Iglesia.cl - Conferencia Episcopal de Chile

Opinión / Cartas al Portal


Carta al Papa Francisco

En septiembre pasado, los cardenales Carlo Cafarra, Walter Brandmüller, Joachim Meisner y Raymond Burke, junto a otros diez purpurados, enviaron una carta al Papa Francisco donde solicitan que se pronuncie con un SI o un NO a cinco preguntas, redactadas de modo tal que casi contienen una respuesta en sí mismas, y que se refieren a ciertas afirmaciones hechas en la exhortación Amoris Laetitia, que no serían suficientemente claras o que podrían contradecir la Tradición y otros documentos magisteriales.

El Papa ha decidido no dar respuesta a la carta señalada.

Ante ello, el C. Burke declara en el National Catholic Register que harán frente a esta situación con un “acto formal de corrección de un grave error”.

Estos cardenales no han hecho más que, de una manera extrema, representar el pensar y el sentir de muchos católicos, mayoritarios dentro de la curia vaticana. Piensan que la iglesia, esa poderosa institución que sienten propia, se destruye cuando la aplicación de la disciplina y la ley se “suaviza”.

No son los únicos que han invertido tiempo y energía en poner obstáculos a la labor papal. Ya se han visto otras manifestaciones ante los intentos de reformar la curia, reformar los estatutos de la Academia Pontificia para la Vida, etc.

El Papa sigue actuando como lo ha hecho desde el primer día de su pontificado: no usa su poder jerárquico para imponerse. Ha sido paciente. Apasionado y paternal, pero paciente.

Vemos algo muy positivo en todas las campañas que tratan de poner piedras en el camino, en las cartas, declaraciones, amenazas de corrección, apoyos públicos a candidatos presidenciales, etc. Nadie nunca más podrá apelar solamente a la obediencia, a exigir unanimidad en materias de doctrina y Tradición, a suprimir la reflexión y la opinión, ni tampoco apelar a la única autoridad del Papa para imponer criterios.

La sinodalidad que postula el Papa Francisco, ha sido refrendada por quienes se oponen a su pontificado. Así se construye la Iglesia del futuro. Todos, todos estamos llamados a hacer iglesia. Nadie, nadie está llamado a ser excluido ni excomulgado. La Verdad de la cual la Iglesia es depositaria, nunca será destruida. Si ese es el temor de los cardenales, tememos que se trata de cardenales que han perdido la fe, que la han sacrificado en pos de la ley, que no creen que el Espíritu Santo pueda conducir la senda de la Iglesia, y que son ellos que deban alzarse como defensores de la verdad, para corregir al Paráclito.

Porque no se trata de abolir el pecado suprimiendo los mandamientos que lo definen. Amoris Laetitia no afirma que se permite el divorcio, ni que éste haya dejado de ser camino al pecado del adulterio. Al igual que Cristo, sobrepone EL AMOR por sobre la ley, para que el pecador se redima, no para que se condene. Si siendo nuestro Supremo Juez, Jesús no quiso condenar a la adúltera, por qué entender que la Iglesia si debe condenar?

José Pérez Barahona