Preocupados por la situación que afecta al mundo campesino, ante el conflicto económico generado en el mercado del trigo, el Obispo de Chillán quisiera compartir lo siguiente:
1. Como creyentes en Jesucristo y portadores de su mensaje, en medio de una población ampliamente rural, asumimos el compromiso cristiano de hacer oír nuestra voz en este momento crucial para la vida del campo, invitando a todos los actores de este conflicto a no escatimar esfuerzos en la búsqueda de soluciones que tengan como fin último la dignificación de las familias campesinas más pobres y la justa retribución a todos los que se dedican al trabajo agrícola.
2. El conflicto del trigo es sólo la punta del iceberg de una lamentable realidad de inequidad que afecta al mundo campesino, en medio de las frías leyes de la economía que impone la globalización mundial. Una situación que se constata, es las grandes transformaciones que el campo ha tenido en los últimos 50 años, especialmente en las formas de producción y comercialización agraria, y en el cambio de la agricultura tradicional a nuevos productos requeridos por la creciente agroindustria. Como lo plantearon los obispos de Chile, en la “Carta Pastoral a los hombres y mujeres del campo chileno”, el año 2007, “los tratados de libre comercio (TLC) han abierto nuevas oportunidades y también siembran desconcierto y temores, han traído oportunidades para los más fuertes y han acrecentado el abismo entre los grandes productores y las empresas con respecto a los pequeños productores que quedan en el desamparo”.
3. Compartimos con el mundo campesino su preocupación ante la realidad que les aflige, sobre todo en la proyección que se hace para este año 2009 en el contexto de la crisis económica mundial. La actual situación de los precios y el costo de los insumos que deben enfrentar nuestros agricultores, se han convertido en un verdadero drama para pequeños y medianos agricultores, que traerá consecuencias negativas para ellos y las zonas de producción agrícola de Chile, y hace muy difícil el cultivo del trigo con las justas ganancias para los productores.
4. Reconocemos los esfuerzos que el Gobierno ha hecho, a través de políticas de salvaguardia de la economía nacional, en momentos donde la mayoría de las naciones del orbe ven con aún mayor preocupación este tiempo de recesión. Al mismo tiempo, lamentamos la lentitud con que se enfrenta esta crisis, que sólo llevará a aumentar los sentimientos de impotencia y descontento en el agro chileno. Por lo mismo, extendemos nuestro llamado a mirar este conflicto como una oportunidad para construir hacia el Bicentenario un país donde reine la equidad y el desarrollo sustentable para todos, desde una activa preocupación por quienes hoy están excluidos, particularmente por los pobres de nuestro mundo rural.
5. Finalmente reiteramos la actitud de nuestra Iglesia, dispuesta a apoyar todas las acciones que tiendan a la construcción de puentes de diálogo y trabajo mancomunado para solucionar esta crisis puntual, y seguir trabajando por el desarrollo, la equidad y la hermandad del pueblo chileno.
† Mons. Carlos Pellegrin Barrera
Obispo de Chillán
Chillán, Lunes 12 de Enero de 2009