1. En un clima de fraterna comunión, los Obispos de la Conferencia Episcopal de Chile hemos vivido nuestra 98ª Asamblea Plenaria. A la luz de la Palabra de Dios, hemos mirado el servicio de la Iglesia en nuestra Patria, en el proceso de la Misión Continental, cuyo objetivo es anunciar a Cristo, rostro humano de Dios y rostro divino del hombre; y hemos hecho el propósito de contribuir, con todas nuestras fuerzas, a que Chile sea una “Mesa para todos”.
2. Hemos dialogado con franqueza sobre el caminar de nuestra patria, que se apresta a vivir el año Bicentenario y se proyecta hacia el futuro con un nuevo Gobierno y un Poder Legislativo renovado. Nuestro diálogo ha sido animado con las luminosas palabras que el Papa Benedicto XVI ha ofrecido en su última Carta Encíclica Caritas in Veritate, sobre el desarrollo integral de los pueblos. En ella, el Papa ha querido poner en evidencia que el verdadero desarrollo incluye siempre al ser humano en plenitud y a toda la humanidad; no se limita al solo aspecto económico; exige, además, una visión trascendente y espiritual de la persona; pide un especial cuidado por la vida humana y su genuina libertad, por la promoción de auténticas relaciones, especialmente familiares, por la calidad de su educación, el crecimiento de sus competencias y el ejercicio de una justicia y solidaridad que alcancen a todos. Ha recordado, además, la responsabilidad social del Estado y de la empresa para que el crecimiento sea equitativo para todos los ciudadanos. Con mucha fuerza, ha proclamado que el desarrollo auténtico necesita de Dios: “…sin Él, o se niega el desarrollo, o se le deja únicamente en manos del hombre, que cede a la presunción de la auto-salvación y termina por promover un desarrollo deshumanizado” (
Caritas in veritate, 11).
3. ¿Cómo lograr un desarrollo que lleve a Chile a ser una “Mesa para todos”? Creemos que la primera e indispensable condición debe ser la de trabajar juntos, sin que nadie quede excluido y donde todos puedan aportar sus talentos creativos y eficientes que permitan superar las desigualdades sociales que aún persisten en nuestro país, a fin de que cada compatriota tenga un sitio reservado en ella. En esta ocasión y para contribuir al desarrollo integral del país, invitamos a un compromiso más activo, a través del ejercicio ciudadano responsable en el proceso electoral en marcha. Alentamos a todos a buscar información adecuada y participar de los debates en torno a asuntos relevantes para el país, como la vida, la dignidad humana, el matrimonio y la familia, la educación, el trabajo, la salud, la vivienda, el respeto por el medio ambiente, la preocupación por nuestros pueblos originarios, la convivencia pacífica e intercultural, iluminada a la luz del Evangelio. También pedimos a las propias candidaturas ofrecer al país con mayor nitidez y profundidad propuestas y proyectos para estos ámbitos.
4. A quienes nos solicitan mayor orientación para el necesario discernimiento ético ante las elecciones, les reiteramos que la proximidad del Bicentenario de la Independencia, es tiempo oportuno para recuperar lo mejor de nuestras tradiciones republicanas: aquellos grandes valores que constituyen nuestra identidad y que no pueden quedar a merced de minorías ocasionales o bulliciosas. Entre estos valores, son imprescindibles el apoyo a la familia y el respeto a la vida desde la concepción, pasando por todas las etapas de su desarrollo, hasta la muerte natural; la superación de la miseria y del desempleo; el desarrollo económico y humano que contribuya a una mayor equidad social y a la generación de fuentes de trabajo estables; el acceso a una educación libre, integral y de calidad, sobre todo para los pobres; políticas de salud pública que honren la dignidad de las personas; y la superación de los gravísimos problemas producidos por la droga. Cada uno habrá de votar, desde una conciencia bien formada, en modo coherente con las convicciones más profundas del cristianismo. La oración nos dará la sabiduría del mejor proceder para el bien de Chile.
5. Por nuestra parte, continuaremos en la tarea de alentar la fe, la esperanza y la caridad de los discípulos del Señor, convencidos de que la persona de Jesús y el Mensaje de su Evangelio, no sólo da sentido a la vida personal, sino que ayuda a desplegar las mejores virtudes de la vida social. Con el Papa Benedicto XVI creemos que “la caridad en la verdad (…) es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad” (
Caritas in veritate, 1).
6. En este mes de María, agradecemos los 25 años de la firma del Tratado de Paz y Amistad con nuestro hermano pueblo argentino, animado por el querido Siervo de Dios Juan Pablo II. A la Virgen María, Reina de la Paz, confiamos el bien de Chile en esta hora, cuando nos preparamos para el tiempo de Adviento, de gozosa espera del Salvador. Que ella nos renueve el optimismo en Cristo, su hijo, la verdadera esperanza.
Los Obispos de la Conferencia Episcopal de Chile
Punta de Tralca, 20 de noviembre de 2009
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Ver Video - leído por Mons. Santiago Silva, obispo Secretario General de la CECh