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Opinión / Cartas al Portal


Sobre la ley de género

Escribo esta carta por sentir la imperiosa necesidad de esclarecer posiciones sobre una cuestión que está a punto de transformarse en ley de nuestro país y que tendrá graves consecuencias, muchas de la cuales se han asomado al horizonte de nuestra cultura sin que nos hayamos percatado de lo ocurrido.

Me refiero a la sustitución de la condición sexual biológica de los seres humanos por una construcción teórica basada en ideologías, que conlleva graves consecuencias éticas, sociales y culturales para la humanidad.

Esta se conoce hoy día como la ideología del género y ha invadido los organismos internacionales como las Naciones Unidas y numerosas publicaciones nacionales a más del lenguaje cotidiano.

En efecto, cada vez se habla menos de sexo, masculino y femenino, de hombre y mujer, de diferencias sexuales y estos términos se han reemplazado progresivamente por la palabra género.

Esto proviene de haber dejado de considerar las características biológicas como decisivas para la determinación de los seres humanos reemplazándolas por la forma en que estos viven sus diferencias. En vez de la categoría hombre – mujer se proponen al menos cuatro: sexualmente hombre que vive su diferencia anatómica como la viven tradicionalmente los hombres; sexualmente hombre pero que vive su sexo como si fuera mujer; sexualmente mujer que vive su anatomía como la viven las mujeres; sexualmente mujer pero que vive su diferencia como hombre. Se pueden agregar otras: bisexuales hermafroditas – casos raros con dos sexos – y otros.

Al amparo de estas ideologías se han liberado los homosexuales y sus movimientos, han aparecido el orgullo gay, los matrimonios igualitarios, el arriendo de vientres, nuevas formas de adopción, etc.

Se ha atentado contra la familia la que no estaría necesariamente conformada por una pareja heterosexual y sus hijos.

En pos de una igualdad entre el hombre y la mujer se ha favorecido el control de la natalidad y el aborto proclamando el irrenunciable derecho de la mujer a disponer del propio cuerpo.

Se ignora que toda la biología humana viene marcada por el sexo, que cada célula tiene su marca cromosómica indeleble e inmodificable que manifiesta su pertenencia al masculino o al femenino.

La conducta de los seres humanos es predominantemente heterosexual aunque en todas las culturas han existido y existen minorías muy minoritarias de homosexuales. En periodos históricos de decadencia social – y valórica – aumentan en número pero siempre son minoritarios.

Bajo el pretexto de buscar la igualdad entre el hombre y la mujer, se ha dejado de lado una característica propia de ella y en la que es insustituible: ser madre, la que constituye su más alto valor. Se busca reemplazarla por otros aspectos no tan centrales: ser profesional, ser autónoma, ser empresario, ser soldado, ser política, etc. Es indudable que tiene todas esas capacidades en grado similar a los hombres pero no por poseerlas y desarrollarlas se es más mujer. Su desarrollo más propio está en la maternidad y en el acompañamiento y complementariedad con el varón.

Hay que recordar que Dios creó al hombre “a imagen suya: a imagen Dios lo creó, macho y hembra los creó” (Gen 1: 27) y dijo luego: “No es bueno q el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada” (Gn 2: 18). Cuando Adán vio a Eva exclamó: “Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne: Esta será llamada varona porque del varón ha sido tomada” (Gn 2:2 el3).
El anterior párrafo señala la profunda igualdad ente el hombre y la mujer desde su creación, son de la misma naturaleza, y a la vez su complementariedad: Eva es la ayuda adecuada y complementaria: “Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne” (Gn 2:4).

Adán y Eva fueron creados en referencia el uno para el otro y biológicamente distintos en su igualdad de seres humanos.
El concepto de género no tiene un fundamento inherente a la condición biológica de los sujetos, natural, sino que es un constructo social propio de las ciencias sociales. Es un error considerar como sinónimos los términos sexo y género y sustituir el uno por el otro. Se presta a abusos ideológicos y políticos. Estimo, por tanto, peligroso el proyecto de legislar sobre el género.

Dr. Pedro NAVEILLAN F.