De Cara al Bicentenario: Preocupaciones y desafíos de la sociedad chilena
Aunque estoy en casa, muchas gracias por la invitación a este seminario de estudios organizado por la Dirección de Asuntos Públicos de la Pontificia Universidad Católica de Chile. La Encuesta Nacional Bicentenario efectivamente ya nos ha permitido mirar con perspectiva y de cerca el ‘alma de Chile’. Para construir entre todos una nación, un solo Chile en cuerpo y alma. Sin dualismos y sin reduccionismos. Ya lo decía el Señor Rector de la Universidad el Doctor Pedro Pablo Rosso hace un par de años, que esta iniciativa de la encuesta es un proyecto íntimamente ligado a la ‘misión’ de una Universidad Católica. Pues le interesa examinar a fondo la realidad mediante la integración de las diversas formas de saber, en diálogo con la fe, para el desarrollo de la persona humana y la cultura. Quiere ser esta iniciativa como una radiografía (hoy podemos decir mejor una resonancia nuclear magnética), de nuestra sociedad chilena. Este estudio permite incentivar un
debate constructivo sobre el futuro de la nación en la perspectiva de nuestro itinerario hacia el Bicentenario, como lo señaláramos los Obispos de la Conferencia Episcopal chilena ya en el 2004.
Me planteo sólo dos preguntas en esta introducción al seminario sobre esta tercera versión de la encuesta, del año recién pasado 2008. La primera es muy sencilla y puede formularse como sigue: ¿Qué es el Bicentenario? La segunda es el tema que se me ha solicitado enunciar. Es la cuestión acerca de los desafíos y preocupaciones de la sociedad chilena a la luz de vida de la Iglesia. Señalo así, en unos pocos minutos, unas breves pistas de respuesta espigando primariamente en recientes textos del magisterio episcopal de nuestras orientaciones pastorales.
§1. ¿Qué significa el Bicentenario?
Es una iniciativa
lógica y teológica a la vez, no me canso de repetir. Es una fecha ‘cronológica’ y puede ser apropiada desde la razón y la fe como un ‘acontecimiento de gracia’ para nuestra nación. La
memoria agradecida del pasado permite tener una
lúcida mirada al presente y una
esperanza frente al futuro. Es de personas y pueblos maduros y responsables, situarse frente al tiempo y la historia, desde la propia identidad y la tradición. Se espera valorar el aporte de la fe cristiana y de la Iglesia católica en la construcción de la identidad nacional y de nuestro futuro. Un aporte realizado con gratitud, lucidez y esperanza.
Las orientaciones de la V Conferencia de Aparecida apuntan a un
salto de calidad en el aporte de los creyentes al mundo. Que ‘recomenzando desde Cristo’, mediante los
itinerarios formativos de la tradición eclesial, y aprovechando
lugares de comunión, podamos hacer nuestro aporte a la construcción del futuro, para
“que nuestros pueblos tengan vida en Cristo”. ¡Somos discípulos misioneros! para entregar vida plena para todos. En la perspectiva de la Iglesia católica el aporte al Bicentenario es una iniciativa principalmente
de laicos aunque integra a toda la Iglesia. Apoyada y acompañada por los
pastores se inicia con el Documento de Trabajo de la Conferencia Episcopal de Chile de Septiembre de 2004,
En Camino al Bicentenario. De
largo aliento (2004-2010), estos últimos años 2008-2010 deberían estar marcados en nuestros programas de acción. Nos ayuda a todos y a cada uno a
tomar conciencia de las propias responsabilidades en la construcción de la sociedad del futuro. No es fácil el tema de la ‘identidad católica’ en tiempos de un pluralismo liviano y totalizante. Este es un proyecto muy abierto, no cerrado ni dirigido totalmente (en sus objetivos y metodología), abierto a ambientes y constructores diversos de la sociedad. No es ni reactivo ni alternativo a las iniciativas oficiales.
Es un aporte propio y original e insustituible al que no podemos renunciar, y que es necesario. Queremos volver a la plaza. No queremos que la fe y sus consecuencias queden arrinconadas en la vida privada y personal-individual. La fe tiene repercusión social, y política. Es un aporte que los creyentes deben y pueden hacer en una sociedad que quiere ser pluralista. La encuesta da varias pistas al respecto.
