Obispo de San Bernardo: “una Democracia que respete a Dios y a la persona engrandece nuestra Patria”
Este viernes 15 de septiembre a las 11:00 hrs., en la iglesia catedral de San Bernardo, se celebró la tradicional misa de acción de gracia, con motivo del 196 aniversario de nuestra nación.
La ceremonia del Te Deum 2006, estuvo presidida por Monseñor Juan Ignacio González, Obispo de la diócesis San Bernardo, acompañado por el clero diocesano y contó con la presencia de autoridades civiles, provinciales y militares de la zona.
Sobre el bien común, fin de la sociedad, Monseñor Juan Ignacio señaló: “Sin embargo, es necesario buscar las raíces profundas de la razón de ser de una nación, de una sociedad, preguntarse cuál es su finalidad y donde se apoyan sus fundamentos. La Iglesia ha tomado como una noción propia de su doctrina social el concepto de bien común. En efecto, “conforme a la naturaleza social del hombre, el bien de cada cual está necesariamente relacionado con el bien común. Este sólo puede ser definido con referencia a la persona humana”. Exige la prudencia por parte de cada uno, y más aún por la de aquellos que ejercen la autoridad.”
Asimismo, frente a la búsqueda del bien común, declaró que: “En primer lugar, el respeto a la persona en cuanto tal. En nombre del bien común, las autoridades están obligadas a respetar los derechos fundamentales e inalienables de la persona humana. La sociedad debe permitir a cada uno de sus miembros realizar su vocación. En particular, el bien común reside en las condiciones de ejercicio de las libertades naturales que son indispensables para el desarrollo de la vocación humana: ‘derecho a actuar de acuerdo con la recta norma de su conciencia, a la protección de la vida privada y a la justa libertad, también en materia religiosa’ (cf GS 26, 2). (CEC 1907)
“Es un principio que resguarda el bien supremo de la libertad y la legitima autonomía que corresponde a las personas y a las instituciones. Una intervención demasiado fuerte del Estado puede amenazar la libertad y las iniciativas personales. La doctrina de la Iglesia ha elaborado el principio llamado de subsidiariedad. Según éste, ‘una estructura social de orden superior no debe interferir en la vida interna de un grupo social de orden inferior, privándole de sus competencias, sino que más bien debe sostenerle en caso de necesidad y ayudarle a coordinar su acción con la de los demás componentes sociales, con miras al bien común”, declaró sobre el tema de la subsidiariedad, como fundamento de un orden social justo
Además, señaló que: “Nuestra patria recorre este lúgubre camino y muchas de las expresiones que hoy encontramos en el cuerpo social son una manifestación de una sociedad centrada sólo en el hombre. Paulatinamente hemos ido vaciando los conceptos más esenciales de un orden social cristiano por los de un racionalismo que excluye primero a Dios, y luego al prójimo. Mal camino, del cual no se siguen sino malos frutos”
En relación a la píldora del día después : “El punto culminante de este proceder – que la Iglesia ha juzgado con palabras duras, pero precisas, ha sido el intento de permitir a personas muy jóvenes usar libremente fármacos que – por lo menos en algunos casos – pueden tener efecto abortivo, sin siquiera el consentimiento de su padres, medida que Dios mediante, en algunas de nuestras comunas y gracias a la sensatez de nuestras autoridades, no se ha aplicado, porque implican la destrucción del futuro mismo de la nación”.
En cuanto a las medidas frente a este tema, acotó que “En la comuna de San Bernardo, hemos dado un paso fundamental en un aspecto esencial de la formación de nuestros jóvenes, como es la educación en la afectividad, al adoptar la corporación de educación la determinación de apoyar en los establecimientos educacionales el programa que por más de diez años ha promovido nuestro hospital Parroquia, con resultados óptimos reconocidos en las revista especializadas y por las autoridades educacionales, que ha permitido y permitirá a miles de nuestros jóvenes aprender a vivir una afectividad fundada en los verdaderos valores de la verdad y el amor”.
“Duele comprobar que en este episodio delicado y que se refiere a elementos esenciales de la dignidad de la persona humana, y al respeto del ser humano desde el momento mismo de su concepción, no haya existido esa capacidad de rectificar, pese a los llamados de las más altas autoridades espirituales de la nación, cuya mirada está solo y únicamente puesta en el bien de la persona, de nuestros hermanos y particularmente de los más pobres”. Declaró frente a la necesidad de repensar las decisiones adoptadas.
Homilía completa
Fuente: Comunicaciones San Bernardo
Santiago, 15-09-2006