Retiro

Bautizados y enviados

Primer momento

*Preparación: En el lugar en que se reúnen los participantes debe haber un letrero con la frase: Bautizados y enviados. Una fuente con agua bendita, un cirio (bien visible para todos), una Biblia o NT abiertos. Si es posible una crismera con el Crisma. Es bueno comenzar en silencio. Aquí lo primero es la observación de los signos bautismales. El guía comienza de esta manera:

Guía: Hermanas, hermanos, estamos reunidos en este lugar para hacer este retiro que nos llevará a reflexionar sobre el sentido eclesial de nuestro bautismo. Observemos en silencio los signos del sacramento del bautismo que ya hemos recibido. Nos preguntamos en el silencio de nuestros corazones que evocan estos signos para mí. Puede ser que para algunos nada en especial, pero cuando fuimos bautizados todos estos signos estaban presentes en ese momento.

*se deja un tiempo prudente de silencio y luego se les invita a escuchar el texto bíblico del bautismo de Jesús en Mc 1,9-11. Es bueno leer dos veces y muy pausadamente el relato. En este momento están de pie.

Mc 1,9-11

Por aquellos días, Jesús vino de Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el río Jordán. En cuanto salió del agua, Jesús vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, como una paloma, descendía sobre él. Se oyó entonces una voz que venía del cielo: “Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco”. ¡Palabra del Señor!

*todos toman asiento. Se invita a los que tengan el NT que lo abran en el relato y lo sigan leyendo durante la reflexión. El guía continua haciendo la reflexión del texto bíblico con las palabras que se proponen a continuación.

Reflexión

Hemos escuchado el relato del bautismo de Jesús que nos transmite san Marcos. También los demás evangelistas nos cuentan este hecho en la vida de Jesús; Mateo 3,13-17, Lucas 3,21-22, Jn 1,29-34. Hay que decir que los cuatro evangelios coinciden de gran manera al transmitir el bautismo de Jesús. Otro aspecto interesante es que tanto Marcos como Juan ponen ya en el capítulo uno de su evangelio este bautismo, en cambio Mateo y Lucas lo relegan al capítulo tres de sus respectivos escritos. Esto tiene su sentido que más adelante vamos a dilucidar para no adelantarnos en la reflexión progresiva de este relato. Ahora centremos nuestro pensamiento en el relato de san Marcos porque a pesar de que este evangelista gusta de abreviar los hechos de la vida del Señor, todo lo que dice tiene un gran sentido. Les invito a no quitar la vista del relato a los que tengan el Nuevo Testamento en sus manos.

San Marcos nos dice al comienzo que Jesús “por aquellos días” viene de Nazaret de Galilea. Este por aquellos días tiene un gran sentido teológico aunque esté puesto como un recurso literario para iniciar un relato. En el Antiguo Testamento los profetas hablan mucho del “día del Señor”. Este día del Señor era para los profetas el momento de la manifestación de Dios al pueblo de Israel; se lo veía como un día de ira pero también de la misericordia de Dios. Aunque los judíos esperaban ese día del Señor, sentían un gran temor porque Dios iba a juzgar a su pueblo y darle la recompensa o el castigo merecido por sus obras. Ante este temor por el día del Señor, aparece el profeta Isaías que lo plantea de otra forma, más como un tiempo de esperanza en que Dios desea el bien de todos y la justicia es sobre todo poner las cosas en su lugar porque Dios el Justo no está de acuerdo con la injusticia de los hombres que se aprovechan de los pobres, los débiles, los lisiados y las viudas. Ese es el día del Señor, en el que Dios pondrá las cosas en su lugar como deben ser. La presencia de Jesús ya es el día del Señor presente, en acto, porque él actuará como Hijo de Dios y pondrá en evidencia el mal del hombre y hará justicia a los oprimidos, a los que sufren. Jesús es la presencia de la misericordia de Dios en esta tierra.

Jesús viene de Nazaret nos dice el evangelista. Nazaret es la antigua residencia del Salvador. Casi no se la nombre en el Antiguo Testamento porque al parecer era un pequeña población de no muy buena reputación, sin embargo se la ha llamado la ciudad de Jesús ya que vivió allí durante los 30 primeros años de su vida; los famosos años de su “silencio”. Los evangelios nos cuentan que durante su ministerio público, Jesús la visitó pero no pudo realizar muchos milagros a causa de la falta de fe de la gente. Jesús es llamado el nazareno por venir de este lugar. Por lo evangelios sabemos que la procedencia de Jesús de este lugar es algo público. Pero lo que podemos destacar que en este lugar Jesús realizó su vida cotidiana desde su niñez; sus primeros pasos cuando bebé, sus carreras de niño, sus caminatas juveniles, su trabajo aprendido de su padre José, su vida con su madre María. Podemos afirmar que aquí comenzó la vida terrena del Hijo de Dios, en la sencillez de una aldea. Es interesante saber que la etimología de Nazaret en hebreo significa “vástago”. Los profetas llaman al mesías, “vástago de David”. Este es un tema muy interesante de desarrollar pero este no es el momento. Sigamos.

Sin más, Marcos nos cuenta que Jesús fue bautizado por Juan en el río Jordán. No sabemos porque calla la negación de Juan de bautizarlo que sí nota san Mateo en su relato. Esto lo podemos explicar, de manera casi satisfactoria, que la teología de Marcos tiene otro objetivo que la de los otros evangelistas y por eso no subraya ese hecho. En todo caso, Jesús realiza el rito ofrecido por Juan el Bautista como todas las demás personas que acuden a él. Con ello, Jesús se hace uno de más, porque en realidad él no necesitaba este bautismo de conversión como sí las personas que acuden en masa a recibirlo. Los evangelios nos dicen que todo tipo de personas llegan a ría Jordán para ser bautizados por Juan que aclara que su bautismo es para la conversión y que si él bautiza con agua, detrás de él viene otro que bautiza con el Espíritu Santo; ese es Jesús.