Las circunstancias socio-culturales aparentemente no son favorables pero estamos en una coyuntura única para hacer propositivamente nuestro aporte, para hacer de nuestra fe, cultura y aportar, desde nuestra identidad, hacer de Chile una ‘tierra de hermanos’.
El futuro esperado de este proyecto es un salto de calidad en nuestra pastoral, una fe más adulta que se hace cultura entre nosotros. Que nuestros sueños de Chile puedan concordar con los sueños que Dios tiene para nosotros. Todo lo hemos encomendado a nuestros santos y a la Santísima Virgen María, nuestra Madre, pues Ella nos educa para que el Evangelio se encarne y produzca frutos en nuestra tierra, en nuestros pueblos. La iniciativa ‘María une a América Latina’ impulsada por la Comisión Bicentenario del Arzobispado de Santiago y en el seno de la Vicerrectoría de esta casa de estudios que nos convoca hoy, nos llena de consuelo y esperanza, porque nos ha permitido traspasar las fronteras y esperar que Chile y América puedan llegar a ser una
Tierra de Hermanos.
§2. ¿Cuáles son las preocupaciones y desafíos de la sociedad chilena?
Al final de la Visita
‘ad Limina Apostolorum’ de los Obispos chilenos en diciembre pasado, el Santo Padre Benedicto XVI afirmó: “Como fruto de un vasto esfuerzo de discernimiento eclesial, y en consonancia con el documento conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en Aparecida, habéis elaborado unas apropiadas Orientaciones Pastorales para los próximos cuatro años. Con ellas pretendéis suscitar en todos los fieles el gozo de seguir a Cristo, así como una mayor conciencia misionera que permita a toda la comunidad eclesial chilena afrontar con verdadero impulso apostólico los desafíos del momento presente”. Un buen elogio del Santo Padre al declarar que estas orientaciones eclesiales son ‘apropiadas’ para afrontar desde la fe los desafíos del momento presente porque están preparadas con un ‘vasto esfuerzo de discernimiento eclesial’.
¿Cuáles son los desafíos que son allí formulados y abordados? Aparecen entre los números 31 al 48 de
Orientaciones Pastorales 2008-2012, Discípulos misioneros de Jesucristo para que el Él nuestro pueblo tenga vida. “En camino hacia el bicentenario de nuestra Independencia Nacional, resuena en nosotros la pregunta de Jesús: ‘¿Qué buscan?’ Y con esa pregunta en el corazón, miramos con afecto y preocupación la sociedad y el país que junto estamos construyendo. Nos importa sobremanera descubrir la presencia y morada del Señor en las circunstancias, a veces complejas, de nuestro tiempo’’ (31). No es menor la actitud de ‘afecto’ y ‘preocupación’ que se tiene sobre Chile. Es la sana actitud de ‘simpatía crítica’ propia de la fe católica sobre una mirada creyente sobre la realidad. Metodología una vez más afirmada y subrayada en Aparecida. Pues el Bicentenario es una oportunidad de
asumir las responsabilidades que cada uno tiene en la construcción del futuro. Sin ingenuidad ni fatalismo.
¿Qué busca Chile a comienzos del tercer milenio? En el Documento comentado, después de reconocer los muchos dones que Dios ha regalado a nuestra Patria (32), se plantea que en esta sociedad plural aún no tenemos un ‘proyecto país’ con el mejor aporte de todos (33). No hemos logrado derrotar la pobreza, a pesar de los avances en el desarrollo; reconociendo que el crecimiento económico es sólo un aspecto y que éste “necesita ir de la mano de un desarrollo espiritual y cultural (34). También preocupa la violencia (35) y las múltiples y complejas causas de estos fenómenos.
Ahondando en este punto leemos que “
Las causas de estos fenómenos preocupantes son múltiples y variadas, desde la frustración que resulta de la búsqueda de la felicidad en el consumo exacerbado, hasta la insatisfacción permanente en el campo de la educación, la salud, el descanso, la vivienda. Por otra parte, brotan actitudes violentas donde hay sed de exigir más y más derechos, y ésta se desliga de las responsabilidades. Constatamos una tendencia extraviada a descuidar dimensiones humanas que van más allá de los derechos, como son, la gratuidad, la generosidad, un trato social conforme a la dignidad de cada cual. De ahí la urgencia de una cultura humanista y de medidas que mejoren la calidad de vida de los pobres y que puedan incorporar en la mesa de todos a los excluidos” (36).
