Ponencia del Cardenal Francisco Javier Errázuriz, Arzobispo de Santiago y Presidente del CELAM, en el Congreso Teológico Pastoral sobre las Familias, Valencia, España, 7 de julio de 2006
Fecha: Miércoles 12 de Julio de 2006
Pais: Chile
Ciudad: Santiago
Autor: Cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa
1. La situación actual
Introduzco el tema con dos palabras sobre los desafíos que enfrenta la pastoral familiar en América Latina y el Caribe.
Una reunión reciente convocada por el CELAM, es decir, por el Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe, a la cual asistieron delegados de numerosas comisiones nacionales de pastoral familiar, como asimismo expertos de 5 movimientos eclesiales cuyo carisma es un don de espiritualidad familiar, enumeró 12 desafíos que debe enfrentar la pastoral familiar en nuestros países.
Algunos se refieren a deficiencias en el servicio pastoral, como por ejemplo, a carencias en la dimensión pedagógica de la pastoral familiar. Las demás conclusiones nombran otros desafíos que provienen sobre todo del profundo cambio en el ámbito de los valores que experimentan nuestros pueblos. Coinciden, en general, con los retos que ha tratado este Congreso. Latinoamérica y el Caribe no son islas ajenas a las corrientes culturales que agitan al mundo occidental. Mencionan como un factor muy relevante el creciente relativismo moral; unido al menosprecio de la institución familiar y matrimonial y de la maravillosa labor de la Iglesia en favor de la familia y del bien de la sociedad, particularmente de los más pobres. Constatan el surgimiento de legislaciones y políticas públicas que atentan contra el matrimonio, la familia y la vida; la presentación, engañosamente atrayente, que hacen numerosos medios de comunicación social de “modelos” alternativos y de demoledoras costumbres; y la corriente poderosa que arrastra hacia una vida individualista, como también a cierto intimismo religioso, contrarios a la dimensión social del Evangelio. A ellas se agregan algunos desafíos que previenen de nuestra propia situación social y económica. Me refiero, por ejemplo, a los efectos perniciosos en los países más débiles del actual modelo de globalización, que empobrecen a la familia y fomentan la inequidad. Hay que mencionar además las fuertes corrientes migratorias, que separan frecuentemente a uno de los cónyuges del otro y de los hijos, y así suelen preparar la infidelidad conyugal y la destrucción del hogar. Las conclusiones del encuentro mencionado constatan además otras realidades dolorosas como ser la violencia intra-familiar, el maltrato de menores, el trabajo infantil, la opción obligada por la calle, lejos del hogar, y aun la prostitución infantil; asimismo, la situación intolerable de incontables mujeres que se convierten en jefas de hogar sin la compañía de un marido, y que se debaten con frecuencia en la pobreza y la marginalidad.
Todos los factores enumerados en dicha reunión, a los cuales podríamos sumar algunos más de igual signo destructivo, como ser la educación sexual que se ofrece en muchos países, que presenta a la sexualidad sin relación con el amor, la fidelidad, la procreación y el matrimonio, son una experiencia actual y estremecedora en el ámbito de la familia, del matrimonio y de la vida, que compartimos con el Pueblo de Dios en tantas otras latitudes. Ella desafía radicalmente nuestras convicciones y nuestras iniciativas pastorales.
2. La orientación de nuestros servicios pastorales.
Se me ha pedido que me refiera a las experiencias pastorales del Consejo episcopal latinoamericano sobre la familia y la vida en América Latina y el Caribe. Éstas ocurren en el marco de los programas que le encomiendan las Conferencias episcopales cada cuatro años en las Asambleas plenarias del CELAM. Pero estos programas no abarcan el amplio espectro de la pastoral familiar y de la vida de nuestros países, sino sólo aquellas dimensiones de la pastoral que son consideradas más urgentes o deficitarias por las Asambleas, y que requieren un estudio más profundo de sus causas, precisan un intercambio de experiencias, y necesitan con urgencia la luz de la verdad y la sabiduría de la pedagogía pastoral.
