Señor Intendente de la novena Región de la Araucanía don Ricardo Celis y señora; distinguidas autoridades; hermanos y hermanas en el Señor y en la hermosa patria que nos cobija:
Con inmensa alegría, elevamos al Señor, nuestra Acción de Gracias por la Patria en el centésimo nonagésimo cuarto aniversario de su vida independiente.
Hacer un Te Deum por ella es verdaderamente "justo y necesario". ¡ Es tanto lo que le debemos ! ¡ Es tanto lo que de ella hemos recibido !. La Patria, como la madre, marca nuestra personalidad y nuestro carácter, nos deja la herencia de sus valores y nos entrega los desafíos que su dolor reclama. Con la Patria hemos aprendido a gozar y sufrir. En ella aprendimos a caminar desde niños y desde ella partiremos a la Patria Eterna.
Nos hace bien contemplar este Chile que decimos tanto amar. Nos sentimos atraídos con especial encanto por nuestro paisaje y territorio. Recordamos la calidad de su pueblo y su interesante historia. Ella, nos ha enseñado, a veces con dificultad, a respetarnos en nuestras maneras de ser; a aceptarnos necesariamente distintos y a dialogar para construir, juntos, la Patria en la paz, la libertad y la justicia.
Queridos hermanos, hoy recordamos que Chile es nuestra tarea y nuestra gran responsabilidad. Y en el nombre de Cristo queremos asumir nuestra tarea. Es la rica herencia que hemos asumido de nuestros mayores y que debemos enriquecer con nuestro aporte generoso.
En este marco, los Obispos de la Iglesia Católica chilena hemos querido sumarnos al esfuerzo que se está llevando a cabo en el país por instalar el tema del Bicentenario de la Independencia Nacional en la Agenda Pública de Chile. Queremos hacerlo, desde nuestra perspectiva, colocando el acento de esta preocupación, no solo en el afán modernizador de las infraestructuras, sino más bien en los actores encargados de construir la sociedad.
Hace, tan sólo algunos días, he presentado en la Diócesis un Documento de trabajo de la Conferencia Episcopal, denominado: “ EN CAMINO AL BICENTENARIO” , en él, los Obispos afirmamos: “Construir la Patria es una tarea interesante, hermosa, desafiante, que a todos nos concierne, más aún si tenemos presente que en ella nos preparamos a vivir en la Patria definitiva y plena que todos anhelamos. En este sentido pensamos que el Bicentenario de nuestra Independencia Nacional, puede ser ocasión de reencuentro con el “Alma de Chile”, en palabras consagradas por el recordado Cardenal Raúl Silva Henríquez,y de proyección de la mirada hacia el futuro con la voluntad de refundar a Chile, a partir de la fecundidad de los valores esenciales que sustentan nuestra identidad nacional” . Decía Don Raúl: “Chile tiene su alma. Cataclismos naturales, potentes apetitos foráneos, guerras externas y largas noches de interna disensión hasta el odio; pobreza, sufrimiento – el sufrimiento más terrible de todos -, no amar al hermano, no han podido arrebatarle a Chile su alma. Y en esta hora de acción de gracias por una herencia que nos enaltece, nos estremece también la esperanza; Chile quiere seguir siendo Chile. Chile – concluía- anhela empezar otra vez, estar como antes, como siempre a la cabeza de los grandes valores: pequeño y limitado, tal vez, en su potencia económica, grande y desbordante en su riqueza de espíritu.” En tres primados, el Cardenal Silva recordaba la esencia del alma de Chile: el primado de la libertad sobre todas las formas de opresión; el primado del orden jurídico sobre todas las formas de anarquía y arbitrariedad y el primado de la fe sobre todas las formas de idolatría.
“El Bicentenario de nuestra Independencia acontece en tiempos en que la discusión valórica ha cobrado especial interés en temas tan cruciales como el respeto por la vida, el servicio público, el futuro del matrimonio y la familia, el desarrollo económico, la calidad de vida, la extensión de las mismas oportunidades a todos y la justicia social, el sentido y el ejercicio de la sexualidad, la libertad de expresión y el respeto debido a las personas, y tantos otros que se debaten entre nosotros” .
Frente a estas discusiones es importante interrogarse en torno a ¿Quiénes son las personas o grupos que dan cuerpo a la sociedad y la ponen en movimiento? ¿Quiénes son los que escenifican el complejo “drama” que es la vida en sociedad? ¿Cómo se constituyen esos actores y como se configuran sus identidades. Una respuesta posible es que cada individuo es por definición un actor social, en tanto su existencia y su acción particular, al unirse a la de todos los demás, confluye espontáneamente en esa abstracción conceptual que es la sociedad.
