Adiós, “Tito”, diácono y testigo permanente de amor

Aysén

Adiós, “Tito”, diácono y testigo permanente de amor

Hermanos y hermanas de todas las comunidades de la región, amigos y amigas, creyentes y no creyentes, religiosas y religiosos, compañeros de trabajo y movimientos, sacerdotes, diáconos y familiares, presididos por el Obispo Vicario Apostólico de Aysén, Luis Infanti, despidieron al diácono Héctor “Tito” Calisto Oyarzún en la catedral de Coyhaique, donde finalmente descansa su cuerpo.

Martes 16 de Octubre de 2018
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El sábado 13 de octubre de 2018 arribó a las 14:45 horas al aeropuerto de Balmaceda el cuerpo del diácono “Tito” Calisto, que era esperado por sus familiares y compañeros de trabajo de la Fundación San Pablo y el Vicariato Apostólico de Aysén quienes posteriormente lo acompañaron en caravana a la ciudad de Coyhaique, al “Santuario del Carmen”, donde fue recibido para ser velado.

A su llegada, inmediatamente, el padre Obispo Luis presidió junto a los presentes la primera bendición y oración para el querido y conocido diácono que fue recordado con oraciones, testimonios y cantos hasta altas horas de la noche.

Al día siguiente, a las 17:00 horas, inició una procesión por las calles de Coyhaique que condujo su cuerpo a la catedral de la ciudad.
En un templo con sus naves repletas con más de 1.000 fieles el padre obispo Luis destacó la vida y entrega de “Tito”. En su homilía manifestó que él: “recibió una semilla en Punta Arenas que fue creciendo hasta llegar aquí, a nuestro querido Aysén, donde brotó vida nueva en su trabajo, en su familia y en tantos lugares”.

“En ‘Tito’ podemos reconocer esta semilla de Dios que ha recogido no solo los mandamientos sino las bienaventuranzas… Él fue un hombre del Espíritu y un luchador. No es casualidad que su funeral lo celebremos hoy en que el papa Francisco reconoce la santidad de Pablo VI y Óscar Romero”.

“Ser luchador —agregó el padre Obispo Luis— es vivir las bienaventuranzas y ‘Tito’ tuvo durante su vida muchas situaciones difíciles y sin embargo, desde la fe, desde la confianza en el Espíritu de Dios, supo luchar y lo ha demostrado últimamente también enfrentando al ‘hermano cáncer’.

“Muchos pueden dar testimonio de que él se fue preparando para recibir a la ‘hermana muerte’ dando gracias a Dios también por esta lucha contra el mal, y sintiendo la fortaleza, la cercanía, la solidaridad, la fe de un pueblo que oraba por él para que la fuerza de Dios le diera la valentía y ánimo para enfrentar este momento”.
“Ofreció sus sufrimientos por la Iglesia de Aysén, rezaba por su familia y por nosotros. Por eso hoy estamos aquí celebrando a un hombre santo, luchador, profeta… un hombre de Iglesia”, enfatizó el padre Obispo Luis.

La eucaristía de exequias fue acompañada, junto al pan y el vino, de una guitarra, una grabadora y la estola diaconal para simbolizar algunas de las facetas creativas, comunicacionales y de servicio que ‘Tito’ Calisto desarrolló sin medida en su ministerio.

Tras los testimonios de dos de sus hijos y un diácono; los ritos de despedida fueron la antesala del momento en que la cripta de la catedral recibió el cuerpo de “Tito” Calisto para su descanso final en medio del cariño, las oraciones, cantos y bendiciones de toda la comunidad reunida.

Testimonios

Damaris Viviana, hija menor de “Tito” Calsito: “Tuve el papá perfecto para mí y mi forma de ser porque su paciencia era infinita. Siempre cariñoso, acogedor y sabio consejero, responsable, consecuente, humilde, motivador, informado, reflexivo y tantas otras cosas que sin duda para nosotros como hijos quedaron como ejemplos de vida”.

Víctor Jiménez, diácono permanente: “En el trabajo eclesial compartí muchas experiencias con él, me enseñó mucho… Se nos va alguien que entregó y sirvió profusamente; que estuvo permanentemente atendiendo las necesidades de las personas entendiendo que su servicio, y el que transmitía a las generaciones más jóvenes de diáconos, era ponernos a disposición y estar siempre con el Señor y con quienes nos necesiten”.

María Elena Ravena, comunidad Nuestra Señora de los Dolores: “Lo conocí en la catequesis y después pasó a ser mi confesor y amigo. Siempre que tenía un dolor o una pena acudía a él. Me decía ‘chiquilla, siempre adelante’. Lo voy a echar mucho de menos porque no siempre se tiene una persona así, que está siempre para una”.

Fuente: Comunicaciones Aysén
Coyhaique, 16-10-2018