Debido a la brevedad del tiempo disponible, no resulta provechoso presentar nuestras experiencias en la realización de los pocos programas encomendados por la última Asamblea. De mayor interés resulta exponer la orientación que el CELAM quiere darle a sus servicios en este ámbito pastoral de tanta prioridad y repercusión. Trataré de describirla sucintamente.
2.1. Tal vez la verdad más importante que orienta nuestros trabajos ha consistido en descubrir que la pastoral de la familia y de la vida no es tan sólo un campo específico del conjunto de la pastoral. El servicio a la vida y a la familia es un objetivo y una dimensión transversales de todos nuestros servicios pastorales. Debe penetrar todos los ámbitos del trabajo pastoral: desde la predicación de la Palabra, las escuelas de oración y espiritualidad, la iniciación cristiana, la formación de comunidades y la pastoral sacramental y vocacional, hasta la acción solidaria y misericordiosa y el esfuerzo misionero. Por otra parte, nos alienta constatar que la pastoral familiar es enriquecida por otras realidades vivas del Pueblo de Dios. Baste pensar en la catequesis de la primera comunión concebida como catequesis familiar, que comienza con la catequesis de los padres cuyos hijos van a recibirla, de manera que ellos mismos sean los primeros evangelizadores en la preparación de sus hijos. Son impresionante los frutos de conversión, de unidad familiar y de integración viva en la comunidad cristiana que provienen de la catequesis familiar. Y no olvidemos el gran número de familias ejemplares que vibran profundamente con la Palabra de Dios e irradian la vida nueva en Cristo, porque tanto el varón como su esposa participaron activamente en la preparación del primero al diaconado permanente.
2.2. Pero también ha quedado en claro que los desafíos que enfrenta la familia comprenden todas las esferas de la vida familiar y toda la verdad acerca de la familia y la vida. Por eso, la reacción y la propuesta del Pueblo de Dios ha de ser global y vigorosa. No atañen tan sólo a la Jerarquía, a los sacerdotes y a los miembros de los institutos de vida consagrada; convocan sobre todo a los seglares -tanto en su propio hogar, como también cumpliendo su tarea de promover la vida y la misión de la familia dondequiera que tengan cargos de responsabilidad, y haciendo oír con valentía sus convicciones y su testimonio en la vida pública. En efecto, la responsabilidad de la Familia de Dios comprende no sólo la preparación remota y la más cercana al sacramento del matrimonio, el servicio pastoral gradual a las familias que crecen como santuarios de la vida, la confianza y la paz, como asimismo la ayuda a aquellas familias que viven graves dificultades y rupturas. Ella abarca todo lo que pueda favorecer a la familia y dar una respuesta viva a cuanto la amenaza. Ha de profundizar y proclamar de manera atrayente la verdad acerca de la vida, el matrimonio y la familia, como también promover la familia y la vida en el ámbito del hogar, de la comuna y de la sociedad, incluyendo las condiciones laborales, habitacionales, educacionales y sanitarias, como asimismo el marco constitucional y legislativo, que tienen incidencia en la familia y en la vida, y convocando para ello a los políticos, los empresarios, los profesores y los comunicadores sociales, de modo que le den la prioridad que se merece este bien fundante de la sociedad.
2.3. Entre todos los servicios que presta la Iglesia y la Sociedad a los jóvenes, que inciden en la familia y la vida, uno tiene particular importancia, me refiero a la educación. Son muchos los valores que sustentan y alientan la vida familiar y el respeto a la vida que se forjan desde la más temprana infancia en el seno de sus hogares, en la escuela y en la educación informal. Desde muy pequeños, quienes algún día fundarán una familia han de cultivar actitudes fundamentales tales como el respeto a la vida y a todos los seres humanos, especialmente a los más débiles y afligidos, la capacidad de admirar, servir y perdonar, la gratuidad y la generosidad en el amor, la dedicación abnegada al bien de los demás, la lealtad, la solidaridad y la fidelidad, el cumplimiento de la palabra empeñada. En general, las políticas educacionales no toman en cuenta estos objetivos transversales de la educación, y no preparan la fundación de familias estables. Esto es tanto más necesario, cuanto en Occidente las tendencias dominantes en el campo de los valores fomentan el egoísmo y preparan la violencia, ya que favorecen los derechos más que los deberes, los derechos propios más que los ajenos; y quedan prisioneras en una concepción de las relaciones humanas que está marcada unilateralmente por la justicia, y no avanza hacia el amor verdadero, el servicio, la gratuidad, la gratitud, la ternura y la contemplación. En el ámbito de la educación al servicio de la vida y de la familia, también trabaja el CELAM en apoyar los métodos de educación de la sexualidad que se basan en una antropología cristiana, y que reducen substancialmente los embarazos adolescentes y conducen a la fidelidad conyugal.
