El domingo 31 de mayo las Iglesias de todo el mundo cristiano celebramos la Festividad de Pentecostés. En ella recordamos la llegada del Espíritu Santo a los apóstoles de Jesús, que reunidos a puertas cerradas y aún temerosos, esperaban la llegada del Defensor prometido por Cristo antes de su Ascensión a los Cielos (cf. Hch 2;1-4.).
El Espíritu de Dios baja, los inunda y sus dones de Sabiduría y Entendimiento comienzan a actuar en ellos haciéndoles comprender, cada vez con más claridad, lo que Jesús les había revelado sobre el Reinado de Dios.
La predicación de Jesús dirigida a los más humildes, su preocupación por los marginados, los más débiles del pueblo de Israel, se aprecia ahora bajo una nueva dimensión. Las bienaventuranzas y la ley de Dios, centrada en los mandamientos del amor a Dios y de amor al prójimo les revelan con claridad al Dios hecho hombre y que se anuncia como el Camino, la Verdad y la Vida.
El Espíritu de Dios los llena de valor y de entusiasmo; ya no temen, les impulsa ahora, el fuego del Espíritu, que los anima a llevar la buena noticia a todas partes, bautizando como el Maestro les había encargado.
Al comenzar este siglo XXI las palabras y los hechos de Jesús mantienen plenamente su vigencia y se hacen vida en el corazón de los cristianos de todo el mundo, que oran y trabajan para construir una sociedad donde impere la justicia y la solidaridad.
En este contexto, la solidaridad no es una actividad extraordinaria en la vida de las personas, grupos e instituciones, sino que está llamada a ser una actitud permanente, que se alimenta del saber ponerse en el lugar del otro, del que está pasando alguna necesidad material o espiritual. El discípulo de Jesús ve en aquel que padece, al mismo Jesucristo.
En estos días vivimos una crisis en la economía mundial, producto de la ambición y de la búsqueda del lucro por sobre cualquier otra consideración; crisis que, también ha afectado y afecta a nuestro país. Con prontitud los gobiernos de los países más desarrollados del mundo han acudido en ayuda de los pequeños grupos privilegiados que gobiernan la economía mundial entregando enormes sumas de dinero para revertir la situación.
A pocos meses de generada la crisis ya se vislumbran signos de recuperación de la banca mundial. ¿Cuánto tardará el obrero, el empleado, en recuperar su trabajo o en percibir igual renta que la que tenía en tiempos anteriores a la crisis? ¿Con qué oferta de trabajo comenzará el joven que comienza su vida laboral? Ellos son a quienes la crisis económica afecta principalmente, millones de personas de bajos recursos, que con su trabajo comprometido y sacrificado han creado la riqueza; ellos son los verdaderamente perjudicados por esta crisis, por cuanto su situación de riesgo ya se hace evidente en los índices de cesantía que afectan a nuestro país y a nuestra región y que han comenzado a elevarse sostenidamente.
El nuestro es un compromiso ético, porque el trabajador es un luchador que exige respeto para su persona, pues tiene conciencia de su valor como hombre y creatura de Dios. Es, en este contexto, que él trabaja por conseguir con los otros trabajadores, las condiciones de una vida respetable, pues sabe que se le deben en justicia como recompensa de un esfuerzo que él realiza con honradez.
En nuestros días el Espíritu Santo se hace presente en el corazón de los cristianos animándonos con sus dones a seguir el camino que nos propuso Jesús, su palabra nos interpela hoy y se hace urgente en estos momentos en que muchos hermanos nuestros sufren las consecuencias de la pérdida de su trabajo o la disminución de sus ingresos.
Nuestras palabras buscan llegar a todas las personas de buena voluntad para que cada uno de nosotros, dentro de sus posibilidades, tienda su mano para ayudar a quienes más lo necesitan. Nuestro llamado también, va dirigido a nuestras autoridades regionales, a nuestros representantes en el gobierno y a los empresarios de nuestra Región de los Ríos, para que hagan los mayores esfuerzos que se traduzcan en opciones de trabajo digno y estable, ampliando la oferta laboral contribuyendo en forma concreta y decidida a la superación de esta crisis que aflige a los más humildes de nuestros hermanos.
En los grandes acontecimientos y cuando se requiere el esfuerzo de todos los chilenos nos “cuadramos”. Con generosidad y creativa participación buscamos las formas y empleamos los medios que nos permitan sumar voluntades para socorrer a quienes están pasando por dificultades.
Esta es nuestra invitación como pastores de las Iglesias Cristianas en Valdivia, para que en nuestra región de Los Ríos respondamos con gestos de hermandad y solidaridad hacia nuestros hermanos que lo esperan de todos nosotros.
Ignacio Ducasse Medina
Obispo Iglesia Católica
Pastor Ricardo Villarroel
Iglesia Anglicana
Pastor Eldor Hamann
Iglesia Luterana
Obispo José Abel Gómez
Iglesia Evangélica
