Una diócesis agradecida
La santidad un llamado para todos
El 2 de octubre de 1928 San Josemaría Escrivá fundó el Opus Dei. Este año se cumplen, por tanto, ochenta años desde ese momento divino en que, como el mismo decía “vió” lo que Dios quería y se hicieron concretos los “barruntos” que en su alma el Señor venía suscitando desde muchos años antes. Hoy la Prelatura del Opus Dei es una realidad eclesial extendida por todos los continentes y en muchos países (63) con una gran desarrollo apostólico, poniendo en el centro de sus trabajo pastoral la llamada universal a la santidad para todos los hombres y mujeres que habitan nuestro mundo, siguiendo las palabras del Señor Jesús: “sed santos, como mi Padre celestial es Santo” Aquel mensaje del 2 de octubre, que el fundador recibió sólo, mientras hacia unos días de retiro espiritual en Madrid, es hoy un mensaje de toda la Iglesia, recogido en las enseñanzas del Concilio Vaticano II y enseñado por el Magisterio como el corazón del mensaje de Jesús. Visto desde hoy nos parece muy lógico que sea así, pero en los inicios, según conocemos por la historia, fue muy difícil abrir este camino en la vida de la Iglesia y hacerlo costó muchos sufrimientos y persecuciones. San Josemaría es uno de los grandes santos de la Iglesia de los tiempos modernos y a medida que sus enseñanzas van siendo conocidas, el mensaje de la Iglesia penetra a fondo en la vida de muchas personas. El Opus Dei – como otros carismas suscitados por el Espíritu Santo en la vida de la Iglesia – es una luminosa realidad que muestra el camino cristiano a muchos hombres y mujeres de nuestra época, haciendo concreto y tangible su deseo de amor a Dios y al prójimo y la búsqueda de la santidad en el trabajo ordinario de todos los días.
El deber se ser agradecidos
Por eso, al llegar esta fecha nuestra diócesis de San Bernardo quiere también levantar su agradecimiento a Dios por los bienes que ella ha recibido del carisma de fundador del Opus Dei y del trabajo de los miembros de la Prelatura y de quienes participan en sus apostolados entre nosotros. Los bienes principales de las obras de Dios entre los hombres son muchas veces ocultos y silenciosos, tocan las almas, las convierten y encienden en amor a Dios y en deseos de servir a los demás, especialmente a los necesitados. Pero también esos bienes tienen manifestaciones externas que nosotros podemos fácilmente percibir.
Entre esas manifestaciones están algunas que, como Obispo diocesano, quisiera hoy destacar y agradecer muy brevemente. Primero, el trabajo profesional silencioso y eficaz de muchos miembros y amigos del Opus Dei en nuestro Hospital Parroquial de San Bernardo. Parte importante del buen espíritu que allí se vive, de la competencia profesional y prestigio de nuestro hospital se debe a que en él desarrollan su labor los docentes y médicos y alumnos de las Facultades de Medicina y Enfermería de la Universidad de los Andes y de otros institutos de esa prestigiosa casa de estudios, nacida e impulsada por el espíritu del Opus Dei. Allí, además, funciona hoy un centro odontológico, dependiente de la respectiva facultad, que con más de cien sillones clínicos, atiende casi gratuitamente a muchas personas de escasos recursos. En el Centro de Salud, por su parte, hay atención sicológica y siquiátrica y todos los servicios médicos ambulatorios con la colaboración del Instituto de Sicología y en la Casa de la Familia, el Instituto para la Familia lleva adelante la oficina de mediación familiar. Quisiera destacar el esfuerzo con que los médicos y enfermera s y matronas nos ayudan a hacer realidad las enseñanza de los métodos naturales de regulación de la fecundidad, que va en directo apoyo a las familias de nuestras parroquias y comunidades. Sus alumnos y alumnas ponen en medio del dolor y la enfermedad el suave bálsamo del amor y la cercanía, la simpatía de los jóvenes y la audacia y el heroísmo que son tan propios de esa edad. Nuestro Hospital y el complejo de salud del mismo, debe mucho a la Universidad y esa alianza entre el espíritu que le legó el fundador, mons. Joaquín Larraín Gandarillas y el que ha recibido de San Josemaría Escrivá ha dado por resultado una de las obras hospitalarias de la Iglesia de mayor prestigio y mas profundo servicio a los mas pobres y desamparados de todo el país.
La educación de nuestros jóvenes
En el corazón de La Pintana dos colegios técnicos profesionales – Almendral y Nocedal, para niños y niñas respectivamente – atienden a la educación de los jóvenes de la población El Castillo. Ellos, mas el Centro de la Familia y próximamente la Iglesia Rectoral de San Josemaría con todas sus dependencias, constituyen un potente foco de espiritualidad y formación humana y cristiana, cuyo frutos ya comienzan a percibirse justo en un lugar donde esa necesidad es imperiosa. Todas esas obras han nacido y se han desarrollado bajo el alero del espíritu del Opus Dei y son muchas las personas que trabajan silenciosamente en ellas, marcando surcos profundos en el camino cristiano y de compromiso con la fe de las familias de La Pintana y haciendo una verdadera promoción humana de nuestros jóvenes y de sus familias.
Los sacerdotes de la prelatura y los estudiantes
No puede dejar de agradecerse al Señor la presencia en nuestra diócesis de sacerdotes de la prelatura que dedican su tiempo al servicio de sus hermanos sacerdotes, y en la formación de nuestros seminaristas, ayudando en la vida espiritual de muchos de ellos. Asimismo, desde hace ya varios años las alumnas y alumnos de los colegios que se han creado bajo el alero del espíritu del Opus Dei, vienen durante sus vacaciones a trabajar con los mas pobres de nuestra diócesis, trayéndoles no sólo su amistad y cercanía espiritual, sino también la ayuda material necesaria para hacer mas dignas sus vidas. Lo mismo ocurre con jóvenes que asisten a centros de la prelatura, que han montado operaciones de envergadura para construir casas básicas a familias de extrema pobreza. Es posible que al escribir estos agradecimientos muchas cosas queden en el tintero. Quizá el Señor lo prefiera así, para que los méritos se hagan mayores.
Se bien que estos agradecimientos no son del gusto ni del estilo de los miembros del Opus Dei y de las personas que se acogen al espíritu de San Josemaría, pero al cumplirse una fecha tan precisa, la justicia se impone por sobre la humildad colectiva que aprendieron del fundador y por eso nuestra diócesis, beneficiaria directa del carisma y del trabajo del Opus Dei, dice sencillamente: Gracias Señor por haber suscitado en el seno de la Iglesia este espíritu y hacer que se haya encarnado en las realidades de nuestras gentes, de nuestros jóvenes y familias, de esta pequeña porción del pueblo de Dios que camina en San Bernardo. Cuando algunos, quizás sin conocer o no queriendo hacerlo, piensan que el Opus Dei es cosa sólo para gente rica, me sonrío y pienso que bien le haría a estas personas pasarse sólo algunas horas en los pasillos de nuestro vetusto pero digno hospital o ir a la calle Primavera y ver el orden, la alegría y la sencillez de esos colegios, o ver la alegría de muchos matrimonios que han aprendido a vivir en plenitud su vida conyugal. Es justo también que yo mismo de gracias a Dios, porque – con todas las deficiencias y pecados de la condición humana que tengo – soy un “producto” de espíritu del Opus Dei en nuestra Patria.
+ Juan Ignacio González Errázuriz
Obispo de San Bernardo