Monseñor Alberto Jara se despidió de ñublensinos

Con una Iglesia Catedral repleta de fieles

Monseñor Alberto Jara se despidió de ñublensinos

Su despedida la efectuó en una eucaristía que fue celebrada el viernes 21 de abril, a las 19.30 horas.

Domingo 23 de Abril de 2006
Una Iglesia Catedral repleta y el reconocimiento de toda la comunidad -religiosa y laica-, marcaron la despedida a monseñor Alberto Jara Franzoy, quien tras casi 24 años dejó la Diócesis San Bartolomé de Chillán.

El gobernador, parlamentarios de la zona, alcaldes y diversas autoridades y fieles de toda la provincia concurrieron a la misa oficiada el viernes 21 de abril, y que estuvo concelebrada por el pleno del clero diocesano y el cuerpo de diáconos permanentes.

Previo a la misa, se proyectaron en pantalla gigante algunas imágenes de la vida de monseñor Jara, desde su niñez, su entorno familiar, su etapa escolar y universitaria, su despertar vocacional al ministerio consagrado, su llamado al ministerio episcopal y su legado como Obispo de la Diócesis de Chillán. Todo, en el marco de un ambiente encendido por la emotividad, especialmente de quienes trabajaron estrechamente a su lado y le conocieron más allá del púlpito.

En representación de los sacerdotes, el vicario general de la Diócesis, padre Raúl Manríquez, destacó la larga estada de monseñor Jara en nuestra Diócesis, que lo convierte en el obispo de mayor permanencia en Chillán.

“El incorporó nuevas congregaciones religiosas al apostolado diocesano; abrió seis nuevos colegios; acompañó a muchos seminaristas; buscó el perfeccionamiento de sacerdotes que presentaban condiciones y multiplicó los centros de culto en sectores poblacionales y rurales, entre muchas otras cosas. Su estilo fue el de un siervo por excelencia, de carácter silencioso, pero abnegado y que no pasó inadvertido”, reconoció el padre Manríquez.

En la ofrenda, fieles representantes de los cuatro decanatos se dirigieron al altar con elementos representativos de la Diócesis para regalárselos al obispo emérito. Una canasta con las bondades frutales de la zona, una chupalla y un cantarito de greda fueron los elementos ofrecidos al pastor.

Por último, indicó que el lunes partirá a Punta de Tralca a vivir su última asamblea plenaria; y sólo regresará hasta la Diócesis el próximo sábado, 29 de abril, para su participación en la ordenación episcopal y entronización de monseñor Carlos Pellegrin Barrera como nuevo Obispo de Chillán.

Homilía de monseñor Alberto Jara

En su homilía, monseñor Alberto Jara invitó a la comunidad a vivir realmente la santidad, en comunión con Jesucristo. Además, agradeció al Señor por el apoyo brindado en este largo caminar y se disculpó por todas las cosas que no hizo o dejó de hacer en su ministerio episcopal.

En su mensaje, el obispo emérito manifestó que sin duda da pena el alejamiento, porque hemos estado casi 24 años juntos. Sin embargo, agregó que esta despedida no es tal, pues él siempre se mantendrá cercano a la familia diocesana, al igual que el cirio pascual representa la presencia permanente de Jesucristo.

Luego, se dio tiempo para recordar el ambiente que tenía la Iglesia Catedral, el día en que hizo toma de posesión de la Diócesis, en junio de 1982. “Yo no conocía a nadie, y hoy dejo a personas con quienes he trabajado y convivido, y de las cuales me hecho amigo”, manifestó.

“Esto significa un dolor, porque somos humanos, pero doy gracias a Dios por haber sido testigo del proceso de búsqueda de la fe de muchas personas. Agradezco a todos quienes me demostraron su afecto, especialmente a los sacerdotes, diáconos, religiosas y laicos, quienes ayudaron en el crecimiento de esta Diócesis”.

A la vez, indicó que su trabajo pastoral le permitió conocer cada rincón de la Diócesis San Bartolomé de Chillán, y estrechar un contacto con la gente de las distintas comunidades que la conforman. Es quizás, señaló, la persona que más conoce la zona y la realidad de su gente.

Junto a los agradecimientos por el cariño recibido, transparentó su deseo de pedir perdón por haber defraudado a algunos en muchas aspiraciones que no pudo cumplir por su incomprensión, según indicó.

Al mismo tiempo, invitó a los ñublensinos a acoger la primera prioridad pastoral que entregó el Papa Juan Pablo II para el tercer milenio: vivir realmente la santidad, en comunión con Jesucristo. Es el desafío de los cristianos en el mundo de hoy, formuló.

Una buena práctica en ese gran desafío, añadió, es preguntarse lo que se preguntaba San Alberto Hurtado: ¿Qué haría Cristo en mi lugar?, en la tarea concreta que a cada uno le corresponde cumplir dentro de nuestra sociedad, partiendo desde su núcleo básico que es la familia.

