Como todos los años la Comunidad Misionera Salesiana “Raúl Silva Henríquez” de Valdivia realizó su misión de inverno, que esta vez se dirigió hacia el sector de Antilhue de la comuna Los Lagos.
Si nos preguntan cómo llegamos a Antilhue la respuesta es bien curiosa, llegamos por casualidad o porque Dios lo quiso así. En la misión de verano en Quesquechan, miembros de nuestra comunidad se equivocaron de camino y llegaron a esta localidad.
Nos gustó tanto el recibimiento de su gente que decidimos hacer nuestra misión de invierno allá y creó que fue una gran decisión.
Fuimos 30 jóvenes participantes de la pastoral juvenil Salesiana de distintas edades, a cargo de la sra. Susana Olivares, asesora de la comunidad. Tuvimos el cordial recibimiento del Padre Misael Reyes, Párroco de la Parroquia de Los Lagos, quien además de deleitarnos con su talento en canto nos guió con respecto al sector de Antilhue.
También fue importante la ayuda y disposición del padre Gabriel Fuentes. Igualmente, como no, destacar nuestro agradecimiento a el Director del colegio e internado, sr. Rafael García, quien nos facilitó el establecimiento haciendo más cálida y grata nuestra estadía.
La misión en sí, una vez más, fue una experiencia inolvidable, si bien no tuvimos que caminar kilómetros, como en misiones anteriores, la acogida y compartir con las personas que son abren la puertas, o el simple hecho de escucharlas y aprender de sus vivencias, nos hacen crecer espiritual y personalmente, lo que también nos motiva a seguir con esta labor. Al abrir nuestro corazón a personas que nunca antes hemos visto y enriquecernos con su alegría nos da esa única sensación de felicidad y plenitud que no se compara con ninguno de los lujos que tenemos en la vida diaria. Llevar a Dios y entregar su mensaje de amor a personas que por algún motivo se han alejado de la Iglesia es lo que debemos hacer siempre. Dios nos ama y él es amor, y por él trabajamos.
La colonia y el trabajo con niños fueron excelentes. Además de tener un buen número de participantes quisimos darles un poco de alegría y sacarlos de la rutina, antes de entrar a clases con juegos, dinámicas, bailes y una pequeña kermés. Con cada sonrisa o abrazo ya nos sentíamos recompensados.
Cada día de misión terminaba con una Eucaristía en la iglesia de Antilhue, para darle gracias y encomendar al Señor nuestro trabajo. Terminamos nuestra misión con una tallarinata comunitaria, teniendo también una muy buena concurrencia.
Por eso, estamos muy agradecidos de toda la comunidad de Antilhue, por tan buena disposición y por su participación en nuestras actividades.
Siempre tenemos que recordar que todos somos misioneros día a día, en el trabajo, en la casa en todas partes. Cosas tan simples como entregar amor, una sonrisa o una palabra de aliento ya nos hacen misioneros.
Sylvia Angulo
Comunidad misionera salesiana Raúl Silva Henríquez
Fuente: Comunicaciones Valdivia
Valdivia, 29-07-2014