Como Iglesia Católica, queremos poner a disposición de todos los que queremos emprender esta tarea, su magisterio en materias sociales, con el rico testimonio de hombres tan relevantes para nuestra historia, como fueron el compromiso del Padre Alberto Hurtado, o el pensamiento del Cardenal Raúl Silva Henriquez y muchos otros más. Sin duda que se trata de una valiosa herencia, que debe ser aprovechada, especialmente por nuestros jóvenes, para formarse en el pensamiento fraterno y humanizador de quienes han promovido una sociedad más justa, equitativa y solidaria.
El desafío es rescatar en el Alma de Chile, las fuentes que testimonian la dimensión social de la historia, de lo local, de la memoria colectiva y en general del rol de la sociedad civil en su esfuerzo cotidiano de construir la sociedad. Las mismas redes de apoyo y colaboración generadas entre estos actores, constituyen parte del más rico capital social de nuestro tiempo y que corresponde a una mirada “distinta y no distante” sobre quienes construyen sociedad hoy día en Chile. No sólo quienes aparecen públicamente como instancias de poder o acumuladores de riqueza, son constructores de sociedad.
Sin duda que una reflexión más amplia y en profundidad de estos temas fortalecería el capital social de nuestra sociedad actual, rescatando aquellos aspectos relevantes de la historia e interpretando las nuevas situaciones de cada tiempo. Esto cobra especial relevancia si consideramos el mundo en que vivimos, donde muchas veces las discusiones valóricas surgen de situaciones generadas globalmente.
Frente a la pregunta: ¿quiénes son los que construyen sociedad hoy en día?, la respuesta es, sin duda, que todos lo hacemos desde los múltiples roles que desempeñamos. El tema sin embargo son las diferencias en las posibilidades de influir en mayor o menor medida en la construcción general de nuestra sociedad. Lamentablemente la última encuesta CASEN, nos muestra, que una parte importante de nuestra sociedad está sumida en la pobreza, y lo que es peor, un número grande, lo está en la marginalidad, imposibilitados de toda participación. Dice la encuesta: En cifras redondas Chile tiene 15 millones de habitantes, de ellos, a nivel nacional 18,8 % ( 2.907.700 personas) son pobres, cosa que se agrava en nuestra Región de la Araucanía, porque la pobreza alcanza a un 29 % ( 252.864) Y de esta última cifra, 20,1 % son pobres no indigentes( 175.253) y 8,9% son indigentes o marginados (77.611). Al estudiar a fondo dicha Encuesta, concluimos que todos los que tenemos alguna responsabilidad en la marcha del país, estamos llamados a sentir en carne propia las carencias, sufrimientos y frustraciones de los pobres y, sobre todo, de los más marginados”. Tenemos ante nosotros un inmenso desafío.
El 16 de octubre de 2000, mediante Decreto Supremo 176, el Presidente de la República, don Ricardo Lagos Escobar, creó la Comisión Asesora para la celebración de los doscientos años de la Independencia de Chile y al convocarla dijo: "...es deber de todo chileno, especialmente de los jóvenes de este país, soñar, crear, imaginar, innovar y descubrir los nuevos espacios que el país ha comenzado a crear para todos"
Asumiendo este complejo desafío, la Comisión Bicentenario se propuso impulsar acciones, marcar hitos y propiciar con espacial énfasis la materialización de obras que tengan un significado profundo y que respondan al sentir de la ciudadanía.
En este llamado sin duda todos tenemos un rol que cumplir; sin embargo creemos que nuestra preparación no sólo debiera ser el reflejo de la búsqueda de la modernización del país, sino sobre todo la valoración de la dignidad humana especialmente de los más pobres o de aquellos que viven en condiciones de injusticia.
Al respecto pensamos los obispos: “... no somos neutrales en la construcción de la sociedad del presente y del futuro. Tenemos un aporte muy propio que recibimos de Jesús y su Evangelio y que se sintetiza en el Reino de Dios que El instauró con su vida, con su pasión, con su muerte y su resurrección. Nos interesa un país construido bajo la inspiración del Sermón de la Montaña y con los principios acuñados en la Doctrina Social de la Iglesia. Por eso, y como una forma de abrir el diálogo que proponemos, deseamos compartir algunas certezas y valores que orientan nuestro aporte pastoral en vistas a una vida más humana y más plena para todos” .
Comparto con ustedes en esta mañana, la profunda convicción que tenemos los obispos cuando expresamos: “La piedra fundamental de nuestra construcción es poner a Dios en el primer lugar de nuestra vida y de nuestros proyectos. Siempre están intrínsecamente unidos a la formación de la comunidad y al amor al prójimo con el estilo de Jesús: “este es mi mandamiento, que se amen unos a los otros como Yo los he amado” . La historia nos enseña dramáticamente que, cada vez que ponemos al hombre en la cima de la historia, las luchas de poder nos devoran y el narcisismo nos destruye. El hombre – varón y mujer – no es ni puede ser la medida de sí mismo. Necesitamos una referencia fundamental hacia Dios, Padre y Creador, y hacia los designios que El mismo nos ha revelado a través del Señor Jesucristo”.