Dos hechos extraordinarios ocurren en el bautismo de Jesús. El primero es la presencia del Espíritu Santo en forma de paloma. En esto coinciden los evangelistas en gran manera. Segundo, es lo que declara esta voz misteriosa sobre Jesús; también allí hay gran coincidencia en los relatos del bautismo de Jesús. Este hecho especial tiene un gran sentido porque corona de una manera muy especial el bautismo de Jesús y la da un sentido nuevo que no ocurre con los otros bautizados en el río Jordán. Aquí también hemos de detenernos para comprender el significado de este hacho.

Los cielos se rasgan dice san Marcos. Eso significa que se abren pero de una manera especial porque en la teología judía el cielo o los cielos son el lugar donde vive Dios; el único que lo puede contener. Por lo tanto para los hebreos hablar del cielo era hablar de Dios y, todo lo que viene del cielo es de Dios. El libro del Génesis (1,1ª) nos dice que lo primero que creó Dios fue el cielo. En el bautismo de Jesús hay una manifestación divina, de lo alto que se hace presente en esta tierra. Esta manifestación divina del cielo se hace presente por medio de Espíritu Santo en forma de paloma. Esta imagen bíblica del espíritu de Dios en forma de paloma también se puede descubrir en el AT. También sabemos que hay otras imágenes con que se designa al Espíritu Santo; las llamas de fuego y el “agua viva” de la que habla Jesús. Pero lo que aquí nos interesa sobre todo es el remate del texto de Marcos, la voz del cielo y lo que dice. La expresión voz del cielo evidentemente se refiere a la voz de Dios. Él habita en el cielo repetirá frecuentemente el AT. Lo central es lo que dice esta voz. Antes una pequeña aclaración sobre esta manifestación de Dios en este bautismo del Señor. San Marcos lo presenta más bien como una experiencia personal de Jesús; un momento místico sólo percibido por Jesús. Por lo tanto la manifestación del Espíritu Santo en forma de paloma y la voz de Dios fue una experiencia exclusiva de Jesús, nadie más lo vio o escuchó. Cómo lo sabemos, pues el mismo Jesús debe haber comentado este hecho con sus discípulos.

La voz de Dios que escucha Jesús en su bautismo, le expresa su amor incondicional ya que es su alegría. La palabra complacencia indica como una alegría muy interior, una felicidad, digámoslo así, desde lo más profundo del ser. Y así concluye el relato de Marcos como también Mateo y Lucas. Lo interesante es lo que viene después del bautismo de Jesús. Podemos decir que para Jesús todo comienza con su bautismo. Todo comienza para Jesús después de su bautismo. Incluso las tentaciones que siguen inmediatamente este relato en Marcos son parte de este envío, porque después de ello , Jesús se va a ir revelando como Mesías, va a predicar el reinado de Dios y va a realizar milagros. Podemos decir que el bautismo de Jesús le marcó un antes y un después de su vida. Por lo tanto el bautismo de Jesús es claramente un envío. Vayamos a la conclusión de esta reflexión.

*Este es el último momento del retiro, se invita a que después de este momento se deje a los participantes un momento de solitud acompañado del texto bíblico del bautismo de Jesús  para que lo relean personalmente. El guía prosigue con estas palabras.

Siguiendo la dinámica del evangelio de Marcos en el bautismo de Jesús, ahora nosotros nos volvemos a nuestro propio bautismo desde la madurez de la vida. Tal vez la mayoría, sino todos, recibimos el bautismo muy pequeños, pero ello no quita que podamos revivirlo desde la fe de un cristiano adulto. Por lo tanto, el bautismo debe ser también para nosotros una experiencia mística, es decir, en la cual Dios actúa en mi vida. El agua bendita que recibimos en este sacramento es también el Agua vida, el Espíritu Santo. En nuestro bautismo sin duda hay un eco del bautismo de Jesús porque la voz de Dios vuelve a resonar para decirnos que somos sus hijos amados y que también desea complacerse en cada uno de nosotros. Esta adopción filial que recibimos en nuestro bautismo tiene el mismo sentido que la de Jesús, guardando las proporciones, pues nosotros somos adoptados, Jesús es el Hijo por antonomasia. ¿Cuál fue la respuesta de Jesús al amor de Dios? Su fidelidad a su voluntad para darle más complacencia aún. Al igual que Jesús para nosotros nuestro bautismo es un envío a dar testimonio de nuestra fe en la sociedad que vivimos. Tendremos la tentación de guardar nuestro bautismo como un tesoro que es solo para mí. Eso significa que no hemos entendido el verdadero sentido de este sacramento. Por ello es muy acertado el lema que nos convoca este año 2019: Bautizados y enviados. Nosotros somos enviados en primer lugar a dar testimonio de nuestra fe en Jesús, a profundizar nuestro bautismo por medio de la oración, a ser buenos hijos de Dios, a compartir la alegría de llevar esta gran dignidad en nuestra vida, a amar lo mismo que amó Jesús; su Iglesia, a los pobres, a los que sufren, etc. Les invito como punto final de esta reflexión que mediten sobre estas tres preguntas de forma personal y en silencio.

¿Qué valor tiene para mí, hoy, el ser bautizado?
¿Qué significa para mí ser bautizado y enviado?
¿Qué siento cuando pienso que soy hijo de Dios  gracias al Señor Jesús por medio de este sacramento?


Realizado por Héctor Zambra G., coordinador de COMARCA, Comisión Arquidiocesana de Catequesis, de La Serena

 

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