“Los que cambian la historia no son los que quitan la vida si no los que la dan por los demás. Esas son las vidas fecundas, luminosas, valiosas a los ojos de Dios y de los hombres. Eso es lo que hoy
Con una Iglesia Catedral colmada de fieles se despidieron los restos mortales del Cabo Segundo Cristián Martínez Badilla, el menor de cuatro hermanos, oriundo en Linares.
Con la presencia del ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, Autoridades Regionales, Provinciales, Comunales y altos mandos de Carabineros despidieron este jueves el cabo Martínez, quien fue asesinado la noche del 11 de septiembre.
La misa en su memoria fue presidida por Monseñor Tomislav Koljatic, Obispo de Linares y concelebrada por el Capellán Jefe de Carabineros P. Eduardo Aparicio Muruaga; P. Lorenzo Solari, Capellán de Carabineros, P. Juan Pinto, Capellán de Gendarmería, P. José Prado, Capellán de Ejercito y Diáconos. También le acompañaron familiares, amigos, colegas y vecinos, quienes adornaron con coronas de flores, y la tradicional bandera chilena sobre la urna.
Luego del responso, a cargo del Capellán en Jefe de Carabineros, Monseñor Koljatic, agregó: “Señora, Lidia, Chile, que está de duelo, hoy le agradece por la entrega de su amado hijo”
El Cabo Cristian Martínez Badilla, nació en Linares, sus estudios los realizó en la Escuela Emilio Gidi de esta ciudad. Ingresó a la Escuela de Carabineros, el año 2006. Recién, hacía tres semanas había nacido su hijo Abraham.
Según contó su madre “El siempre quiso ser Carabinero, solito se preparó para los exámenes, además de la tristeza inmensa que siento, estoy muy orgullosa de mi hijo y sólo pido que se haga justicia, que su muerte no sea en vano”.
Yamilet, su hermana, señaló: “Cristian significó un gran apoyo para mi mamá y todos nosotros, era incondicional, una persona tranquila. Cada 15 días viajaba desde Santiago para estar con su familia. Él era los ojos de mi mamá, gracias a su aporte ella pudo tener casa propia. Una de sus principales características era la alegría que irradiaba y por supuesto era el regalón de todos, por ser el menor”. Tras la ceremonia, la mamá del cabo asesinado, Lidia Badilla, reiteró su llamado por justicia.
Homilía de Monseñor Tomislav Koljatic,
en la despedida del Cabo Segundo Cristián Martínez Badilla
Autoridades. Queridos hermanos:
Hoy Chile está de duelo. Hoy el dolor y la aflicción embargan el alma de Chile.
Hoy en esta querida catedral de Linares, nos reunimos para orar y encomendar al Dios de la vida a este servidor público, mártir N 1039 del Cuerpo de Carabineros de Chile, hijo y hermano ejemplar, padre de una creatura de un mes de vida, funcionario fiel y responsable de su querida institución.
El cabo Martínez supo cumplir con honor lo que un día juró delante de la bandera: dar la vida si fuese necesario en el servicio de la Patria.
Su trágica muerte hace que su nombre quede grabado para siempre en los anales de la Patria, como uno de aquellos elegidos que dio la vida por el bien de la Nación.
Hoy Chile entero se lo reconoce y por eso nuestra Iglesia Catedral está colmada de fieles y de las más altas autoridades del país y de la Institución y las expresiones de pesar se multiplican a todo lo ancho y largo del país.
Hoy queremos acompañar especialmente a su dolorida madre, Sra. Lidia. Ella ha sufrido el dolor más grande que puede sufrir una mujer: la pérdida de uno de sus hijos. Agranda este dolor cuando esta muerte es cruel, innecesaria y hecha por mano irresponsable y cobarde, en la oscuridad y amparo de la noche.
Con Usted estamos juntos y la acompañamos en su dolor y oración. Y le queremos decir que la muerte de su hijo no es inútil. Su vida entregada a Dios y a la Patria tendrá una recompensa humana y celestial.
Nos consuela la Palabra de Dios que acabamos de escuchar.
Como creyentes en un Dios que se hizo hombre, que nació de mujer, en expresión de San Pablo, ese Jesús que compartió nuestras angustias y esperanzas, nuestros dolores y alegrías, sabemos que aquellos que morimos en Él tenemos la esperanza de la Vida eterna, la vida que triunfa sobre la muerte.
Es la fortaleza de la fe la que nos debe sostener en este momento de tanta aflicción.
Escuchábamos el relato de la Pasión, con María al pie de la cruz.
