La Conducta Humana, Orientaciones Pastorales para 1978, 1979 y 1980
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La Conducta Humana, Orientaciones Pastorales para 1978, 1979 y 1980

PRIMERA PARTE

Fecha: Sábado 01 de Abril de 1978
Pais: Chile
Ciudad: Santiago
Autor: Obispos de la CECH

INTRODUCCIÓN


l. Continuidad de las Orientaciones Pastorales

En las \"Orientaciones Pastorales\" dadas en abril de 1975, publicadas bajo el título \"La Iglesia hoy\", se da como Objetivos Generales de la Iglesia los siguientes: testimonio, apóstoles, juventud, magisterio, medios de comunicación social.

Releyendo estos objetivos después de 3 años, se puede constatar que en su gran mayoría han sido cumplidos o se están cumpliendo.

En las \"Orientaciones Pastorales\" de marzo 1976, \"La Iglesia 1976\", se utilizó abundantemente la Exhortación Apostólica \"Evangelii Nuntiandi\" del 8 de diciembre de 1975 y se fijó un Objetivo General que se expresaba en una fórmula lapidaria: \"Lograr que la Iglesia, animada por el Espíritu Santo y unida por El en torno a Jesucristo y a sus pastores, independiente de todo poder terreno, respetuosa de la dignidad de cada hombre, solidaria especialmente con los pobres y los que sufren, afirme la verdad, sirva la justicia y aliente la esperanza, viviendo el Evangelio y anunciándolo a todos los hombres\".

Y, después de llamar la atención sobre la formación de personas, el fortalecimiento de la vida familiar, la formación comunitaria, señalaba como áreas prioritarias: las comunidades eclesiales de base, la juventud, el profesorado, el mundo obrero y campesino, la pastoral de multitudes.

Sabemos los muchos pasos que se han dado en 1976 y 1977 para cumplir con este programa.

Las \"Orientaciones Pastorales\" que ahora publicamos para 1978, 1979, 1980, se presentan en continuidad con las anteriores. Tienden a darles un contenido más preciso, centrado en la acción enmarcada en la ética y animada por el espíritu de las bienaventuranzas evangélicas, y a crear o fortalecer los organismos orientadores y sostenedores de dicha acción.

2. El Plan Pastoral del Episcopado para 1978-1980

En su Asamblea Plenaria de septiembre de 1977, la Conferencia Episcopal acordó dirigir la atención del Pueblo de Dios durante los años 1978, 1979 y 1980, hacia la conducta humana.

Tomó como punto de partida tres realidades que, si bien son de todos los tiempos, aparecen en nuestra época con características casi dramáticas: el sexo, el dinero, la violencia.

Una tira cómica de El Mercurio expresa muy bien este hecho. Don Memorario entra a una librería y se dirige al dueño: \"Quisiera comprar un libro, pero sin sexo ni violencia\". \"¡La guía telefónica para el caballero!\", ordena el dueño a su empleado.

1. Se propuso primero establecer los hechos. Las encuestas hechas a las comisiones pastorales diocesanas y a los organismos pastoral es nacionales coinciden en señalar los mismos hechos como más importantes o más frecuentes. Hemos tratado de ordenarlos y valorarlos. Cada persona o grupo enriquecerá esta enumeración con su propia experiencia y valorará los hechos según las circunstancias locales.

2. Establecidos los hechos, se trató de descubrir las causas. Muchas veces un hecho es a la vez efecto de una causa y causa de un efecto. Los hechos se condicionan entre sí. No ha resultado fácil establecer cuáles son las causas primeras de los hechos señalados, a menos de remontamos al proceso dialéctico que está en la base de nuestra teología: la creación, por un Dios bueno, para un hombre feliz; la realidad del pecado, que afecta en su raíz a toda la familia humana; el plan salvador de Dios, realizado en Jesucristo y que se continúa por su Iglesia.

3. Hemos señalado a continuación los textos bíblicos más pertinentes y los documentos del magisterio en que se encontrará una gran riqueza de doctrina.

4. Viene luego una reflexión teológica, basada en los hechos, vistos a la luz del mensaje bíblico y del magisterio eclesial.

5. Por fin hemos anotado las políticas y las estrategias en que se concretiza un plan de acción para el trienio venidero.

3. Sexo, Dinero y Violencia

¿Por qué sexo, dinero y violencia?

Porque detrás de cada una de estas palabras hay una problemática que abarca una parte considerable de nuestra vida moral, personal y social.

1. El sexo nos introduce en la temática del amor, del matrimonio, de la paternidad y de la maternidad, de la familia, de la educación de los hijos y del hogar. Nos sugiere problemas como el divorcio, las relaciones pre y extra matrimoniales, el control de la natalidad por medios artificiales, el reconocimiento legal de las desviaciones sexuales. Nos introduce en la espiritualidad del amor conyugal, de la virginidad consagrada a Dios y de la pureza de corazón.

2. El dinero nos lleva a considerar todo el ordenamiento económico-social desde el punto de vista de la justicia y del bienestar de los hombres, incluyendo temas como el desarrollo, la participación y la calidad de la vida; la cesantía, los salarios insuficientes, la miseria por una parte; por otra, la sociedad de consumo, la idolatría del dinero, el derroche y el despilfarro, la codicia, la avaricia y el egoísmo. Nos introduce en el tema de la pobreza evangélica, de la solidaridad, del desapego y de la fácil comunicación de los bienes materiales.

3. La violencia introduce los temas de la irritabilidad y la agresividad en la vida diaria, del insulto, de la amenaza, del atropello, de la falta de comunicación en la familia; del machismo y del feminismo, del autoritarismo y de la rebeldía, de la delincuencia y del terrorismo; de la represión, de la tortura y del temor; de la guerra y de la carrera de armamentos; de la violencia institucionalizada; de la violencia política y de la violencia revolucionaria; por fin, la exaltación de la misma violencia. Conduce a considerar las virtudes de fortaleza y de templanza, el amor al prójimo, el espíritu pacífico; nos lleva a reflexionar sobre la humildad, la mansedumbre, la obediencia, el perdón.

Como se ve, casi toda la conducta humana se ve influida por la actitud personal que asumimos frente a estas tres realidades y por la posición que ocupan en nuestro contexto social. La madurez humana, la personalización del individuo requieren una respuesta adecuada, sana y evangélica al triple desafío implícito en esta triple realidad.

La Iglesia saca de la Palabra de Dios, de su magisterio, de su experiencia y de la historia, una iluminación sobrenatural, una pedagogía trascendente y una eficacia práctica para abordar el problema de la conducta humana, que quiere compartir con todos los hombres de buena voluntad.

4. Crítica, Constructividad y Conversión

El tema de la conducta humana tiene una triple dirección que queremos subrayar.

l. Puede presentarse desde luego como una crítica, una denuncia del mundo tal cual es y de la conducta de los demás. Sin duda el cristiano debe ser crítico, y denunciar el mal es parte importante de la lucha por el bien. Pero debemos cuidamos mucho de no quedamos en la sola crítica y en la sola denuncia, y sobre todo de purificar nuestra intención al hacerlo. La crítica o la denuncia sin humildad y sin caridad son destructivas de nuestro ser moral. Engendran el fariseísmo, la tendencia a juzgar a los demás en vez de examinamos y corregimos nosotros mismos, y ya sabemos cuál fue la actitud del Señor frente a los fariseos.

