Discurso pronunciado en un homenaje que se le tributó en la ciudad de Talca, 7 de octubre de 2004
Fecha: Jueves 07 de Octubre de 2004
Pais: Chile
Ciudad: Talca
Autor: Mons. Carlos González Cruchaga
Estimados amigos:
Deseo agradecer tantas muestras de afecto que he recibido en estos días y sólo puedo decirles que Dios se los pague. Él es buen pagador.
El 23 de Septiembre, en la Misa celebrada en la Iglesia Catedral con motivo de mis sesenta años de vida sacerdotal, recordé que Jesús no murió por los ángeles sino por los hombres y mujeres de todos los tiempos.
Un cristianismo desencarnado no es consecuente con quien nació en Belén y murió en la Cruz. La realidad de la Encarnación de Cristo es la base de toda vida cristiana.
En este día que ustedes han llamado “sesenta años de humanidad” deseo plantear el problema humano de la desigualdad y la mala distribución de los bienes que no es el querer de Dios que nos revela Jesucristo.
A) Un problema de siempre
La mala distribución de la riqueza es una realidad permanente en todos los lugares y en todos los tiempos.
Con espíritu de fe, ojalá que con serenidad, deseo presentar la visión de quien ha recorrido varias etapas de la vida, e intentaré “agradar a Dios y no a los hombres”, como siempre repetía Don Manuel Larraín.
No deseo hacer un discurso de nostalgias del pasado; pero si deseo con ustedes pensar en el futuro y algunos recuerdos pueden ayudar a entrar en el tema. Percibo con preocupación, que tal vez inconscientemente vivimos situaciones graves y complejas que serán de grandes consecuencias negativas si no son resueltas en forma digna y cristiana.
Nací en el año 1921 en los inicios del gobierno del Presidente Arturo Alessandri y era el tiempo en que Chile estaba despertando de la gran tranquilidad, del siglo XIX. Se recordaba a Arturo Prat y se veían en la calles a “los veteranos del 79” soldados sobrevivientes de la guerra del Pacífico.
Me impactó la crisis económica mundial del año 1929 hasta 1931 y que se acrecentó en Chile por el cierre de las salitreras en el Norte. Era fuerte ver las largas filas de chilenos en “las ollas comunes” y asistir al colegio con los pantalones parchados y con los zapatos en malas condiciones.
Vi desfilar sucesivos presidentes de Chile: entre los cuales recuerdo a Carlos Ibañez del Campo y su dictadura; a Pedro Aguirre Cerda con el “Frente Popular”; a Eduardo Frei con “la revolución en libertad” y la “Reforma Agraria”; Salvador Allende con “la Unidad Popular” y “el socialismo a la chilena, con empanadas y vino tinto”.
Viví intensamente por 17 años el Gobierno Militar, desde 1973 hasta la llegada de Patricio Aylwin.
He visto como “el orden establecido” suele quebrarse y recuerdo el pensamiento del Padre Hurtado: “Se es responsable de una revolución no sólo cuando se la hace, sino también cuando se la provoca”
La mala distribución de las riquezas se proyecta en el tiempo y generalmente no deseamos mirar esa realidad. Es doloroso ver la gran desigualdad en que viven las personas y cómo la cuenta la pagan los más frágiles y cómo se enriquecen aún más los poderosos.
Vivimos en un esquema social injusto, en términos cristianos estamos “en pecado mortal” y con razón se habla del “mercado cruel”.
Se ha progresado en forma notable y basta recorrer las carreteras de Chile para afirmarlo. Ha subido el estándard de vida y también han crecido las expectativas de nuestros compatriotas. Han disminuido los indicadores de la “pobreza dura”; pero falta mucho por avanzar.
Casi todos los días, por los medios de comunicación, se percibe la gran complacencia por nuestros avances económicos, lo cual es verdadero, pero las causas de muchos problemas subyacentes están escondidos o maquillados.
Sólo entregaré algunas cifras y estadísticas. Espero que muchos de ustedes hayan escuchado comentarios sobre los informes de las Naciones Unidas y sobre los resultados de la encuesta Casen. Son trabajos serios y confiables; pero en esos documentos no se puede expresar lo que sucede en el corazón de las personas. Chile está entre los 15 países del mundo con peor distribución de la riqueza, el 50% de los trabajadores no han completado su enseñanza media y la desigualdad no ha disminuido.
Mayor enriquecimiento ha significado mayor desigualdad y los monopolios han acrecentado las fortunas de unos pocos, con la mayor pobreza de muchos.
Los Estados, por lo general, son más débiles que los grandes monopolios y las decisiones globales no son siempre asumidas por los gobernantes, sino por los poderosos. El mercado regula los empleos, los salarios y las condiciones de vida.
