La palabra “misión” proviene del concepto latino missio, que significa “enviar”, en sentido de algún trabajo, tarea o encargo. Entonces un misionero es aquel que ha sido enviado a realizar alguna labor. Así pues, la catequesis es misionera en tanto que ha sido enviada con una tarea: “ir y proclamar la Buena Nueva” (Mc 16, 15).
La catequesis, “ha sido siempre considerada por la Iglesia como una de sus tareas primordiales” (CT 1), “no puede disociarse del conjunto de actividades pastorales y misioneras de la Iglesia. Entre la catequesis y la evangelización no existe ni separación u oposición, ni identificación pura y simple, sino relaciones profundas de integración y de complemento recíproco” (CT 18).
La Iglesia confía esta misión al catequista, la cual no consiste solo en transmitir un contenido de fe, sino que el catequista es un testigo de lo cree, da testimonio de su encuentro y seguimiento de Jesús. Nadie inicia a otros en la experiencia del encuentro con Jesucristo si esta experiencia no pasa por la propia vida.
La misión del catequista nace de una alianza de confianza, en el llamado que el Señor le ha hecho y de su respuesta libre y consciente del compromiso eclesial que asume. Hablar del catequista como testigo es reconocer los esfuerzos por vivir dimensiones esenciales en su vida: la de la humildad en el servicio, la vivencia de una espiritualidad que se gesta en el encuentro con la Palabra y la vida sacramental, la vida comunitaria que lo acompaña y fortalece en su desarrollo humano – cristiano.
El catequistas, es el testigo, un discípulo misionero, es la mujer o el hombre que confía en el amor y que con fidelidad quiere vivir el anuncio de la Salvación que ha recibido.
Día del Catequista 2019 - Especiales Iglesia.cl