2. Mucho más importante que la actitud crítica, y su consecuencia lógica, es la actitud constructiva. El cristiano es constructor de una utopía: el Reino de Dios en la tierra como en el cielo. El cristiano no se siente determinado en forma irreversible por los hechos pasados o presentes. El cristiano es voluntarista. Cree que todos los condicionamientos económicos, políticos o culturales que afectan a la sociedad humana son utilizables y modificables con miras a la construcción del reino.

3. Por último, y esto es lo más importante, todo empeño en mejorar la conducta humana debe empezar por una conversión personal. Es en nosotros mismos donde debemos empezar la tarea de perfeccionamiento a la que estas páginas nos invitan. Es nuestra propia actitud referente al sexo, al dinero y a la violencia la que debemos armar. El primer criticado, el primer denunciado debo ser yo mismo. Y la construcción del reino empieza por mí mismo y se continúa por la propia familia, la propia empresa, el ambiente interno, antes de extenderse a la construcción de la sociedad nacional o internacional.


5. Moral, Pedagogía y Gracia

l. La moral tiene una base filosófica que es común a todos los hombres. Es moral lo natural, lo normal, lo sano. Descansa en la razón y en el buen sentido, y sus principios se ven confirmados por la tradición y la experiencia.

Sabemos, sin embargo, cuán débiles suelen revelarse esos principios cuando se trata de unificar criterios acerca del comportamiento humano o de reprimir los instintos y las pasiones.

2. En la actual situación del hombre, creado para la perfección, pero caído en el pecado, la moral debe doblarse de una pedagogía, de una formación del criterio, de la conciencia y del carácter, ya la vez de una purificación del ambiente de vida, para hacerse posible.

3. Pero debe sobre todo apoyarse en la gracia divina, vida sobrenatural que procede del Padre por el Hijo y en el Espíritu Santo y que se comunica vitalmente dentro de la Iglesia. Con esa ayuda puede el cristiano llegar a realizar, en alguna medida, el ideal de la perfección evangélica expuesto en las bienaventuranzas y que agrega a la simple corrección moral un elemento inconfundible que es la característica del discípulo de Cristo: pobreza, mansedumbre, paciencia, espíritu de paz, misericordia, pureza de corazón, pasión por la justicia, constancia…

Al hablar de conducta humana, partimos de las realidades de la vida diaria, pero tratamos de llegar y de conducir al ideal de santidad del Evangelio.

† Bernardino Piñera C.
Obispo Secretario de la Conferencia Episcopal de Chile

I. DEL SEXO A LA FAMILIA

l. HECHOS

Hay hechos que son más bien de orden sicológico o relacionados directamente con el sexo. Otros son más bien de tipo económico y social. Otros por fin son de carácter doctrinal o espiritual.

Algunos de estos hechos son positivos. Otros nos parecen negativos.

A) Hechos de orden sicológico o sexual

a) Veamos primero hechos positivos.

l. Se advierte en la juventud una mayor sinceridad que excluye toda hipocresía. Hay una mayor apertura para tratar los temas relacionados con el sexo. Esta actitud facilita el diálogo con los padres y educadores. Se tiene conciencia de la necesidad de una educación sobre esta materia, y ésta se da y se recibe con naturalidad.

2. Hay una actitud más sana en relación con el cuerpo humano, el propio y el ajeno, debida en parte al baño, a la vestimenta, al deporte, a la playa. Y también frente a personas del sexo opuesto, debido al mayor trato entre niños y niñas, a la educación mixta y al polo leo precoz.

3. La juventud siente necesidad de amistad, de comprensión, de cariño. La afectividad se expresa en forma sana y espontánea, al margen de convencionalismos.

4. Se conoce y se maneja mejor la sicología de la vida diaria, evitando así problemas artificiales y resolviendo los que se presentan en forma más expedita.

b) Desgraciadamente, se dan muchos hechos negativos y de mucha gravedad.

5. Se busca el placer sexual como si fuera un fin en sí y no creara ningún problema moral. A veces se le busca aun independientemente de la relación sexual (filmes o revistas pornográficas…).

Otras veces el placer y la relación sexual no tienen nada que ver con el amor (relaciones pasajeras y superficiales, prostitución...). O bien el amor parecería dispensar del matrimonio (relaciones pre-matrimoniales o extramatrimoniales).

Dentro del matrimonio, se procura evitar la familia, con o sin motivo justo, y usando procedimientos artificiales. Se recurre con facilidad a la esterilización, frecuentemente al aborto y algunas veces al infanticidio, para no asumir la responsabilidad de la paternidad o de la maternidad.

Se dan también con frecuencia las madres solteras y los hijos ilegítimos, y el hecho tiende a ser aceptado como normal.

Hay, a veces, una comprensión y una tolerancia con las desviaciones sexuales que llega hasta su aceptación, como si fueran hechos naturales y moralmente indiferentes: homosexualismo, sadismo (en los filmes…).

6. Se advierte irresponsabilidad, superficialidad, frivolidad para afrontar la amistad entre joven y niña, el pololeo, el matrimonio incluso. Hay muchos matrimonios demasiado jóvenes, prematuros, forzados.

Hay falta de comunicación entre los esposos, desavenencias que no se superan, peleas que se enconan.

Hay muchas separaciones, divorcios, nuevas nupcias, al margen del sacramento y muchas veces también de la ley civil.

7. Pareciera que el hombre y la mujer de hoy tuvieran dificultad en integrar el sexo con el amor, al amor con el matrimonio, el matrimonio con la familia, que no lograran un amor maduro, vale decir exclusivo, estable y fecundo. Que no vieran en el sexo y en el amor una expresión de la persona total. Hay como una desintegración de la personalidad.

8. Los hechos anotados, que han ocurrido siempre, no sólo son más frecuentes y ocurren en ambientes en que antes no ocurrían o eran muy excepcionales, sino que no despiertan reacción, aparecen naturales, se les resta importancia.

B) Hechos de orden económico-social

a) Anotaremos primero hechos positivos

9. Allí donde ha habido un mejoramiento de la situación económica y social, suele haber familias mejor organizadas, matrimonios más estables, niños mejor educados. Se corrigen los defectos inherentes a la excesiva pobreza, pero con frecuencia empiezan a aparecer los males propios de los hogares más acomodados.

10. Se observa un mejoramiento en la situación social de la mujer. Se están superando los inconvenientes del machismo que aún subsiste. A veces se empieza a caer en los males de un feminismo mal entendido.

b) Veamos ahora los hechos negativos

11. La imagen global de la familia ha cambiado en todos los ambientes. El núcleo familiar se reduce. Hay menos niños. Los ancianos y otros parientes ya no son acogidos en el hogar. Como la madre trabaja muchas veces fuera de casa, o por lo menos sale mucho, los niños se encuentran solos en casa, tienden a juntarse con otros niños fuera del hogar, o se refugian en la tele. Los padres no educan. Se vuelven permisivos, con ocasionales estallidos de autoridad que resultan ineficaces o contraproducentes.