Allí está María, la Madre, ofreciendo en silencio a su Hijo al Padre Dios, por la salvación de la Humanidad.
Ella se une al sacrificio de su Hijo. Se inmola con Él, para tener parte también en su triunfo. En la soledad y silencio de su sufrimiento del viernes santo, la consuela la certeza del triunfo final de su hijo en el domingo de la Resurrección.
La muerte y el mal no tienen la última palabra. La última palabra, siempre, la tiene Dios, Juez y Padre de toda creatura. Esa Justicia que a veces no llega en la tierra como lo anhelamos con razón, pero que llegará en el Juicio Final.
La fe en Dios nos hace esperar que como lo dice Job, en sus hermosas palabras que acabamos de escuchar:
“Ojalá se escribieran mis palabras, ojalá se grabaran en cobre, con cincel de hierro y en plomo se escribieran para siempre en la roca: Sé que mi Redentor vive y en el último día yo resucitaré de la tierra y en mi carne veré a Dios, y mis ojos lo contemplarán”
Sí queridos hermanos y hermanas: Nuestro Dios vive, y con nuestros ojos lo contemplaremos para alabarlo y descansar en Él para siempre y para recibir la recompensa prometida a los servidores buenos y fieles.
Más aún lo esperamos de aquellos que se esforzaron en ser servidores de los demás, con abnegación, con renuncias a los propios y legítimos intereses, con dedicación, profesionalismo, en una palabra, con amor a Dios y amor al prójimo.
Este es su consuelo, es su fortaleza y esperanza en momentos de tanto dolor.
Volviendo al evangelio escuchado, contemplamos a Jesús en cruz, el hijo amado, el único inocente, el único justo, el que cargo con nuestro pecado y maldad, que se ofrece al Padre Dios por nosotros.
El vence al mal con el bien. El derrota a la violencia con el amor y la justicia y el perdón.
Él cae como el grano a tierra para morir y así dar fruto, y fruto abundante.
El paso por la muerte violenta para vencer a la muerte. Los que cambian la historia no son los que quitan la vida si no los que la dan por los demás. Esas son las vidas fecundas, luminosas, valiosas a los ojos de Dios y de los hombres.
Eso es lo que hoy reconocemos en el cabo Cristián Martínez, mártir de Carabineros. El dio la vida para defender nuestras vidas, para defender el orden, para defender la ley.
Es lo que le pedimos a Dios hoy día, por Chile, en este Mes de la Patria.
Que la muerte de este servidor fiel, no sea inútil. Que su muerte mueva a todos, autoridades y ciudadanos, a trabajar con mayor empeño en construir las condiciones sociales para que estos trágicos episodios no se repitan nunca más en esta tierra amada.
Que podamos vencer juntos, unidos, con convicción, las causas de esta violencia ciega y homicida.
Que podamos trabajar incansablemente en fortalecer a las familias y erradicar de ella la violencia en cualquiera de sus formas, trabajar para detener el flagelo de la droga y el alcohol, que tanto mal hace a nuestra juventud, en retener a los niños y niñas en nuestras escuelas y que estos sean lugares de educación para la paz, el respeto y la tolerancia, en acercarnos todos al Dios de la Vida, del amor y de la paz, fundamento necesario de toda convivencia social justa y pacífica. Que podamos ofrecerles oportunidades a tantos y tantos adolescentes y jóvenes que yacen al margen del progreso y desarrollo del país. En esta tarea urgente y dramática necesitamos de todos, de las autoridades, de las organizaciones civiles y religiosas, de los padres de familias, de los maestros, de los medios de comunicación social.
La tarea es inmensa, pero por lo mismo nos debe convocar a todos sin distinciones de ninguna especie.
La eucaristía que celebramos es expresión de la fe en el Dios de la Vida, del Dios que vence a la muerte, del Dios que acoge a los que mueren en Él, que es cercano a nosotros y que da sentido a nuestra vida y a nuestra muerte y que recompensa a sus hijos.
Es invocación a Dios, es súplica, es testimonio de la fe que mueve nuestra existencia.
El que come de este pan tendrá la vida eterna nos dice Jesús. El que se une por la fe y el amor a su Vida, compartirá su triunfo venciendo a la muerte.
Que este sea el destino final de nuestro querido mártir, cabo segundo Cristián Martínez Badilla.
Se lo pedimos con fe a la Virgen del Carmen, Reina y Patrona de Chile y de Carabineros de Chile.
Fuente: Comunicaciones Linares
Linares, 14-09-2012