Un obispo que “vino a servir”

Don Alberto Jara nació el 22 de julio de 1929 en el seno de una familia santiaguina, de siete hermanos, donde él fue el cuarto. Sus padres fueron doña Matilde Franzoy Cortés y don Alfredo Jara Valenzuela.

Sus estudios básicos y secundarios los realizó en el Liceo Alemán de Santiago. Luego, ingresó a la carrera de Arquitectura en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Fue en este período cuando sintió la vocación al sacerdocio ministerial, titulándose de arquitecto estando ya en el Seminario Pontificio de Santiago. Luego, también en la UC, obtuvo su Licenciatura en Teología.

El 4 de marzo de 1962 es ordenado sacerdote por Monseñor Raúl Silva Henríquez, en la Parroquia San Lázaro de Santiago. En 1963 fue nombrado párroco de la P. de la Transfiguración del Señor, comunidad que dirigió durante tres años. Enseguida fue nombrado vicario cooperador y después párroco de Melipilla hasta 1968. Entre 1969 y 1974 fue párroco de Llolleo.

Entre 1974 y 1977 fue responsable de la Escuela de Ministerios de la Zona Rural Costa del Arzobispado de Santiago, hoy Obispado de Melipilla. Por su parte, la Conferencia Episcopal de Chile le designa miembro y secretario ejecutivo del Departamento de Comunidades y Ministerios (COMIN) entre 1975 y 1982. Mientras tanto, en 1977 fue nombrado párroco de Ñuñoa. Fue responsable de la Escuela de Diáconos de Santiago entre 1980 y 1982. En 1981 es nombrado secretario canciller y secretario de pastoral del Arzobispado de Santiago, cargos que ocupaba cuando es electo un año después Obispo de Chillán.

Monseñor Jara es el quinto Obispo en la historia de la Diócesis de Chillán. El Papa Juan Pablo II lo eligió Obispo el 24 de abril de 1982. Fue consagrado el 06 de junio del mismo año, por el Cardenal Raúl Silva Henríquez, en la parroquia Nuestra Señora del Carmen de Ñuñoa. Sus co-consagrantes principales fueron monseñor Carlos González y monseñor Manuel Santos.

Tomó posesión de su cargo el domingo 20 de junio de 1982 ante el Consejo de Gobierno de la Diócesis y es recibido por sus diocesanos en la Iglesia Catedral en una solemne eucaristía.

“El Hijo del Hombre no vino a ser servido, sino a Servir” (Mateo 20, 28). De este mandato evangélico Monseñor Alberto Jara elige como lema episcopal: “VINO A SERVIR”.

Durante estos 24 años a la cabeza de la Iglesia Diocesana de Chillán, múltiples han sido sus obras, partiendo por ese hermoso oficio de “enseñar, santificar y guiar”. En ello, mucho aportaron sus cuatro “visitas pastorales” -en los años 1985 y 2001, a todas las parroquias y organismos diocesanos, cuyo sentido fue animar a los agentes pastorales y palpar de cerca la realidad de la diócesis.

En 1984 creó el Centro de Formación Diocesana, desarrollando cursos sistemáticos y las semanas anuales: Teológica, Bíblica, Social y Litúrgica. El mismo año realizó su primera “Visita Ad Límina” a Roma, junto a todo el episcopado chileno, y donde tuvo la oportunidad de entrevistarse con el papa Juan Pablo II. En los años 1989 y 2002, vuelve a encontrarse con el Sumo Pontífice en la Santa Sede.

Fortaleció instancias de diálogo, organización y planificación pastoral como: el Consejo de Presbiterio, Vicaría de Pastoral y el Consejo de Pastoral, constituido en 1989 con sacerdotes, religiosas y laicos.

En forma sistemática impulsó la elaboración de Orientaciones Pastorales Diocesanas, así como los Directorios de Pastoral Sacramental, de Comunidades, de Acción Fraterna y de los Consejos Parroquiales y Económicos.

Encabezó la Gran Misión de los años 1988 y 1989, en los sectores urbanos, rurales y ambientales; siendo un gran impulso a la verdadera revitalización de la Iglesia Diocesana.

Decretó la creación de tres nuevas parroquias: San Juan de Dios, Buen Pastor y Quiriquina. Además, impulsó la creación del Santuario de Santa Teresita de Los Andes; y varios colegios católicos.

En el año 2004, presentó su carta de renuncia a Su Santidad Juan Pablo II, en su labor de Obispo de Chillán. Durante su período de permanencia a la cabeza de la Diócesis de Chillán ha sido contemporáneo a importantes acontecimientos para la Iglesia Universal como: la celebración del Gran Jubileo del año 2000; la muerte de Juan Pablo II y la sucesión del Papa Benedicto XVI.

Así como contemporáneo a hechos trascendentes para la Iglesia Chilena como: la Visita de Juan Pablo II a Chile; y la elevación al altar de los santos de Teresita de Los Andes y el Padre Alberto Hurtado; y a nivel diocesano, convocó a la celebración de los 60, 70 y 80 años de la Diócesis de Chillán.

Fuente: Comunicaciones Chillén
Chillán, 23-04-2006