12. En los hogares más acomodados, se dan los defectos de la sociedad de consumo: materialismo, egoísmo, frivolidad. Se busca la felicidad en el dinero o en las cosas que proporciona el dinero, y muchas veces no se la encuentra. Los niños manejan demasiado dinero, son demasiado mimados en las cosas materiales. Prematuramente colmados, buscan placeres nuevos en la droga o tratan de redimir se a sus propios ojos a través de aventuras o de compromisos políticos de tipo extremista.

13. Los hogares más pobres tienen problemas inversos. La cesantía, la inseguridad del trabajo, el salario insuficiente, la vivienda inadecuada, el trabajo deshumanizado en condiciones a veces deprimentes, el transporte irritante, la ausencia de la mujer del hogar, la dependencia cultural de la radio y de la tele con sus mensajes falsos o enajenantes, la angustia de las deudas contraídas por compras a plazo, tienen un efecto destructivo del hogar.

El hombre que no puede atender a las necesidades de su familia se siente disminuido, pierde su identidad y su autoridad, a veces se refugia en el alcoholismo.

La mujer, cuando no tiene lo necesario para atender a la comida o a los gastos indispensables de su marido y de sus hijos, no puede estar en casa donde su presencia hace falta, se irrita o se amarga.

Los niños, al sentirse descuidados por sus padres, o cuando el hogar es demasiado miserable, se dan a la vagancia, a la mendicidad, a la prostitución, a los vicios. Muchos se ponen tensos, irascible s, amargados o violentos.

C) Hechos de orden doctrinal o espiritual

a) Como hechos positivos señalamos

14. Un esfuerzo apreciable por parte de la Iglesia -y también de la escuela y de algunos movimientos o instituciones ajenas a ella- por dar una educación adecuada al niño y al adolescente en lo relacionado con el sexo y el amor: MOANI, Scoutismo, Palestra, Grupos Juveniles, Colegios Católicos, Catequesis de Confirmación…

15. Un esfuerzo similar a nivel de los novios, esposos y padres de familia: catequesis pre-matrimonial y pre-bautismal, catequesis a los padres para la primera comunión de sus hijos, MFC, AMAC, CENF A, Instituto Carlos Casanueva, Escuelas de Padres…

b) Hay también hechos negativos: son los más

16. Muchos ignoran la sana doctrina sobre el sexo, el amor, el matrimonio y la familia. Se basan en lo que oyen: radio, tele, conversaciones; en lo que ven en torno a sí; a veces en lo que leen en revistas o libros de baja calidad. Predomina la superficialidad, la indiferencia, a veces la malicia, al tratar estos temas.

17. Los sacerdotes dan a veces la impresión de no tener un criterio claro, firme, seguro y unánime para tratar por ejemplo el control de la natalidad, las relaciones pre-matrimoniales, los matrimonios sin sacramento, la permisividad moral…

18. Los colegios, aun católicos, parecen a veces incapaces de dar una formación adecuada sobre estos temas, tal vez porque no logran contrarrestar la desidia del hogar, o la influencia del ambiente o la de los medios de comunicación social.

19. Las familias no logran educar a sus niños sobre estas materias. Los padres se vuelven excesivamente permisivos, no quieren ir en contra de la corriente, o simplemente ignoran y no averiguan 10 que hacen sus hijos.

2. CAUSAS

l. El clima síquico en que se desenvuelve la vida de hoy, especialmente en las ciudades, es poco propicio para una conducta sana en materia familiar. Hay tensión, nerviosismo, agresividad, descontento, en mucha gente. Hay también superficialidad, inmadurez.

2. Se advierte también en general materialismo, en ricos y pobres, egoísmo, falta de espíritu de sacrificio; falta de iniciativa y de esfuerzo para emprender tareas difíciles y llevadas a cabo o para soportar dificultades y sufrimientos; no se forma el carácter.
3. La sociedad de consumo crea un clima de materialismo, de ansias de dinero, de cosas, de agrados, de lujos; crea también frustraciones y amarguras tanto en quienes no logran satisfacer sus deseos, como en los que lo logran con demasiado poco esfuerzo.

4. La pobreza y más aún la miseria quiebran los resortes morales necesarios para construir y educar una familia. Engendran amargura, indolencia, pesimismo, fatalismo, evasión.

5. Los medios de comunicación social y la publicidad no educan, más bien alienan, desorientan, a veces envilecen. Mucha violencia: golpes, tiros, escenas de guerra, crímenes... Mucho materialismo: tener dinero y darse gustos: viajes, autos, motos..., es la meta de la vida; casinos, pollas, concursos, premios fabulosos mantienen la ilusión de llegar a ser ricos por un golpe de suerte. Mucho erotismo: el sexo es un objeto de consumo, un cebo para la propaganda; los temas sexuales se tratan en forma cruda, sin delicadeza; se insinúan o se proclaman falsas teorías sobre sexo o familia; criterios \"veterinarios\" en asuntos de demografía.

6. La educación moral es muy débil. No se forma el criterio moral que permite distinguir el bien y el mal: no hay sentido de pecado. No se estimula la conciencia, para despertar en los niños deseo de crecimiento, de superación moral. No se educa el carácter, que permite afrontar con éxito las dificultades y las luchas. Hay una apatía moral.

7. Otra causa es el deterioro ya existente de la vida de familia, la falta de vida cristiana en los hogares, la poca educación religiosa de los niños y adolescentes, el descenso de la práctica religiosa. Hay poco aprecio del sacramento del matrimonio.

3. TEXTOS BÍBLICOS (Pbro. Antonio Moreno)

a) del Antiguo Testamento

Gén. 1, 26-28: \"Macho y hembra los creó\"
Gén. 2, 18-24: \"Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer\"
Gén. 3, 16: El pecado convierte la unión conyugal en opresión.
Gén. 3, 20; 4, 1 s.: La mujer, principio de vida que posibilita la historia de la salvación.
Gén. 3, 1-13: La sexualidad, ejercida bajo el signo de la serpiente, conduce a la desnudez, la división y la muertE
Ex. 20, 14: \"No cometerás adulterio\"
Lev. 18, 5-30: La pertenencia al Pueblo de Dios comporta exigencias en cuanto a la vida sexual
Dt. 30, 15-20: El cumplimiento de la Leyes la condición para alcanzar la vida y la fecundidad
Rut 3, 1-11; 4, 13-17: La unión del hombre y la mujer tiene su sentido en el cumplimiento del plan de Dios, y éste se cumple a través de ella
Tob. 8, 5-8: Oración de los esposos
Jer. 16,1-4: El celibato del profeta, signo puesto por Dios
Os. 1: El matrimonio del profeta, signo puesto por Dios
Os. 4, 12-14: El olvido de Yahveh desemboca en desórdenes sexuales
Prov. 5, 1-6.15-20: Amar a la propia esposa; apartarse de la mujer ajena
Cant. 2, 8-14.16-17: El amor entre el esposo y la esposa, signo del amor entre Dios y el hombre
Sab. 3, 13-4, 6: La fidelidad y la justicia, superiores a la fecundidad física
Ecl. 36,22-27: El matrimonio confiere plenitud a la vida del hombre

