Una Palabra de agradecimiento
Agradezco personalmente y a nombre de muchos el esfuerzo conjunto que está detrás del proyecto Encuesta Nacional Bicentenario UC-ADIMARK, que nos ayuda a una mirada al Alma de Chile.
Me alegra que recoja y profundice las miradas proféticas que nos regalaron el Cardenal Raúl Silva Henríquez el 18 de Septiembre de1974 y el Cardenal Francisco Javier Errázuriz el 16 de Abril de 2004.
Me alegra haber compartido unas primeras reflexiones al respecto con Roberto Méndez, Pedro Güell, Ignacio Irarrázabal y un buen grupo especialmente de jóvenes, al alero del Santuario de Schoenstatt- Bellavista el año 2003.
Ello significa la necesidad y la oportunidad, frente al Bicentenario, de reflexionar sobre la forma de asumir la historia, el progreso y el crecimiento con un sentido profundo, que nos dé consistencia e identidad.
Desde esta perspectiva quiero colaborar al tema “Marianismo y Religiosidad Popular”.
Una palabra sobre el enfoque
El fenómeno de la religiosidad popular ha tenido un crecimiento y una maduración en su enfoque. Hoy más que de “religiosidad popular”, incluso de “piedad popular “se habla de “espiritualidad popular”. ¿En qué consiste este avance en la focalización?
Una buena pista nos la regala el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia (Vaticano, 2001). Allí refiere a la “religiosidad popular” como “una experiencia universal, en el corazón de toda persona, como en la cultura de todo pueblo y en sus manifestaciones colectivas, donde siempre está presente una dimensión religiosa…(por lo tanto) no tiene relación necesariamente, con la revelación cristiana”(# 10). Sin embargo el término “piedad popular” designa “las diversas manifestaciones cultuales, de carácter privado o comunitario, que en el ámbito de la fe cristiana se expresan principalmente, no con los modos de la sagrada Liturgia, sino con las formas peculiares derivadas del genio de un pueblo o de una etnia y de su cultura”(# 9).
Esta mirada es enriquecida por el Documento de Aparecida cuando se señala que la piedad popular es mejor llamarla “espiritualidad popular”, ya que “siendo un encuentro personal con el Señor, integra mucho lo corpóreo, lo sensible, lo simbólico y las necesidades más concretas de las personas”(DA 263) . “Es una espiritualidad encarnada en la cultura de los sencillos que, no por eso, es menos espiritual, sino que lo es de otra manera…(por eso) no podemos devaluar la espiritualidad popular o considerarlo un modo secundario de la vida cristiana” (DA 263).
Por esa razón me parece que decir que “el núcleo de la religiosidad popular se encuentra en brujerías y milagros”, además de la costumbre de encender animitas y visitar el cementerio el Día de los Muertos (Encuesta pág 97), no recoge totalmente la mirada moderna y profunda del fenómeno.
Un análisis sobre las motivaciones, desde la perspectiva de la fe, del encuentro y adhesión a Dios, nos regalaría pistas muy profundas para entender la fuerza que tiene la piedad popular “como una forma activa con la cual el pueblo se evangeliza continuamente a sí mismo” (Puebla # 450)
Una palabra sobre el análisis
+ Sobre el marianismo:
La encuesta refrenda la relación creyente frente a la Virgen María.
En un estudio complementario sería interesante estudiar el Mes de María: asistencia, conocimiento de la Oración del Mes, ya que es una costumbre de la “espiritualidad popular mariana”, prácticamente única en la forma que se da en nuestro país y -a mi juicio- nos marca mucho más, que las peregrinaciones, llevar una imagen, detenerse frente a una imagen (que son más universales).
La relación básica y profunda con la Virgen se da porque Ella ayuda (por la relación profunda de lo materno-filial) a vivenciar la realidad de ser hijos queridos de Dios.
El desafío educativo permanente es pasar de ese “amor afectivo “al “amor efectivo”, del “vínculo personal”a la “actitud de vida”. Ese desafío permanente de la educación humana, cristiana y mariana nos puede ayudar a comprender la maduración que tiene el marianismo. Personalmente creo que el Mes de María, con su historia de más de 150 años en nuestro país a contribuido a pasar de una relación frente a la Virgen como modelo de virtudes a una relación donde Ella es: “verdadera ‘educadora de la fe’, que nos lleva a asemejarnos cada vez más a Jesucristo, provocando la apropiación progresiva de sus actitudes” (DA 300).
+ Sobre los Santos:
La fuerte presencia de Santa Teresa de los Andes y del Padre Hurtado detectada por la encuesta revela cómo aquí hay una forma lograda de acercarse a los Santos como intercesores y modelos de vida., que corresponde a la mirada más profunda del significado de los santos para la Iglesia.
Una palabra de proyección
En el encuentro de Aparecida, Benedicto XVI destacó la riqueza de la piedad popular, “en la cual aparece el alma de los pueblos latinoamericanos” y la valoró como “el precioso tesoro de la Iglesia católica en América Latina”. Invitó a promoverla y protegerla, ya que refleja “una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer”(cfr. DA 258).
Esta realidad quiero demostrarla con dos observaciones. Una extraída desde la experiencia y otra desde la encuesta.
Me asombra observar la fuerza inculturadora de la piedad popular expresada el Cuasimodo y los bailes religiosos.
En el cuasimodo “urbano” el caballo va siendo complementado por la bicicleta; y el coche o carretela por el auto o la camioneta. En los bailes religiosos de Santiago, comienzan a surgir los “bailes urbanos”, donde a los pasos clásicos se les añaden pasos de cumbia e indumentarias que se acercan a la ropa tipo “gótico”.
La afirmación que el 67 % cree que la Virgen del Carmen ha protegido y protege a Chile, es notable como símbolo de identificación nacional y refuerza el hecho de haber sido declarado el 16 de julio la fiesta de la Virgen del Carmen como feriado nacional, porque “…desde los orígenes de la Patria la figura de la Virgen del Carmen ha formado parte de nuestro acervo religioso-cultural y en torno a ella se han unido todos los habitantes del país, constituyendo la imagen de la Virgen un símbolo de fraternidad a lo largo de las distintas etapas de la historia nacional” (fundamentación de la ley 20.148).
P. Carlos Cox D.
Maipú, 06 de enero de 2009