Reitero lo expresado por Alberto Hurtado: las revoluciones se provocan en el tiempo y no son los actores materiales los principales responsables. Esta afirmación es fácil de comprobarlo con las revoluciones y la Independencia de Chile y de todos los países de América. Fue el resultado de la prepotencia y de los errores de los gobiernos europeos.
B) Cuatro rostros preocupantes
a) Los temporeros, más de 400 mil chilenos, que son perjudicados en su familia por no tener estabilidad. Ellos no están entre el escaso 10% de los trabajadores que han ejercido su derecho a sindicalizarse.
b) Los ancianos con una pensión preocupante. En el año 2004 existen 1.700.000 ancianos y en el año 2.020 habrán sobrepasado los tres millones. Se va agudizando una realidad dolorosa. que tal vez nos negamos a pensar. Hace poco meses atendí a un anciano en su última enfermedad, recibía una pensión de 37.300 pesos y un bono de invierno de 20.000 pesos ¿ cómo se puede vivir con dignidad en esas condiciones?.
Los medicamentos suelen ser caros y es un misterio constatar como se vive en forma tan precaria.
c) Los pequeños campesinos, eternos marginados y casi ignorados, porque siempre se habla de “la agricultura”; pero casi nunca de “los campesinos” que son personas que trabajan y viven preocupados de la tierra y de sus problemas locales. Con frecuencia son explotados por los intermediarios que compran sus productos a vil precio.
d) Los cesantes. Según los datos existen entre un 8 a un 10% de la población activa sin trabajo. Es una cifra engañosa porque hay tantos cesantes disfrazados como “el que lleva aguita para las flores” en los cementerios o el que vende “super ocho” en las esquinas o en las micros.
La falta de trabajo por tiempo prolongado es fuente de agresividad y de resignaciones negativas y qué verdadero es lo que expresó un cesante “aquí se nos quebró la poesía”.
Hemos optado hace muchos años por la técnica avanzada y eso ha traído una cantidad mayor aún de gente sin trabajo. Es una opción válida; pero sacrificar la persona para reemplazarla por la máquina es un costo peligroso y casi sin solución.
Los temporeros, los pequeños campesinos, los ancianos y los cesantes, muchas veces pierden su identidad personal que tal vez nunca fue muy definida; pero saberse “poca cosa” y pensar que “ahora no soy nadie” es tremendamente injusto e inhumano.
La rabia y la amargura crecen por dentro y esa realidad, si explota socialmente, crea grandes problemas y rebeldías.
No tengo mayor interés político o partidista. Veo el mañana y creo con honestidad que este actual sistema, a lo largo del tiempo, va a colapsar con grandes dolores de cabeza, con mucha violencia y con mucho odio. Por eso considero urgente pensar cómo mejorar este deshumanizado esquema. Estamos absortos en el consumismo, por la enfermedad de comprar lo que sea; pero qué poco se piensa en lo que se está generando, posiblemente, a largo plazo.
He visto muchas reacciones de frustración, he observado muchos rostros con odios que no se atreven a expresar lo que piensan y creo que en sus corazones se va generando rabia, desamor, con muchos problemas personales y sociales.
A todos nos preocupa la delincuencia, el crecimiento de la drogadicción, el alcoholismo, las violaciones y los accidentes de los jóvenes que regresan de los “carretes”; pero qué necesario es reflexionar que todas esas reacciones no se arreglan colocando más murallas y alarmas en las casas o aumentando las normas prohibitivas. Como ha dicho sabiamente mi sucesor Don Horacio Valenzuela: “De poco servirá mejorar los caminos si no hay incentivos para caminar, de poco servirán casas nuevas si no hay amor familiar que cobijar. Progresar sólo puede significar avanzar hacia una vida humana, más plena, más feliz”. (En el Te Deum, 2004)
Las soluciones transitorias suelen ser parches, pero el odio, la baja estima, las frustraciones, sólo se superan con justicia, con verdad y con amor. No basta la beneficencia y los consejos paternalistas. Crece la brecha entre padres e hijos porque lo individualista está ahogando lo comunitario.
Pido reflexionar y pensar en el Evangelio y en la persona de Jesús. Allí está la verdadera respuesta.
C) Algunos criterios para construir un decálogo social
No tengo respuestas técnicas para dar la solución adecuada a estos grandes temas sociales. No soy economista, ni sociólogo y sólo puedo decir como San Pedro al paralítico en la primitiva Iglesia “no tengo oro ni plata”, pero lo que tengo te lo puedo entregar” y le devolvió la salud en nombre del Señor Jesús.
Algunas reflexiones:
1. Es necesario abrir el corazón y los ojos para entender la magnitud de esta grieta entre pobres y ricos. Se trata de “internalizar” estas situaciones.