b) del Nuevo Testamento

Lc. 7, 36-50; 8, 2s.; 10,38ss.; Jn.4, 26; 12,1-3: Jesús no es un misógino. Se deja servir por mujeres y las trata con delicadeza
Jn. 4, 26; 11, 25-27; 20, 17: Jesús revela su verdadera identidad a mujeres
Jn. 2, 1-11: Jesús estima el matrimonio
Mc. 10,2-12: Jesús defiende la indisolubilidad del matrimonio
Lc. 14,26: Hay que anteponer el seguimiento de Jesús a todos los afectos, incluso al amor de una mujer
Mt. 19, 1-12: Matrimonio y renuncia a él por el Reino de los cielos
Mt. 5, 27-32: No adulterarás, ni con el pensamiento. Corta tu mano
Mc. 7, 21-23: Los pecados de impureza brotan de un corazón pervertido y manchan al hombre
1 Tes. 4, 3-8: Alejaos de la fornicación
1 Cor. 10, 1-11: Como en el desierto, también ahora existe una relación entre desórdenes sexuales e idolatría.
1 Cor. 9 s.; Gál. 5, 19-21; Ef. 5, 3 s.; Col. 3, 5-8: La impureza es un pecado
Rom. 1, 18-32: Lujuria de los paganos, porque no han conocido a Dios
1 Cor. 5, 1-5: La primera excomunión, por un pecado de impureza
1 Cor. 6, 12-20: Glorificad a Dios en vuestro cuerpo
1 Cor. 7, 1-40: Un texto decisivo sobre matrimonio y virginidad
Ef. 5, 22-23: El matrimonio cristiano, signo del amor de Cristo por su Iglesia
2 Pe. 2, 10-21; Judas 4-19: Lujuria de los falsos profetas
Apoc.18, 3; 21, 8: Fornicación, idolatría y lujo desenfrenadP

4. TEXTOS MAGISTERIALES (Exequiel Rivas)

Pío XI: Casti Connubii, 1930.- Vaticano II: Gaudium el Spes (Ns. 47-52), 1965; Apostolicam Actuositatem (N° 11), 1965; Gravissimum Educationis Momentum (N° 7), 1965.- Paulo VI: Humanae Vitae, 1968.- S.C. de la Doctrina de la Fe, Declaración sobre ciertas cuestiones de Etica Sexual, 1975.

Conferencia de Medellín: Justicia (N° 8), 1968; Familia y Demografía (Ns. 1-21), 1968.

CECH: Declaración sobre el Proyecto de Divorcio, 1964; Matrimonio y Divorcio, 1971; Relación Sexual y Amor Cristiano, 1976.

5. DOCTRINA (R.P. Fernando Montes, S.J.)

A) Introducción

Queriendo la Conferencia orientar a la comunidad cristiana sobre la \"conducta humana\", parece importante reflexionar, entre otras materias, sobre la sexualidad.



Creemos abordar un tema particularmente candente en nuestra sociedad y que, dada la importancia que puede tener en la vida personal y social, no admite dilación.



La sexualidad humana, querida por Dios, está íntimamente vinculada con la vida de la persona y de la sociedad. Ella no sólo está ligada con la persistencia de un grupo humano -sin procreación no hay continuidad-, sino que condiciona el modo cómo nos relacionamos unos con otros, el modo cómo nos amamos, nos ayudamos, nos perdonamos y nos desarrollamos, constituyendo un destino. No es extraño, por eso, que un error en la concepción del hombre y del sentido de su vida, o un error sobre la sociedad repercuta profundamente sobre el modo de concebir la sexualidad. Del mismo modo, una falsa idea sobre la sexualidad tendrá funestas consecuencias en el desarrollo de las personas, en la vida de familia y en el conjunto de la sociedad.


En un período de crisis de valores, de cambios culturales profundos y de dificultades en la convivencia, hemos de velar, como cristianos, con firmeza para que la sexualidad bien entendida, conforme al deseo del Señor, sea un camino de humanización y no una ocasión de esclavitud.

La Iglesia tiene mucho que decir en este punto. La concepción espiritual del hombre y de sus relaciones permite comprender mejor el sentido de la sexualidad que tanto preocupa a nuestros contemporáneos.


No deseamos encerramos en una moral individualista o centrada de una manera obsesiva sobre el sexo. Tampoco quisiéramos construir una moral basada en temores y en angustias. La psicología nos ha mostrado los estragos que una moral así puede producir.

Quisiéramos poner de lleno la sexualidad en el horizonte del amor humano que es participación del amor de Dios.


Más que la solución práctica a un problema concreto, por importante que sea, nos parece necesario dar una orientación fundamental y una formación que permitan al hombre mirar hacia arriba, vivir su sexualidad como ser libre, sin falsos temores, pero sin erróneas idolatrías. Una orientación que abra al hombre a vivir con y para los otros, con todas sus consecuencias, y que nos ilumine los ojos frente a los múltiples engaños que sólo producen
La sexualidad del cristiano es algo profundamente positivo, que se entronca en la perspectiva del amor creador y fiel, del desarrollo de la persona humana y de la comunidad.

En este contexto, no podemos dejar de situar la sexualidad en el marco de la familia.

La \"Declaración acerca de ciertas cuestiones de ética sexual\" (Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, diciembre de 1975) afirma que \"los Obispos tienen que constatar cada día las dificultades crecientes que, particularmente en materia sexual, experimentan los fieles para adquirir conciencia de la sana doctrina moral y los pastores para exponerla con eficacia\" (Declaración, N° 2), Y añade más adelante: \"corresponde a los Obispos enseñar a los fieles la doctrina moral que se refiere a la sexualidad, cualesquiera que sean las dificultades que el cumplimiento de este deber encuentre en las ideas y en las costumbres que hoy se hallan extendidas\" (Declaración, N° 13). Deseosos de cumplir este deber y ante los hechos que enumerábamos más arriba, queremos reflexionar nuestra experiencia de fe y escrutar lo que nos dice sobre la sexualidad la revelación legítimamente interpretada por la Iglesia.

No pretendemos aquí reproducir toda la doctrina. Sería, sin embargo, útil a los ministros y a la comunidad cristiana releer algunos de los documentos más significativos sobre la materia (ver Textos Magisteriales).

Tres verdades fundamentales nos presenta la Escritura que deben servir de puntos de referencia para reflexionar sobre la sexualidad.

l. En primer lugar debe quedar claro que la sexualidad humana es obra del Creador y Dios consideró que ella estaba muy bien (cf. Génesis 1,31).

2. En segundo lugar no hemos de olvidar que el hombre entero, incluida su sexualidad, está afectado por el pecado. Todas las relaciones del hombre consigo, con el prójimo y con el mundo están amenazadas por el desorden. La sexualidad, que no es ciertamente el único foco de desorden, no escapa al pecado y puede transformarse, de instrumento de comunicación y amor en expresión de despiadado egoísmo. Esto no es sólo una amenaza, es una realidad, como lo vimos en los hechos reunidos más arriba.

3. La tercera verdad fundamental es que la última palabra sobre el hombre y su sexualidad no es el pecado sino la redención. Por la muerte de Jesús y por su gracia, el hombre puede vencer el egoísmo, el instinto orgulloso de dominar y explotar a otros, e integrar la sexualidad en la relación más profunda de los hombres entre sí y con Dios.

Por la redención, el amor humano se hace sacramento. El matrimonio otorgará una capacidad de santidad insospechada a la sexualidad del cristiano.

Como consecuencia de estas tres verdades debemos afirmar que toda condenación sin matices, todo rigorismo extremo, toda visión negativa sobre la sexualidad se aleja del plan creador y redentor de Dios. Está claro que la sexualidad no es el lugar exclusivo del pecado.

