Carta de Mons. Manuel Camilo Vial,
preparando la vigilia pascual
Fecha: Jueves 19 de Marzo de 2009
Pais: Chile
Ciudad: Temuco
Autor: Mons. Manuel Camilo Vial
Muy queridos hermanos y hermanas:
1. Con alegría les escribo esta Carta, en la fiesta de “San José”, patrono de nuestra diócesis. Habiendo concluido el tiempo de vacaciones e iniciado el año pastoral, quisiera retomar con ustedes la reflexión y el compromiso de la Misión Continental aquí en la Diócesis, siguiendo el llamado de APARECIDA diseñado en nuestras Orientaciones Pastorales 2009 (cf. APARECIDA n. 551).
2. Nuestra vocación de discípulos misioneros nace del encuentro personal con el Señor Jesús en la fuente bautismal. Este acontecimiento decisivo en nuestra vida marca toda nuestra existencia, pues nos hace hijos del Padre eterno, parte de la gran familia de Dios, miembros del cuerpo de Cristo y templos del Espíritu Santo; incorporándonos al plan divino de salvación como “su pueblo santo”.
3. Por eso, en la Carta Convocatoria a la Misión Continental, que escribí para ustedes, decíamos: «En este tiempo nuevo se requiere un corazón nuevo y un espíritu nuevo, para que de cada uno de nosotros pueda surgir un discípulo del Señor completamente Nuevo. Un discípulo misionero que pueda dialogar con el hombre de hoy sin complejos y con una clara identidad cristiana». (Carta Convocatoria 17/08/2008) ¿Pero, de dónde le viene al hombre esta identidad cristiana, sino del bautismo?
4. En estos días de la Pascua, en que renovamos nuestra Alianza de amor con Dios, somos invitados por el Señor, a mirar la historia humana como historia de salvación, para hacer del Dios eterno y todopoderoso “el Dios de mi vida”. Para personalizar la salvación, Dios se acerca a nosotros, a través de su Palabra, la liturgia y los sacramentos -especialmente la Eucaristía- la comunidad y los pobres, para así poder retomar, el camino de vuelta a la comunión con Él y los hermanos (cf. OO.PP 2009 n 4). Pues como los discípulos de Emaús (cf. Lc 24,13), podemos extraviar el camino, porque muchas veces en la vida diaria el mal se presenta bajo apariencia de bien, las obras y seducciones del demonio como virtud (cf. Lc 4,1 ss.). Por eso, no siempre logramos distinguir el mal, no siempre percibimos cómo Satanás actúa en nosotros, cuáles son sus obras, o cómo nos seduce, pero el Señor está con nosotros, Él nos explica las escrituras y parte para nosotros el pan (cf. Lc 24,35).
5. Como los discípulos de la primera hora, necesitamos permanentemente, renovar nuestra fe y adhesión al Señor Jesús. Unirse al Señor Jesús significa claramente renunciar a Satanás, por eso “Terminado el tiempo de cuaresma, renovamos las promesas del santo bautismo, con las que en otro tiempo renunciamos a Satanás y sus obras, y prometimos servir fielmente a Dios en la santa iglesia católica”.
6. Por esta razón en la Vigilia Pascual se nos interroga:
¿RENUNCIAN A SATANÁS, esto es: al pecado, como negación de Dios;
al mal, como signo del pecado en el mundo;
al error, como ofuscación a la verdad;
a la violencia, como contraria a la caridad;
al egoísmo, como falta de testimonio del amor?
7. ¿RENUNCIAN A TODAS SUS OBRAS, que son: sus envidias y odios;
sus perezas e indiferencias;
sus cobardías y complejos;
sus tristezas y desconfianzas;
sus injusticias y favoritismos;
sus materialismos y sensualidades;
sus faltas de fe, de esperanza y de caridad?
8. ¿RENUNCIAN A SUS SEDUCCIONES… como pueden ser:
el creerse los mejores;
el verse superiores;
el estar muy seguros de ustedes mismos;
el creer que ya están convertidos del todo;
el quedarse en las cosas, medios, instituciones, métodos, reglamentos y no ir a Dios (cf. Misal Romano, lit. Vigilia Pascual).
9. Como podemos apreciar, necesitamos que Cristo vuelva a ser el centro de nuestra vida. En esto consiste la conversión. Necesitamos convertirnos de verdad (cf. OO. PP. 2009 n. 7), pues cuando Cristo no es el centro de nuestra existencia, nuestro testimonio es débil, nuestra acogida es superficial, nuestra misión carece de la fuerza y el impulso apostólico, nuestra formación se queda solamente en la pura teoría, nuestra liturgia se queda en lo puramente ritual (cf. ACTAS Asamblea Post-Sinodal n. 59).
