Franciscanas Misioneras de María dejan la diócesis de Punta Arenas luego de 32 años

Su mensaje en la despedida: “los laicos deben continuar”.

Franciscanas Misioneras de María dejan la diócesis de Punta Arenas luego de 32 años

Martes 25 de Julio de 2006
El lunes 24, las Franciscanas Misioneras de María dejaron la región de Magallanes, la que atendieron por 32 años con inigualable esfuerzo, amor y espíritu. La decisión responde a necesidades de la congregación en la capital, y ante ello siempre estará primero el voto de obediencia.

Sin embargo, para las tres religiosas en la diócesis, resulta inevitable compartir cierta nostalgia con los feligreses del sector de la parroquia Santa Teresa de los Andes, que atendieron durante 11 años. Anteriormente, habían acompañado a la comunidad San Francisco de Asís, en la población Carlos Ibáñez del Campo.

Las hermanas María Betsabé Pacheco, María Raquel Jiménez y Carmen Rosa Jiménez tienen la triste tarea de cerrar una fecunda etapa pastoral. Llegaron a esta diócesis el 24 de mayo de 1974 (día de María Auxiliadora), una semana después que lo hiciera el entonces obispo Tomás González, y “nos fuimos casi juntos también, así que es casi providencial”, señala una de ellas. Desde su arribo en 2002, la religiosa María Raquel Jiménez participó de misiones, catequesis y últimamente atendía a la comunidad rural de villa Andrea.

Impulso misionero

Aunque la decisión del traslado se estaba analizando desde hace tiempo, piensa que partir “es como morir un poco, porque se lleva en el alma todo esto que se vivió, el cariño, la acogida, el amor de la gente y, de verdad, es un sentimiento encontrado”. Por una parte, siente que el Señor la está necesitando en otro lugar y, por otro lado, está el dolor de dejar personas y una actividad muy querida.

Se muestra animada de ir a colaborar a otros lados en que hay mucha necesidad. Aparte que “los laicos acá están muy formaditos para que sigan solos y nosotros poder partir”. Instó a sus hermanos a ser más misioneros y a no olvidar su compromiso como discípulos del Señor en la evangelización.

Sor Betsabé es peruana, y en los últimos 12 años le tocó vivir tres etapas de su apostolado en la región, atendiendo a Río de la Mano, Carlos Ibáñez, Alfredo Lorca y también a sectores rurales. Esta etapa en la zona más austral del mundo la siente como un regalo de Dios. “He tenido experiencias muy lindas con los laicos”, destaca, en su intento de imitar a sus fundadores: San Francisco de Asís y María de la Pasión.

Lo más enriquecedor fue misionar en Puerto Williams, la isla de Tierra del Fuego, Tehuelches y Río de la Mano. La hermana Carmen Rosa es colombiana y completó tres años y medio en Punta Arenas. Subraya que lo más valioso ha sido la acogida y cariño de la gente, y “tener la oportunidad de acompañarlos, de estar con ellos, de servirles lo más que podamos”. Manifiesta que es difícil vivir el final de una etapa, “porque es partir y saber que no vienen otras hermanas para continuar este servicio, concretamente en esta iglesia de Punta Arenas, dejar la misión y la gente que uno también ha aprendido a querer”. Para ella, lo más significativo fue el trabajo con las familias más pobres en las poblaciones y también la labor con los jóvenes, a quienes aprendió a conocer y a relacionarse con ellos.

El sábado 22, la comunidad junto a su obispo las despidieron en una eucaristía. Sin duda, el legado de las F.M.M. permanecerá siempre en esta diócesis que las recibió.

Fuente: Comunicaciones Punta Arenas
Punta Arenas, 25-07-2006