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Opinión / Cartas al Portal


El Papa y La Habana

El encuentro del Papa Francisco y el Patriarca Ortodoxo ruso en La Habana es un hecho histórico después de casi mil años de separación entre ambas iglesias a partir del cisma del 1054.

Sin embargo, no han faltado las críticas de algunos sectores, ya que el anfitrión ha sido el presidente comunista Raul Castro. Al respecto, creo que podemos comprender la decisión del pontífice mirando con perspectiva de futuro la historia y las relaciones internacionales, pues el Papa se presenta como testigo del diálogo en busca de la unidad. Nadie - creo sinceramente – pensó, jamás, que La Habana se transformaría en un lugar de encuentro, tanto en lo político como en lo religioso. Menos aún en un país caracterizado por una dictadura comunista y que no ha tenido el menor reparo en violar los derechos humanos de manera sistemática por más de 50 años. Con todo, el Papa Francisco y el Patriarca Kirill, aceptan el encuentro en lo que se ha llamado territorio “neutral” para Moscú y Roma.

Obviamente, el Papa Bergolio no está pensando según criterios ideológicos, político partidistas, para tal elección. Él está buscando un bien mayor: superar los conflictos y aunar voluntades para bien de los pueblos y de la fe, más allá de las ideologías, dando el “golpe a la cátedra” y poniendo un punto de inflexión que obliga a R. Castro a recoger el “guante”, pues ha sido el mismo Papa quien le ha abierto las puertas del mundo en su mediación ante Estados Unidos para descongelar las relaciones y el embargo. Todo lo cual ha quedado explícito en la declaraciones conjuntas que se han emitido hasta la fecha. Y no siendo poco el asombro en que deja al mundo, Bergolio plantea un desafío aún más desconcertante a la política internacional y al gobierno comunista de Cuba: que La Habana se transforme en la “capital de la unidad”. Lo que obliga a superar el statu quo de las relaciones internacionales, según los paradigmas de la “guerra fría”. Pues, el Papa Francisco está apostando por la superación radical de los conflictos. Ya que son estos, precisamente, los que abonan la cultura del descarte, el aislamiento político, la violación de los derechos humanos y la globalización de la indiferencia a nivel internacional. Algo, totalmente contrario, a lo que desea el mismo Papa cuando nos invita a salir al encuentro de las periferias existenciales y geográficas.

P.Fco. Javier Astaburuaga O.
Sacerdote