10. En cambio, cuando Cristo es el centro vital de la existencia humana, es Él mismo, quien transforma nuestras actitudes, llenando de fuerza y sabiduría nuestras palabras, armonizando la acción y la oración, atentos a los signos de los tiempos. Cuando Cristo es el centro de la vida del hombre, hace de éste, signo e instrumento de comunión entre los hombres y de los hombres con Dios. Más aún, cuando Cristo es el centro, capacita al hombre para cumplir su vocación y misión con una valentía a toda prueba, capaz de afrontar las contradicciones, los sufrimientos y hasta la misma muerte, con la alegría desbordante de quien sabe que comunica la mejor Buena Noticia, con el entusiasmo incontenible de quien lleva en el corazón el fuego del amor divino y no puede dejar de irradiarlo (cf. OO. PP. 2009 n. 16-20).
11. Por eso necesitamos adherir con fuerza a la persona del Señor Jesús para retomar nuestro camino de discípulos-misioneros y hacer presente el Reino de Dios y su justicia en medio de nosotros (cf. APARECIDA 382 ss.)
12. En estos días santos, en que el mismo Señor nos visita con su gracia salvadora, quisiera invitarles, a que en comunión con toda la Iglesia, decididamente profesemos nuestra fe y adhesión a la persona del Señor Jesús y desearles que la luz de Cristo, que resucita glorioso, disipe las tinieblas del corazón y del espíritu de cada uno de ustedes, para que sigan constituyendo comunidades vivas, servidoras y alegres, que dan testimonio de una vida, siempre según el Espíritu del Resucitado. transparentando la gloria de Dios. La Iglesia es para la “gloria de Dios” y la salvación de los hombres, por tanto, en ella todo debe conducir a este único fin. Por todo lo anterior, quiero invitarles a que juntos, nos dirijamos a la fuente bautismal, desde donde nace la vida divina, para renovar completamente la vida y misión de la Iglesia y transformar el mundo de hoy.
13. A María santísima, nuestra madre y a San José, varón justo que escucha y obedece a Dios encomendamos este tiempo de gracia y de salvación, para que nuestra fe en Cristo Jesús arda sin apagarse, que el lucero matinal la encuentre ardiendo, ese lucero que no conoce ocaso y es Cristo Resucitado.
Con especial afecto en el Señor, les bendice su Pastor.
† Manuel Camilo Vial Risopatrón
Obispo de Temuco
Temuco, a 19 de marzo de 2009, en la solemnidad de San José.
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PARA REVISAR NUESTRA ACTITUD MISIONERA
Y SENSIBILIZARNOS DE CARA A LA «MISION CONTINENTAL»
Les invitamos a reflexionar la primera de 3 Cartas que durante este año 2009 el Obispo enviará a las comunidades para animar esta etapa de sensibilización en la Misión Continental (cf. OO. PP. 2009; pág. 15).
Para ello nuevamente les sugerimos formar grupos de reflexión, aprovechando las instancias normales de nuestra pastoral: grupos de catequesis, ministros laicos, pastoral social, movimientos apostólicos, pastoral juvenil, consejo de profesores, pastoral del colegio, pastoral de la mujer, consejo parroquial, etc.
En lo posible que el grupo de reflexión no sea demasiado grande, el ideal es de 8 a 12 personas máximo.
Para la reunión misma, procurar que todos los integrantes del grupo tengan un ejemplar de la CARTA, para que puedan trabajar sobre ella. Se puede fotocopiar el texto o bajarla de Internet.
SUGERENCIAS PARA TRABAJAR EN EL GRUPO:
- Iniciar el encuentro haciendo una oración dirigida al Espíritu Santo, pidiendo las gracias necesarias para que la reunión sea una experiencia de profundo encuentro con el Señor y de atenta escucha al llamado que Él nos hace.
- Enseguida hacer una lectura pausada de la CARTA en grupo y luego dejar unos 5 minutos para un trabajo personal. Cada uno subraya las frases que más le llamen la atención.
- Luego iniciar un tiempo de compartir, el cual puede ser motivado por quien está coordinando el encuentro, en base a la siguiente propuesta:
La CARTA de nuestro Pastor Diocesano, nos recuerda que mediante nuestro bautismo hemos sido constituidos discípulos-misioneros de de Jesucristo.
1. ¿A qué nos llama concretamente nuestro Pastor? ¿Qué dice la CARTA? Señalemos frases textuales y reflexionemos juntos.
2. ¿Qué ACTITUDES nuestras se requiere desarrollar para que el llamado surta efecto en mí y en nuestra comunidad eclesial? - ¿Qué vamos a hacer en nuestro grupo para asumir este tiempo de sensibilización?
Al finalizar el encuentro, podemos concluir con una oración pidiendo el don del Espíritu para poder hacer vida lo que hemos reflexionado.