Sin embargo, hemos de afirmar hoy con fuerza, por otro lado, que toda idolatría materialista del sexo y del cuerpo no corresponde al designio humanizante de Dios. Y que toda visión en exceso optimista no corresponde a la triste verdad que contemplamos.

B) Teología Bíblica

Aunque no debemos buscar en la Biblia una exposición sistemática sobre la sexualidad, ella nos enseña múltiples verdades sobre la materia integradas en una visión más amplia sobre el hombre y su destino.

1. El hombre y la mujer, capaces de amor, son imagen de Dios

En su sabiduría y amor, Dios creó al ser humano como un ser sexuado: \"Dios lo creó hombre y mujer\" (Génesis 1,27).

Diferentes y complementarios no sólo en su cuerpo sino en su sicología y en su sensibilidad, ellos, sin embargo, comparten una igualdad fundamental ante Dios. Ambos, hombre y mujer, son la imagen viviente del Señor. Precisamente como hombre y como mujer pueden llegar a amarse, a darse totalmente el uno al otro y a participar en el amor absoluto y creador de Dios. Se sigue de aquí que no hay una doble moral: una que es apta para el hombre y otra para la mujer; como si al hombre se le permitieran cosas que están vedadas a la mujer.

Fuera de lo dicho, la sexualidad humana tiene su fuente y su destino en la necesidad de amor. En el origen de la sexualidad hay una vocación a la comunión más profunda y estable, hay un llamado a salir de la soledad. \"No es bueno que el hombre esté solo\" (Génesis 2,18). El sexo responde a la necesidad de salir de sí para perpetuarse y a la necesidad de relacionarse con otros para complementarse.

La heterosexualidad crea comunicación, rompe el aislamiento y permite al hombre salir de sí mismo para darse.

Por este motivo, la sexualidad humana no se limita a lo puramente genital, a una serie de características anatómicas, glandulares, hormonales, fisiológicas. Ella supone características afectivas, psicológicas, sociales y ciertamente espirituales que capacitan al hombre a abrirse al verdadero amor.

En este sentido la sexualidad humana es muy dependiente de los valores, de la vida afectiva, de los sentimientos, de la fantasía, y de la cultura. Y por ello está sujeta en gran parte al aprendizaje y a la disciplina. La sexualidad del ser humano está íntimamente relacionada con la personalidad.

Esto nos obliga a tomar conciencia que la auténtica sexualidad humana es radicalmente diferente de la sexualidad animal. El sexo en el animal está determinado y programado por el instinto. En el hombre la auténtica sexualidad se forma. Por un lento proceso de maduración y aprendizaje, el hombre se va haciendo apto para el amor y la comunicación. La Biblia nos muestra que esta maduración tardó mucho. Nuestra experiencia personal nos muestra cuánto debemos al ambiente en que hemos vivido, a los ejemplos que hemos visto en nuestros padres y maestros, a los valores que consideramos importantes.



Como hemos señalado, la sexualidad lleva impresa una búsqueda del otro, un llamado a salir de sí, a darse. Puede decirse que, en el hombre, ella está cargada de trascendencia. Bien ordenada, conforme al plan de Dios, ella permite al hombre abrirse a otro ser humano y, por ese camino, abrirse hacia Dios.



Pero muchas fuerzas hostiles amenazan al hombre en el ejercicio de su sexualidad. El erotismo exacerbado y absolutizado es un peligro terrible en nuestra sociedad. Por una absolutización del erotismo, el placer que acompaña a la sexualidad se hace autónomo, se convierte en fin, y transforma al sexo en pura evasión. La relación humana se transforma en relación entre \"objetos\". La sexualidad pierde todo sentido de unión profunda entre hombres, se agota en sí misma, excluye la apertura a la transmisión de la vida y se queda en la búsqueda ciega y triste del placer por el placer.



2. La sexualidad y la intervención liberadora de Dios en la historia



El pueblo de Israel debió luchar para purificar y humanizar su visión de la sexualidad.



Los pueblos primitivos y quienes rodeaban a Israel se sentían perdidos en un mundo inexorable. La vida parecía como algo misterioso y divino, un flujo en que se participaba por la sexualidad y sus expresiones genitales. El sexo y sus símbolos estaban cargados de misterio y sacralidad. La sexualidad permitía entrar en contacto con las fuentes de la vida, \"hacerse como dioses\". La prostitución sagrada era una expresión típica de esta concepción.



Para Israel, por el contrario, la salvación y la vida no se obtenían participando en una corriente ciega. Ellas llegan por una intervención salvífica de Dios en la historia; intervención que se hace alianza y mandamientos; intervención que crea comunión con Dios y entre los hombres; intervención que hace nacer un pueblo.



La salvación, y por lo tanto la vida, dependen de una libre fidelidad a Yahveh en la construcción de su pueblo. Gracias a la revelación el creyente descubre que en la unión profunda, humana, en la comunión, está la fuente de la vida.



La sexualidad fue descubriéndose cada vez con mayor profundidad como un vehículo de comunión entre personas y, como tal, surgió como fuente de vida. Esa es la intención de Dios que no quiso la soledad para el hombre, sino que lo hizo a su imagen, lo creó \"hombre y mujer\" y lo invitó a multiplicarse.



La visión histórica de la salvación, la conciencia de la libertad frente a toda fuerza ciega o instintiva dieron a la sexualidad una dimensión liberadora, constructiva, humanizante, que no podemos perder.



La sexualidad, para la Biblia, da la oportunidad de un acto humano plenamente personal. Olvidar esta enseñanza es caer en una idolatría esclavizante.



3. La sexualidad, vocación a la santidad y comunión con Cristo



El Nuevo Testamento ahonda las enseñanzas reveladas. Nuestra sexualidad, como todo el ser del hombre, está insertada en una vocación superior a la santidad. \"La voluntad del Señor es nuestra santificación... cada uno de nosotros debe saber poseer su cuerpo con santidad y honor\" (cf. I Tesalonicences 4,3 ss.).



Al hablar de la sexualidad, al enseñar su doctrina, la Iglesia no puede contentarse con repetir preceptos exteriores. Ella debe invitar a un ideal alto, debe alentar a todos los fieles a vivir en su estado el ideal de la pureza cristiana, que no es solamente exterior sino que supone un corazón nuevo (cf. Mateo 5,27).



El Señor nos llama a una conversión radical para que seamos capaces de escuchar la palabra de Dios y ponerla en práctica. La sexualidad, como una dimensión fundamental del hombre, debe también entrar en este proceso de conversión. Sería grave que en un momento de crisis de valores, la Iglesia se limitase a clarificar lo que está prohibido; ella debe indicar sin temor el sacrificado camino del amor. Las exigencias del Evangelio escandalizarán a muchos, otros creerán que son inadecuadas para nuestros tiempos. \"No todos entienden este lenguaje\" (Mt. 19,11).



El cristiano está santificado en su cuerpo y el ejercicio de su sexualidad debe contribuir a profundizar esa santidad. A propósito de la sexualidad, San Pablo recuerda que el cristiano es un templo vivo del Espíritu Santo (1 Corintios 6, 20) Y que ese templo no puede ser profanado.