2.4. Pero todos los esfuerzos pastorales conducirán a su meta tan sólo si su fuente es la fe y su horizonte explícito, como también su norte, la santidad. Los dolores de parto de una nueva época y las formidables vacilaciones en el campo de los valores que acompañan a la globalización de las comunicaciones, y que frecuentemente tienden a apartar la cultura de nuestros pueblos de sus raíces cristianas, exigen de nuestra parte la decisión de encontrarnos en todo momento con Jesucristo, de amarlo y seguirlo. Necesitamos el encuentro con Aquel que tiene palabras de vida eterna, y disipa las tinieblas de la cultura de la muerte. Las familias, para avanzar por el camino sacramental por el cual optaron, han de estar inspiradas por una honda espiritualidad conyugal y familiar, que aliente su camino a la santidad y su amor esperanzado a la cruz; para permanecer así en el amor de Jesucristo y abrirse al Espíritu Santo, al Espíritu vivificador, que quiere colmarlas de sabiduría, de amor y de vida. Con el apoyo y la inspiración de la pastoral familiar diocesana y de un gran número de Movimientos eclesiales, con la participación viva en la Eucaristía, y unidas entrañablemente a María Santísima, Reina del Cenáculo y de la Familia, modelo del amor de la Iglesia a su Esposo, Jesucristo, modelo por eso de todo amor familiar, las iglesias domésticas querrán ser cada vez más una buena noticia, una encarnación viva del Evangelio de la Familia, un espacio de paz, de apoyo mutuo y de meditación de la Palabra de Dios, una gran luz que orienta a tantas familias desconcertadas y a tantos niños que buscan la fe, la estabilidad y el calor de la familia, que ya no encuentran en sus propios hogares. La búsqueda de estos bienes existenciales los lleva a las familias de algunos niños amigos que han cimentado su vida sobre la Roca que los modernos constructores rechazan con fuerza, pero que es la única piedra angular. Ella sirve de fundamento a las demás piedras vivas que construyen, con la gracia de Dios, santuarios de la vida, de la amistad con Dios y la fidelidad.
3. Hacia la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Aparecida, Brasil.Continuando la labor de las Conferencias de Rio de Janeiro, Medellín, Puebla y Santo Domingo, estamos preparando la V Conferencia general del Episcopado latinoamericano y del Caribe, que tendrá lugar, Dios mediante, junto al santuaro de Nuestra Señora de Aparecida en Brasil en mayo del año próximo. El Santo Padre Benedicto XVI aprobó y enriqueció su tema. Queremos profundizar la sabia orientación pastoral que nos entregó Su Santidad Juan Pablo II en la Exhortación apostólica Ecclesia in América. Él nos propuso que la fuente de nuestra vida pastoral sea el encuentro con Jesucristo vivo. Esperamos que ese encuentro personal, familiar y comunitario con Jesús nos conduzca, al igual que en Galilea y en Pentecostés, a responder a su llamada como discípulos y misioneros suyos, que lo siguen en esta hora decisiva de la historia, para que nuestros pueblos tengan vida en Él, que es nuestro Camino, nuestra Verdad y nuestra Vida.
Esta V Conferencia General será, por la gracia de Dios, una gran bendición para toda la Iglesia en nuestro Continente y para sus familias. Las invitará a peregrinar por los caminos de los discípulos y misioneros de Jesucristo, para que crezca su vida en Cristo -en santidad, en comunión, en irradiación y en fuerza evangelizadora- y sean fermento de vida nueva y de ardor misionero en todo el Continente. Ésta es nuestra firme esperanza.
Card. Francisco Javier Errázuriz Ossa
Arzobispo de Santiago de Chile
Presidente del CELAM