También estamos convencidos que: “el futuro que soñamos, la sociedad ideal del mañana, debe tener a la persona como medida. Hablar de persona no es hablar de individuos aislados sino de seres razonables que aman y son amados, que se relacionan con los demás, que se hacen responsables de su propia vida y se ponen al servicio de los demás”.
“Si cada vida es sagrada, la vida de los más débiles, de los pequeños, de los enfermos y la vida de los más pobres, cobran especial importancia a los ojos de Dios. Y lo que más ennoblece a un pueblo es honrarlos con una opción preferencial. Es necesario ponerse al servicio del protagonismo de los pobres de modo que no sólo se hagan cosas para los pobres sino que se hagan con los pobres y desde los pobres, su dignidad exige que sean protagonistas de su desarrollo”.
“¿Habrá que recordar que el desarrollo de la calidad de vida es mucho más que el simple progreso material? En efecto, el progreso material, siendo importante, no constituye de por sí el único indicador de desarrollo ni es la única meta del trabajo y de la preocupación social. El progreso material es un medio necesario que debe ser puesto al servicio de la dimensión superior y espiritual del hombre. De lo contrario se vuelve contra el hombre. Medir el desarrollo del país sólo por los indicadores económicos, por el crecimiento de su producción o por el ancho de sus carreteras, es empequeñecer la visión de la persona humana y de la vida en sociedad. En este sentido, el desarrollo del ser antes que el tener, y el de los ideales que superan el mero pragmatismo, son llamados que vienen de lo más hondo del corazón humano. Ya nos decía el Papa Pablo VI que el verdadero desarrollo consiste en pasar de condiciones menos humanas a condiciones más humanas”.
Hay tres grandes valores relacionados con la dignidad de la persona: el derecho a la libertad, el respeto a la conciencia y el amor por la verdad que deben estar siempre presentes, como telón de fondo de todo nuestro esfuerzo por construir una sociedad solidaria, más justa y equitativa.
Finalmente, los obispos, volvemos a reconocer que: “Para la Iglesia, la vida social es parte integrante de su preocupación pastoral, por fidelidad al mismo Jesús. Por eso, junto a todas las personas de buena voluntad, desea colaborar en la construcción de una nueva sociedad. Las mismas enseñanzas de Jesús y su larga experiencia en humanidad, le permiten a la Iglesia contribuir a un discernimiento que hace posible avanzar por este camino, evitando que el mal y el egoísmo, tan reales y tan enraizados en la historia humana, puedan transformar dicho progreso en una trampa que nos deshumanice. Por otra parte, enriquecida por la experiencia de la Cruz, la Iglesia sabe que el éxito fácil no existe, y que el sacrificio y la entrega a los demás en actitud de servicio es condición de todo avance sólido. “El que no carga con su cruz y viene detrás de mí, no puede ser mi discípulo” . Seguir a Jesucristo implica hacerse prójimo del otro, lo que supone necesariamente dejarse afectar por la situación vital del prójimo , exponerse para cambiarla, y no poder seguir viviendo como si nada hubiera cambiado en nuestra vida. Esa cruz necesaria, llevada con Jesús, es fuente de vida y de resurrección”.
Una palabra, referente al próximo proceso de elecciones municipales. Considero muy importante la elección de los futuros Alcaldes y Concejales. Las Municipalidades juegan un rol muy importante en la vida de todos los sectores más vulnerables de la población. Participemos con responsabilidad y respeto a las personas. Votemos en conciencia. Que no haya vencedores y vencidos. No descalifiquemos al contrincante. Les invito a orar por quienes resulten elegidos. Necesitarán mucha sabiduría, espíritu de sacrificio y generosidad para gobernar las Comunas sirviendo especialmente a los más pobres y marginados y en especial al Pueblo Mapuche.
Finalmente, quiero terminar estas palabras con una reflexión del Padre Hurtado: “Chile tiene una misión en América y en el mundo: misión de esfuerzo, de austeridad, de fraternidad democrática, inspirada en el espíritu del Evangelio – y esa misión se ve amenazada por todas las fuerzas de la vida cómoda e indolente, de la pereza y apatía, del egoísmo”. ...”La misión de Chile queremos cumplirla, nos sacrificaremos por ella. Nuestros Padres nos dieron una Patria libre. A nosotros nos toca hacerla grande, bella, humana, fraternal. Si ellos fueron grandes en el campo de batalla, a nosotros nos toca serlo en el esfuerzo constructor.”
A Jesús, que nos invita a construir “el Reino” de paz, amor y justicia, le pedimos inspiración, para que siguiendo las huellas de los hombres y mujeres patriotas que nos ha precedido en la historia de Chile, podamos superar los márgenes de todas las pobrezas e inequidades que le impide a los chilenos vivir como verdaderos hijos de Dios. A María Santísima le pedimos su intercesión para que el Señor nos conceda todas estas gracias. ¡ASI SEA!
Temuco, 18 de septiembre de 2004-09-17
† Padre Obispo Manuel Camilo Vial
Obispo de Temuco