Esta Eucaristía fue precedida por un encuentro en la casa de retiro Leñadura con el clero diocesano y religiosos de las congregaciones presentes en la diócesis.
Una solemne misa crismal, presidida por el obispo de Punta Arenas monseñor Bernardo Bastres, se celebró este miércoles 17 de abril en la catedral de Punta Arenas con la participación de todo el clero diocesano y religiosos de las congregaciones presentes en la diócesis. En ella los sacerdotes renovaron como es tradición sus promesas ante el obispo y se bendijeron los santos óleos y el crisma que se usarán para ungir a las personas que durante el año recibirán los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Unción de los enfermos en las parroquias y capillas de nuestra diócesis.
Acompañaron la celebración fieles de todas las parroquias y comunidades, colegios católicos, familiares de los sacerdotes.
“EL EVANGELIO Y LA EUCARISTIA EN EL CORAZÓN DE MAGALLANES”
El obispo en su homilía señalo: “Estamos reunidos esta tarde, como Pueblo de Dios que peregrina en Magallanes, para celebrar juntos esta Eucaristía, llamada también: Misa Crismal, donde bendeciremos los oleos que nos acompañaran durante este año, especialmente en los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y la Unción de los Enfermos. Jesús quiere ser el aceite que da vida y fuerza al que inicia la vida cristiana y ser también alivio y esperanza hacia el que sufre.
Por otra parte, deseamos acompañar a nuestros sacerdotes, que en la intimidad de la institución de la Eucaristía, renovaran sus promesas sacerdotales y su fidelidad vocacional. Así todos juntos, comenzaremos a vivir estos días de Misterio Pascual, en un clima que nos ayude a profundizar nuestra fe en Jesucristo que por nosotros padeció, murió y resucitó.
Cada año, esta Misa Crismal es una invitación para volver a experimentar la gracia de Dios, su amor y su misericordia; es una invitación a renovar la conciencia de haber sido “elegidos por Dios” para servir a su Pueblo santo; es una invitación a decir “sí” como respuesta a su llamada. Cuando el Obispo pronunció nuestro nombre respondimos: “Aquí estoy, Señor para hacer tu voluntad”. De ahí en adelante hemos recorrido caminos diversos en su seguimiento. Con San Pablo nos atrevemos a decir: “No disminuye nuestro celo en el ministerio que, por misericordia de Dios, nos ha sido encomendado” (cf. 2Co 4, 1).
Necesitamos que nuestros laicos, tengan una participación activa dentro de nuestra Iglesia Diocesana, y nosotros los sacerdotes aprendamos a acoger, a escuchar, a consultar y discernir con ellos la voluntad de Dios. Ha dicho el Papa: “es imposible imaginar el futuro sin esta unción operante en cada uno de Ustedes que ciertamente reclama y exige renovadas formas de participación. Insto a todos los cristianos a no tener miedo de ser los protagonistas de la transformación que hoy se reclama y a impulsar y promover alternativas creativas en la búsqueda cotidiana de una Iglesia que quiere cada día poner lo importante en el centro. Invito a todos los organismos diocesanos ―sean del área que sean― a buscar consciente y lucidamente espacios de comunión y participación para que la Unción del Pueblo de Dios encuentre sus mediaciones concretas para manifestarse”.
Si hoy tenemos la Eucaristía y el misterio sacerdotal, lo debemos a la Virgen María, que nos ha regalado a su Hijo Jesucristo, verdadero hombre y verdadero Dios, que ha querido perpetuar la última cena como signo de su presencia sacramental a lo largo de los siglos. A ella, dirigimos nuestra mirada para que bendiga y acompañe a cada uno de nuestros sacerdotes y les conceda la gracia que necesitan para el bien de toda la Iglesia”. Concluyó.
Fuente: Comunicaciones Punta Arenas
Punta Arenas, 18-04-2019