Para quienes habitamos en la Patagonia actualmente, resulta complicado imaginar la misión evangelizadora que desarrollaron los primeros misioneros y misioneras en Aysén.
El pasado 15 de agosto, fiesta de la Asunción, la Iglesia de Aysén celebró en conjunto, los 80 años de presencia servita, 75 años de la creación de la parroquia “Nuestra Señora de los Dolores” en Coyhaique; 60 años de la Congregación religiosa Siervas de San José; 30 de las Hijas de Santa María de la Providencia (guanellianas); 30 años del Liceo TP Juan Pablo II; 20 años de la Pascua del P. Antonio Ronchi Berra y 20 años de la ordenación de los dos primeros diáconos permanentes.
Sin embargo, entre el 30 de octubre y 5 de noviembre, las Congregaciones indicadas precedentemente celebraron sus respectivos años de servicio pastoral, educacional y social en la Patagonia a través de actos académicos, conversatorios históricos, adoración al Santísimo, Eucaristías y convivencias.
En estas actividades, se resaltó la presencia de la OSM., el Prior General Fray Gottfried María Wolff, el Consejero para América Latina Fray Jorge Jiménez y el responsable de la Provincia Santa María de Los Andes, Fray Marcelo Henríquez. El padre General manifestó: “Esta visita canónica se está realizando a las provincias de los Andes que consta de cuatro países Chile, Bolivia y Perú. Actualmente se están visitando los 9 conventos que la conforman y básicamente esta es la finalidad por la cual estamos presentes, precisamente en la celebración de los 80 años de la presencia de los Siervos de María aquí¬ en la región de Aysén que ha coincidido con nuestra visita. Es importante el trabajo que han venido realizando los Siervos de María durante estos 80 años, ahora animado en esta región por el obispo Luis Infanti quien ha realizado, junto con los Siervos, un buen trabajo”.
El viernes 3 de noviembre, el Obispo Luis Infanti, también servita, presidió la Eucaristía solemne en la Catedral de Coyhaique y en parte de su homilía señaló: “los primeros Siervos de María llegaron sin saber qué iba a pasar, sin saber qué cultura, qué personas, qué idioma encontraban. Esa es la fe valiente, la fe decidida, la fe ardiente de las personas, desde el silencio, que es una columna fundamental de la espiritualidad de los Siervos de María y de todo cristiano (…) el silencio, la oración para escuchar la voz de Dios. Si no está esa columna fundamental, de hacer resonar la palabra de Dios en nosotros, poco sentido cobra rezar el Padre Nuestro: “que se haga tu voluntad”(…) los primeros Siervos de María al llegar, supieron escuchar esta voz y vinieron aquí¬ solamente con su fe, para animar la naciente población de estas tierras, para hacer sentir el sueño del Buen Pastor, la mirada, el cariño, la misericordia del Padre-Madre Dios. Es la misma misión a que se nos llama hoy”, dijo el padre obispo.
Durante la semana, la comunidad reunida ha dado gracias a Dios por tan fecunda labor realizada por las distintas Congregaciones religiosas, quienes abandonando sus familias, tierras, raíces culturales, emprendieron un viaje a lo desconocido en tiempos muy difíciles, sin las condiciones actuales. Su fe en Dios y la fidelidad al mandato de Jesús “Vayan por todo el mundo…” (Mt. 28,19 ss.), y el amparo de María Santísima, les impidió darse por derrotados, pues la fuerza del Espíritu siempre los animó. Hoy palpamos los frutos de tan generosa entrega en el crecimiento espiritual, educativo y social de las actuales generaciones concretadas en sacerdotes diocesanos, religiosas, diáconos permanentes y el invaluable aporte de centenares de laicos. La educación fue el primer cimiento fundado por los misioneros, que ha contribuido a lo ya señalado para bien de las familias de Aysén.
Un emotivo momento cerró una semana de recuerdos y agradecimientos a Dios la tarde del pasado domingo cuando tres de los cuatro frailes servitas residentes en la zona actualmente, p. Victorino Bertocco, Vladimiro Memo y Nicolás Moraga, acompañados por el párroco de Pto. Aysén, p. Joel Fuentealba y numerosos feligreses, iniciaron una romería desde el antiguo muelle en la desembocadura del río Aysén, sector La Balsa, donde desembarcaban los pasajeros entonces, hasta el templo Santa Teresita, antigua catedral del vecino puerto frente a la Plaza de Armas.
Luego de una liturgia, animada por el p. Joel Fuentealba, se exhibió una placa recordatoria que señala aquel hito histórico no sólo de la Iglesia, sino de la Región de Aysén. Al finalizar la actividad el p. Victorino Bertocco nos comento: “Mi experiencia la voy a sintetizar en una frase: yo siempre he tratado de dar mucho a la gente con la fe, la vida religiosa y también de inteligencia porque trabajé en un liceo durante muchos años, pero yo he recibido de la gente de Aysén más de lo que he dado, sobretodo de la gente del campo. Yo iba a misionar en caballo y perdí ¬ muchas cosas. Durante esa trayectoria la gente me acogía, me acompañaban los niños, todo fue una maravilla durante los años de 1955 hasta 1962. La gente del campo me animó, me alegró la vida y le doy gracias a Dios porque he venido. Durante mi visita en Italia el años pasados, los parientes me preguntaron por qué no me quedaba allá, que es mi país natal, y les respondí¬ que no, yo quiero dejar mis huesos en la región de Aysén”, puntualizó el p. Victorino.
Grato es recordar a los primeros cinco religiosos desembarcados en Aysén un 3 de noviembre de 1937 y recibidos entonces por el párroco diocesano Guillermo Weisser: P. Tomas Sgualdino, Antonio Michelato - más tarde primer Obispo de Aysén - Anastasio Bertossi y los hermanos Antonino Balasso y Mario Caccia. Así, se concretaba exitosamente la gestión realizada por el Obispo de Ancud Ramón Munita que veía imposible atender religiosamente esta zona.
Fuente: Comunicaciones Aysén
Coyhaique, 07-11-2017