2. “La tierra es mía y el oro es mío, dice el Señor”. Está en la Biblia.
No somos dueños sino sólo administradores de los bienes y del dinero. Fuimos creados por Dios para colaborar en la obra de la creación y quien se hace propietario de lo ajeno comete un error, por no decir un pecado.
3. Es justo tener aquello a lo cual se le puede dar vida y lo que sirve para mejorar una digna calidad de vida.
Acumular bienes superfluos, no es una actitud cristiana. Tener por tener, o por aparentar, va contra la ley de Dios.
4. La solidaridad y la recta distribución de las riquezas es el criterio cristiano enseñado por la Iglesia. Jesús alabó a Zaqueo cuando él dijo “repartiré la mitad de mis bienes a los pobres”. “Ese día entró la salvación a esa casa”. Ese es el sentido del Evangelio que se nos pide entender , aceptar y practicar.
5. Ningún proceso es irreversible. Desde joven escuché lo contrario; pero he visto cómo lo que parecía definitivo deja de serlo. La caída del muro de Berlín significa que lo que parecía permanente fue transitorio. Es necesario abrir caminos para esta nueva etapa de la humanidad.
6. Todo tiene antecedentes y todo tiene consecuencias. Caen los muros, caen las torres, caerán los sistemas imperantes. Lo importante es ver qué está naciendo y apoyar ese palpitar de vida nueva, normalmente muy frágil en sus inicios. En la juventud surgen rasgos solidarios que necesitan ser apoyados con respeto e inteligencia.
7. Es fundamental tratar de entender el mundo de los pobres, sus puntos vitales, sus alegrías, sus tristezas y sus esperanzas. Constituye un enorme desafío. No basta trabajar “para” ellos, tiene que ser “con” ellos. Cualquier solución o camino sin ellos será muy engañosa y conducirá a la corrupción de los pobres. El drama presentado en la película “Machuca” está abierto: ¿es posible juntar los dos mundos?.
8. Pasar del “tener” al “servir” para llegar al “compartir”. Mayor riqueza no es necesariamente mayor bienestar. Es necesario invertir, crear fuentes de trabajo, sacar el capital a la mesa social, sacarlo de la especulación de la banca y del mercado. Para que haya menos cesantes, algunos tendrán que tener menos ganancias y renunciar a algunos lujos. Sólo así se puede abrir un mundo con más verdad y justicia.
9. Tenemos democracia en lo cívico y muchos rasgos de dictadura en lo económico, lo cual hace más débil nuestra realidad social. El gran dios es el dinero y el éxito. Una consecuencia no querida es la corrupción, el negocio fácil y altamente rentable. Cuesta unir democracia y una economía realmente social. La violencia social puede seguir creciendo y todos somos responsables. La solución se percibe más cercana cuando toda autoridad es entendida como servicio y no como poder.
10. Desarrollar la capacidad de trabajar con otros y crear “confianzas”. Vivimos con gran frecuencia paralizados y sospechando de todos. Muchas posibilidades y caminos de solución a la pobreza se ven boicoteados por desconfianzas, sospechas y miedos.
D) Conclusión
Deseo recalcar el problema del mundo rural. Los campesinos están amenazados con perder su cultura y su mentalidad lo que significa menores posibilidades aún de identidad propia. En esta Séptima Región la inmensa mayoría de sus habitantes tiene raíces campesinas. Es muy peligroso perder las raíces porque se vive sin rumbo fijo. La vida rural debería ser una gran prioridad para todos lo que tienen capacidad de decisión, en todos los niveles.
Es urgente orar y pedirle a Dios la gracia de ser verdaderos y transparentes.
Confiemos en la acción del Espíritu Santo que puede transformar “el rostro de la tierra” como dice la oración de la Iglesia.
En Pentecostés, en la venida del Espíritu, en el nacimiento de la Iglesia, se transformó el corazón vacilante y cobarde los Apóstoles. Se estableció el diálogo entre personas de diferentes idiomas. Se creó “un corazón nuevo” en esos primeros cristianos y la vida fue diferente, más solidaria y más fraternal.
He intentado presentar problemas de difíciles predicciones. Tengamos el valor de abordarlo con seriedad y recordemos el pensamiento de San Agustín: “los tiempos son malos, seamos nosotros mejores y los tiempos
serán mejores. Nosotros somos el tiempo”.
Les agradezco nuevamente el cariño de ustedes. Hoy, siete de Octubre, la Iglesia Católica recuerda a la Virgen del Rosario. Ella entendió la solidaridad, la justicia y tenía un corazón limpio. Que la Virgen nos cuide y nos bendiga.
+ Carlos González C.