De un modo aún más profundo, San Pablo nos enseña que el creyente es un miembro del cuerpo de Cristo. El bautizado debe reproducir el misterio de Jesús hasta en su cuerpo, debe respetar y respetarse como ser sagrado.



Esto significa un llamado insospechado a una radical pureza, y al mismo tiempo esto confiere una grandeza inimaginada a la sexualidad humana. Cuando ella está ordenada en el matrimonio, ella permite reproducir el amor con que Cristo amó a su Iglesia (Efesios 5). Cuando ella se vive en el celibato libremente aceptado por el Reino de Dios, ella permite significar el amor total con que Cristo se entregó a la voluntad del Padre.



Finalmente, la vida misma de Jesús nos hace comprender mejor la verdad sobre la sexualidad humana. Jesús nos enseñó prácticamente cómo ama un cristiano hasta dar la vida por quien ama y nos invitó a \"amamos los unos a los otros como él nos amó\" (cf. Jn. 15, 12). El Señor invita a sus seguidores a darse sin reservas, a vivir el mandamiento nuevo. El imperativo del amor es el mandamiento nuevo. El imperativo del amor al prójimo, sin egoísmos, no es para nosotros un precepto más. Es una semilla que debe transformar el corazón mismo del hombre y debe orientar ciertamente el ejercicio de la sexualidad. Unos son llamados a vivir el amor imitando estrechamente a Jesús en el celibato, otros en el sacramento del matrimonio.



C) Reflexiones adicionales



l. La Iglesia se esfuerza por lograr para todos los hombres una educación que les permita ser personas maduras, equilibradas, responsables, capaces de convivir, de comunicar y de asumir una actitud comprometida, constructiva y crítica frente a la vida.



2. La Iglesia recuerda a los hombres que el sexo, aquello por lo cual el hombre es hombre y la mujer es mujer, sobrepasa lo genital y lo erótico y es la manera propia a unos y a otros de expresar una única naturaleza humana. El hombre puede ser plenamente hombre y la mujer plenamente mujer, independientemente del ejercicio de la relación sexual en lo genital.



La relación sexual es a la vez expresión de un amor exclusivo y estable entre dos personas maduras unidas en matrimonio y la capacidad de transmitir la vida exige de ambos una actitud responsable ante los hijos.



3. La Iglesia invita a una paternidad responsable. Es por eso lícito limitar el número de hijos a los que razonablemente se puede tener, criar y educar, siempre que haya causas proporcionadas para hacerla y se usen medios naturales para conseguirlo.



4. La Iglesia sabe que el amor humano es frágil y necesita apoyarse en una estructura social firme: el matrimonio. El matrimonio es el marco que puede salvaguardar las exigencias del amor plenamente humano y los objetivos de la sexualidad. El matrimonio permite una humanización del sexo. En la libre y fiel aceptación mutua, en la comunidad conyugal y en el seno de la familia, la sexualidad pierde el anonimato instintivo que tiene en el reino animal y se hace vehículo para un don entre personas. En el matrimonio se posibilita una colaboración con el plan creador de Dios; los esposos se hacen responsablemente instrumentos para que el ser humano vea la luz y llegue a su desarrollo como corresponde a un hombre.

Por este motivo la Iglesia enseña que el amor del hombre y la mujer en el matrimonio debe ser total, abarcando el sexo, la amistad y la espiritualidad sanamente integrados. Que requiere lealtad, por ser exclusivo, y fidelidad, por ser indisoluble. Que requiere generosidad, por ser fecundo. Que el amor enfrenta dificultades, atraviesa crisis, pero que con madurez humana y ayuda de la gracia divina, son superables y deben serio para el bien de los esposos y para el de los hijos que necesitan encontrar en el hogar estabilidad, seguridad y paz.



La familia es la escuela en que el niño aprende a ser hombre o mujer, en todo el sentido de las palabras, aprendiendo primero a ser amado y luego a amar. Todo lo que tiende a apoyar a la familia, a crear en ella un ambiente sano y positivo, contribuye más que ninguna otra cosa a la felicidad del hombre y a su correcta adaptación a la vida.



5. La Iglesia comprende las dificultades que pueden producirse en el matrimonio y los problemas que pueden crear los muchos hijos. Busca solución a los casos particulares. Pero cree que la mejor manera de evitar o de superar estos conflictos y estas situaciones penosas consiste en crear un ambiente de vida más sano, dar una educación liberadora y personalizante, una sana educación sexual desde la infancia, y una preparación adecuada al matrimonio; y crear situaciones económicas y sociales que hagan posible la digna sustentación del hogar y luego ayudar a la pareja a encontrar solución a sus problemas dentro de la estructura matrimonial. Debilitar los principios que aseguran la mayor felicidad para el mayor número con miras a dar solución a casos particulares, es multiplicar esos casos particulares, impedir su verdadera solución y abrir fuentes inagotables de sufrimientos para los hombres.



6. Toda relación sexual al margen del matrimonio carece del marco indispensable para ser plenamente responsable y fiel. Muy fácilmente, una relación al margen del matrimonio limita el amor y desintegra a la persona al separar el acto fisiológico del amor auténtico que es comunicación de las personas tomadas en su integridad. Esto es mucho más grave en aquellas relaciones donde no hay ni un atisbo de amor.



La búsqueda o aceptación del placer sexual al margen del matrimonio perturba el plan divino y el equilibrio interior del hombre.



Por la grandiosa vocación al amor a que está llamado el hombre, amor fiel y total, generoso y fecundo, amor profundamente humano y humanizante, amor integrador, espiritual y corporal, la Iglesia se opone a las relaciones prematrimoniales y extramatrimoniales; se opone al divorcio con disolución del vínculo, al control de la natalidad indiscriminado, a la esterilización, al aborto y a la legitimación de las relaciones anormales. Pero como veíamos más arriba, el centro del mensaje de la Iglesia no es una prohibición, es un sí al amor más auténtico.



7. La Iglesia presenta un ideal pero al mismo tiempo comprende los problemas que se crean en la práctica. Procura reducirlos a un mínimo y trata de buscarles soluciones humanas a nivel de cada situación particular. Ella no puede, sin embargo, hacer vanos los mandamientos de Dios. El ejemplo de Jesús nos tiene que iluminar. El fue inflexible en las exigencias y sin embargo fue increíblemente comprensivo con el débil (Jn. 4, 7-26; 8, 3-11; Lc. 7, 37ss.). El hombre concreto se sintió perdonado, pero al mismo tiempo llamado a vivir un ideal alto. La Iglesia no está para condenar, sino para que los hombres se salven. En ella, por los sacramentos y por la gracia del Señor, descubrimos que el perdón es una realidad y que es verdad que \"lo imposible para el hombre es posible para Dios\" (Lc. 18, 27).





6. POLITICAS



Nos proponemos básicamente 4 políticas:



l. defender la dignidad del sexo

2. defender el derecho a nacer

3. educar al amor

4. desarrollar una pastoral de la familia





7. ESTRATEGIAS



Al servicio de estas políticas, nos proponemos las estrategias siguientes:



l. Crear un Departamento Nacional de la Familia que coordine todos los esfuerzos de la Iglesia en este campo. Crear los Departamentos Diocesanos correspondientes.