Una reflexión al respecto, se aprecia en el número siguiente, que leo textualmente completo. Me parece muy importante. “En las conversaciones, en los medios de comunicación y en las discusiones sobre valores y proyectos educacionales y sociales se puede constatar a diario
las ofertas y los cambios culturales propios de un mundo global, con tendencias que restan importancia al substrato católico de nuestra cultura o buscan reemplazarlo por otros paradigmas culturales secularizados.
A esto se suma un esquema de mercado que acentúa el tener sobre el ser, la satisfacción de las necesidades individuales sobre el bien común, la explotación de la naturaleza sobre el cuidado del medioambiente, el placer sobre el gozo, la inmediatez sobre los tiempos necesarios para la madurez de las personas y de los procesos sociales. De ahí surgen acuciantes preguntas: ¿Cómo se relaciona nuestra identidad como pueblo con profundas raíces cristianas y católicas con el cambio cultural? ¿Cómo estamos resolviendo la búsqueda de Dios y de trascendencia en medio de una sociedad más secularizada? ¿De dónde surgen nuestros principios cohesionantes en el campo de la ética y de la convivencia social?” (37).
Vivimos, según este diagnóstico pastoral, en sociedades ‘fragmentadas’, en las que “cuesta mucho más formular las preguntas y las respuestas que dan sentido a la vida.” (38). Preocupa la manara de entender la autoridad y de ejercerla, y también de la libertad (39), asimismo la manara de comunicarnos y el uso o abuso de los medios (40). Según la lectura desde la fe de nuestra realidad se pueden sacar ya algunas conclusiones. Sigo la lectura de las Orientaciones Pastorales de la Iglesia en Chile para estos años. “En este contexto histórico encuentra un eco profundo la pregunta de Jesucristo: ¿Qué buscan? Porque la conciencia de las carencias que comprobamos, manifiesta la decepción por búsquedas no satisfechas. Por otra parte, los logros que consignamos nos hablan de búsquedas que encuentran lo que ofrece el Señor. Y aun las realidades que nos parecen extraviadas y causas de nuevos males, muchas veces expresan búsquedas de valores humanos, que se exponen de manera confusa y se buscan donde no se encuentran. Por eso mismo, la pregunta acerca de las búsquedas más sentidas, más profundas, más dinamizadoras, cobra una importancia decisiva” (41).
“La pregunta “¿qué buscan ustedes?” nos lleva por eso a pensar en
los proyectos personales y familiares, las visiones de ser humano, de familia y de sociedad, de felicidad, de libertad y de plenitud de vida, que hay tras muchas de nuestras expectativas y decisiones personales, mediáticas o colectivas. No pretendemos imponer nuestras respuestas, pero sí invitamos a un diálogo profundo y sostenido, que nos lleve a poner lo mejor de nosotros mismos en todas aquellas mesas de esperanza en que se discuta el presente y el futuro de Chile...” (42).
Ante esa realidad la Iglesia sostiene que Cristo es quien da Vida nueva a este mundo. Por esto nos comprometemos en una ‘Misión Continental’ para anunciarlo como Vida nuestra, buscando una promoción humana integral, teniendo como destinatarios prioritarios la familia, los adolescentes y jóvenes, los agentes educativos, los pobres y excluidos, y los constructores de la sociedad. También los agentes pastorales, los ministros ordenados, los católicos alejados y los no católicos y no creyentes.
Creo que esta encuesta, y sobre todo su debate posterior, como el que hoy se inicia, son una ayuda para enfrentar no sólo las respuestas sino también las verdaderas preguntas sobre el futuro de Chile. Junto con formular y conocer los desafíos y problemas de nuestra sociedad, estamos conscientes del regalo que significa la fe, ser chileno y vivir en este tiempo. Estoy convencido que una fe coherente que se hace cultura es un aporte único en la construcción común de una sociedad mejor para todos.
+Andrés Arteaga Manieu
Obispo Auxiliar de Santiago
Vice Gran Canciller de la Pontificia Universidad Católica de Chile