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Opinión / Cartas al Portal


El clericalismo del Senador Ignacio Walker

Con motivo de la declaración pública del Comité Permanente del Episcopado en contra de la legalización del aborto en tres causales, el senador Ignacio Walker no se pudo contener para acusar de “clericalismo” a la Iglesia y justificar su “disposición favorable hacia las tres causales”.

En pocas palabras el señor Walker se auto justifica y descalifica. Pero lo más complejo es que su confesión de “fe católica” se aparta del magisterio de la Iglesia y del corazón del Evangelio. Y la declaración de los obispos solo recuerda las enseñanzas permanentes de la Iglesia con respecto a la defensa de la vida a la luz del Evangelio. Entonces, de dónde le viene tan grande enojo al senador es la pregunta sin respuesta.

En principio podemos pensar que el senador, al no responder con coherencia a su declaración de principios en la defensa de la vida – como si lo hicieron algunos diputados de la DC - se siente profundamente interpelado cuando la Iglesia se lo recuerda. Y lo que le molesta tanto parece ser - precisamente - el llamado a ser coherente en la defensa de la vida. Más aun ante su declarada “disposición favorable” al aborto, pues la vida humana se defiende o se vulnera en su derecho fundamental a la existencia. Aquí no hay tres lecturas, aun cuando el senador las pretenda. Así, parece necesario recordar que toda ley que viola el derecho humano y natural a la vida de un inocente es injusta y como tal no tiene valor de ley, dando lugar a la legitima objeción de conciencia.

Por eso el llamado a los políticos cristianos es para que no ignoren la dignidad de la persona humana al aprobar leyes de aborto, pues estas la violan radicalmente. Por eso salvaguardar el bien común y las mismas raíces de la convivencia ciudadana es una responsabilidad política y ética ya que la ley moral fundamental más allá de todo credo o religión - a la que también está obligado el senador- es hacer el bien y evitar el mal. Más aún si es cristiano.

Es de esperar, entonces, que se le pase el enojo y comprenda que la certeza moral – propia de las decisiones en conciencia – se alcanza con la formación de una recta conciencia que, superando la duda y el error, se compromete con la vedad. Lo cual obliga especialmente a un cristiano para que posibilite un orden justo en la afirmación y promoción del valor de la vida desde la concepción hasta la muerte natural.

P. Fco. Javier Astaburuaga O.
Director Proyecto Nasciturus en defensa de la vida