2. Preparar material sobre este tema, adecuado a diversos destinatarios y elaborado por diversas personas o grupos:

a) para jóvenes, adolescentes, niños (Pastoral Juvenil, MOANI)

b) para los colegios católicos (DECH)

c) para las catequesis de confirmación (lSPAJ, ESEJ)

d) para las catequesis pre-matrimoniales y pre-bautismales (MFC, ONAC...)

e) para las catequesis de adultos (ONAC)

f) para las escuelas de padres (Centro de Perfeccionamiento del Magisterio)

g) para las comunidades de base. Formar los monitores correspondientes para utilizar dicho material.



3. Organizar una Campaña Nacional o una Semana Nacional de la Familia.

Promover a través de los centros de pastoral juvenil, y con el concurso de los grupos juveniles, Jornadas o \"Semanas del Amor Cristiano\" (según el modelo de la \"Semana para Jesús\").



4. Crear Centros de Planificación Familiar por medios naturales, tanto de investigación como de extensión y de asesoramiento.



Dar a conocer el pensamiento de la Iglesia en lo referente a medios artificiales de control de la natalidad, esterilización y aborto.



5. Formar el personal de la salud, tanto en los centros de estudio (Escuelas de Medicina, de Enfermería, de Obstetricia...), como en los centros de trabajo (Hospitales, Consultorios...), en el respeto del derecho a nacer y en el uso de los medios naturales al servicio de una paternidad responsable.



6. Trabajar en los medios de comunicación social, tanto para que difundan a través de sus programas ordinarios una concepción adecuada del sexo y del amor, como para que difundan programas educativos al respecto.



Unificar el criterio del personal apostólico en todo lo referente al tema.





II. DEL DINERO A LA JUSTICIA





l. HECHOS



a) Hay algunos hechos positivos



1. Muchas familias obreras y campesinas han alcanzado a lo largo de los 30 ó 40 últimos años un mejoramiento notable de su nivel de vida.



2. Si bien este nivel se ha deteriorado para muchos, en algunos sectores de la economía se mantienen niveles de remuneración satisfactorios.



3. El gobierno ha tomado algunas medidas para paliar los efectos de la cesantía: aumento de la duración del subsidio de cesantía, Plan del Empleo Mínimo (PEM), capacitación de algunos de los que trabajan en él.



Ha habido también preocupación especial por la extrema miseria.



Igualmente, se dan pasos importantes para combatir la desnutrición infantil en sus niveles de gravedad.



4. Las Iglesias y algunas otras instituciones han colaborado y siguen colaborando en movimientos de solidaridad: comedores infantiles, bolsas de trabajo, policlínicas gratuitas, etc.



5. El gobierno lleva a cabo una política económica de buena calidad técnica, coherente y continuada, aparentemente independiente de los intereses privados. Gracias a ella, se ha logrado reducir considerablemente la inflación y el déficit fiscal, servir la deuda externa, aumentar las exportaciones; y se percibe ya en algunos sectores o se puede esperar para el futuro un despegue que traiga más ocupación y mejores remuneraciones para los asalariados.





b) Muchos otros hechos son negativos



6. Llama la atención la importancia preponderante dada a lo económico. La economía ha llegado a interesar casi tanto como el deporte: es un tema dominante en las conversaciones, en los medios de comunicación social, en todo lugar y a toda hora.



7. El dinero ha pasado a ser el valor supremo. Ser rico es ser un vencedor, es ser feliz. Ser pobre es ser un derrotado.

8. En los unos la carencia o la escasez de dinero llega a ser obsesiva: produce frustración, desaliento, angustia. En los otros el afán de dinero se vuelve igualmente obsesivo, pasa a ser la razón de vivir. Produce tensión por el temor de perderlo, y un ansia de satisfacer todos los deseos y caprichos.



9. Se tiene la impresión que, en la medida en que hay desarrollo económico, éste favorece, al menos directamente, a un sector muy pequeño, que aparece gozando de gran prestigio: gerentes, financistas, economistas.



10. En cambio pareciera que el desarrollo social, que interesa a la gran mayoría, no fuera una meta directamente buscada sino, más bien, una consecuencia que llegará a su hora. Incluso parece que se considerara, a veces, como un gasto excesivo, un lastre que dificulta el despegue.



11. La desigualdad económica entre los diversos sectores de chilenos tiende a crecer: unos pocos, mucho más ricos; muchos, bastante más pobres. En una misma empresa, hay una diferencia excesiva entre los sueldos más altos y los más bajos. A veces se reajustan más los sueldos más altos y menos los más bajos.



El dinero viene a constituir como una frontera interna al interior del país, haciendo más difícil la convivencia social.



12. El libre mercado, el aumento de las exportaciones han inundado el comercio de artículos importados, para nosotros suntuarios: equipos electrónicos, juguetes mecánicos, whisky, hasta papel confort o alimentos para canarios. Esto ejerce un efecto frustrante sobre los que miran las vitrinas y no pueden comprar, y estimula deseos artificiales en muchos, desequilibrando los presupuestos domésticos.



13. Las pollas, loterías, casinos, concursos millonarios... mantienen en muchos la ilusión de ser ricos sin esfuerzo. Por uno que logra una fortuna -que las más de las veces no sabe aprovechar- miles quedan frustrados, fuera de haber incurrido en un gasto inútil.



14. En las poblaciones urbanas, principalmente, se observa desnutrición infantil, deserción escolar, vagancia, delincuencia y prostitución juvenil, alcoholismo.



15. Los campesinos se quejan, algunos de haber quedado sin tierra, otros de los insumos caros, de los préstamos prohibitivos, de la falta de ayuda técnica, del bajo precio de los productos, del debilitamiento de sus organizaciones sindicales o cooperativas.



A menudo, también el agricultor más rico se queja de que sus productos deben competir con productos extranjeros, mientras que sus importaciones pagan fuertes aranceles.



16. Los profesores están mal pagados. Muchos estudiantes deben dejar sus estudios por el costo de la educación o por no poder pagar la pensión, si viven fuera de casa.



17. La atención hospitalaria, el acceso a la vivienda se vuelven difíciles para los que tienen escasos recursos.



18. Quizás el problema más grave es la cesantía y la desocupación, especialmente cuando hay cargas de familia y la falta de trabajo se prolonga por largo tiempo y no queda ya nada para vender.



Los más afectados son los menos capacitados. También los jóvenes que buscan trabajo por primera vez. Y los que han tenido algún problema o tienen antecedentes de carácter político.



La cesantía es frustrante y deprimente.



19. El Plan del Empleo Mínimo es un paliativo. Se le puede reprochar sin embargo que el que se acoge a él recibe un ingreso apenas suficiente para comer él solo y debe sin embargo trabajar nominalmente una jornada completa.



En muchos casos no se logra ocupar a los acogidos al PEM en tareas verdaderamente productivas, por falta de herramientas, de materiales...



A veces se toma el estipendio que da el PEM como si fuera un salario mínimo que los particulares pudieran ofrecer a sus empleados. En algunos casos parece que particulares habrían aprovechado gratuitamente de la mano de obra del PEM, ahorrándose así el tener que contratar obreros y pagarles el salario legal y las imposiciones.



20. Las remuneraciones bajas, en relación al alto costo de la vida; las jubilaciones, pensiones y montepíos insuficientes para subsistir decentemente, causan también muchas amarguras.



