacimiento de un Jesús pobre, envuelto en pañales y acostado en un sencillo pesebre de Belén, pero que brillaba de manera inigualable. Ese es el lugar donde se deben posar nuestros ojos y animar este espíritu navideño. La señal de Dios es el niño, su necesidad de ayuda y pobreza, que a la vez es signo de sencillez.
La Navidad nos debiera recordar lo que constituye la esencia de un católico. Vivir la entrega desinteresada, volcándonos por completo al otro. Cada uno es Navidad cuando ama, perdona, ayuda y confía. Cuando situamos nuestra mirada en el otro.
En este Año de la Misericordia cobra mayor significado detenerse a mirar el real sentido de la Navidad, y volver a escuchar la voz del amor: ahoguemos el mal en abundancia de bien. Volvamos nuestra mirada hacia ese pesebre pobre y sencillo, contemplando ese maravilloso misterio de amor que pone esperanza donde no la hay. “Se trata de un Amor sin fin, que tiene el rostro del perdón y de la misericordia”. Entendamos la Navidad como el acontecimiento de gracia destinado a cambiar la historia del mundo. Feliz Navidad.
Directorio, voceros y equipo ejecutivo
Fundación Voces Católicas
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