21. La extrema miseria atenta muchas veces a la dignidad de sus víctimas.





2. CAUSAS



l. Una causa fundamental es el egoísmo propio del ser humano, y la ignorancia del sufrimiento ajeno; el afán de dinero, el deseo de placer, las aspiraciones que nunca se agotan, la falta de austeridad en la manera de vivir, la incapacidad de gozar con las cosas gratuitas o baratas de la vida.



2. Otras causas son la pereza, la indolencia, la irresponsabilidad, el alcoholismo. También la falta de escolaridad, de cultura, de capacitación profesional.



3. Hay causas que nos sobrepasan: la crisis económica mundial, el bajo precio del cobre, el alto precio del petróleo, los problemas de orden político, la difícil situación internacional; el pago de las deudas contraídas, la dificultad para obtener crédito.



4. Hay quienes piensan que la política económica vigente, buena tal vez en cuanto a la producción y comercialización de bienes, es insuficiente en cuanto a la redistribución de los ingresos y no pro pende a reducir las desigualdades económicas. Tendría un costo social muy alto y prolongado, del cual pagarían una parte desproporcionada los económicamente más débiles.



5. Cabe alegrarse de la reducción considerable de la inflación. Pero no debe olvidarse cuánto el proceso inflacionario perjudicó a los asalariados.



Los reajustes, por lo general, no compensan plenamente el aumento de los precios.



6. Los medios de comunicación social tienen sin duda su parte de responsabilidad en los problemas económicos y sociales por los contravalores que tal vez inconscientemente inculcan y porque no educan debidamente a la población.



7. Otra causa de los males señalados es la falta de participación y de influencia de los sectores económicamente débiles tanto en la información como en la toma de decisiones. El debilitamiento de la vida sindical, por una serie de restricciones, priva a obreros y campesinos de la posibilidad de hacerse oír eficazmente por los que deciden.



8. Al buscar las causas, no se está estableciendo culpabilidad. Culpables somos todos en mayor o menor grado. Lo más importante es descubrir y reconocer nuestra propia culpabilidad.



Hay sin duda personas y estructuras más responsables que otras y en algún caso deben ser denunciadas para que se ponga remedio. Pero aun la denuncia, aun los cambios, para ser legítimos y eficaces, deben proceder del amor y no del odio, ser hechos con humildad y no con prepotencia.





3. TEXTOS BIBLICOS (Pbro. Antonio Moreno)



a) del Antiguo Testamento



Gén. 1, 26-31: Dios ha dado toda la creación al hombre, para que la posea plenamente

Gén. 13, 5-12: Desprendimiento de Abraham que pone el cuidado de su interés en Dios

Gén. 26,1-6. 26-30: Confianza en la prosperidad que da Dios. Buscar la prosperidad en la fidelidad a Yahveh

Ex. 20,15.17: Robar, codiciar los bienes del prójimo, aleja de la bendición de la Alianza

Dt. 8, 11-20: La prosperidad y la riqueza conllevan el peligro del olvido de Yahveh

Dt. 14, 22-29: El diezmo orienta el uso de los bienes de este mundo hacia Dios y hacia el prójimo

Dt. 17, 17: La Ley recuerda al rey de Israel que no debe ostentar mucho poder ni riqueza para que su corazón no se engría sobre sus hermanos

Dt. 26, 1-11: Todo lo que tenemos lo hemos recibido de Dios

Jos. 7, 16-26: Las guerras de Yahveh exigen el desprendimiento persona

2 Re. 5, 15-16. 20-27: La existencia profética tiene el desprendimiento de los bienes materiales como signo

2 Crón. 29, 1-20: El dinero, que viene de Dios, es puesto al servicio de Dios

Is. 2, 6-8: La riqueza conduce a la idolatría

Is. 5, 8-10: Oráculo profético contra la acumulación injusta de riquezas

Jer. 5, 26-29: Yahveh no dejará de pedir cuentas a quienes se hayan enriquecido injustamente

Job 31,16.25.31.32: El justo no pone su confianza en el oro sino que mira a la necesidad del pobre.

Ps. 52: La riqueza da confianza al malvado

Ps. 73: El justo corre el riesgo de escandalizarse ante la riqueza y prosperidad del impío, pero pone su bien en estar junto a Dios

Prov. 10, 16: Buen y mal uso del dinero

Prov. 15, 16-17: La riqueza no da la paz al alma

Prov. 23, 4-5: La riqueza es engañosa, no vale la pena fatigarse por ella

Prov. 30, 7-9: La oración de un sabio: no me des pobreza ni riqueza para que no me dé al robo ni reniegue de Dios

Canto 8, 7: El dinero no compra el amor

Ecl. 30, 14-16: La riqueza no da la salud

Ecltés. 5, 9.16: El dinero no es garantía de vida ni fuente de felicidad



b) del Nuevo Testamento



2 Cor. 8, 7-9: Jesucristo siendo rico se hizo pobre para enriquecemos. Compartamos nuestros bienes con los necesitados

2 Cor. 6, 10: Nada tenemos y todo lo poseemos

Lc. 6, 24: ¡Ay de vosotros, los ricos!

Lc. 16, 9-15: No se puede servir a Dios y al dinero. Granjearse amigos con el dinero

Mt. 13, 22: El cuidado de las riquezas puede ahogar la palabra de Dios en el corazón del hombre

Lc. 12, 15-21: Lo que importa es atesorar para Dios

Lc. 12, 22-32: Buscad primero el Reino y lo demás se os dará por añadidura

Mc. 10, 17-31: Vende lo que tienes y dalo a los pobres. Es difícil que un rico entre en el reino de los cielos. Recompensa del desprendimiento

Lc. 16, 19 -31: El rico no puede salvarse si olvida a los pobres que tiene a su puerta

Col. 3,5: La codicia es una idolatría

2 Pe. 2, 3.14: Los falsos doctores son codiciosos

Sant. 2, 1-9: Ricos y pobres en las asambleas litúrgicas. Los ricos son los que os oprimen

1 Jn. 3, 17-19: El amor de Dios permanece sólo en quien comparte sus bienes con el necesitado





4. TEXTOS MAGISTERIALES (Exequiel Rivas)



León XIII: Rerum Novarum, 1891.- Pío XI: Quadragesimo Anno (Ns. 57-58-60), 1931; Charitate Christi Compulsi (Ns. 2, 3, 15, 20), 1932.- Pío XII: La Solemnitá (Ns. 12-18), 1941.- Juan XXIII: Mater et Magistra (Ns. 41-45, 82-103, 50-156, 157-184), 1961; Pacem in Terris (Ns. 56, 64, 91-97, 139), 1963.- Vaticano II: Gaudium et Spes (Ns. 63-72), 1965.- Paulo VI: Populorum Progressio (Ns. 8, 9, 22, 23, 24, 45-47, 49, 60, 61), 1967; Octogesimo Adveniens, 1971.



Conferencia de Medellín: Justicia, 1968; Paz, 1968; Familia y Demografía, 1968.



CECH: La Iglesia y el problema del Campesinado chileno, 1962; El deber social y político de la hora presente, 1962; Chile, voluntad de ser, 1968; Evangelio, Política y Socialismos, 1971; Fe cristiana y Actuación política, 1973; Evangelio y Paz, 1975; Nuestra convivencia nacional, 1977; La esperanza que nos une (a los campesinos), 1977.




- Sigue en:
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