La vida de los 33 mineros en Atacama es una noticia que nos llena de esperanza. Compartimos la natural alegría de tantos hermanos que en Chile y el mundo se regocijan por este triunfo de la vida.
Damos gracias a Dios porque su amor se hace presente en forma maravillosa en su Creación. Hoy, encontrar vivos a estos trabajadores sorprende y remece nuestras humanas certezas. Cuando la vida es un milagro, alabamos y bendecimos al Señor de la Vida.
Damos gracias por la fe de nuestro pueblo, por la invocación espontánea del nombre de Dios que hemos oído este domingo en tantas personas. Agradecemos el inmenso amor a Jesús que tanta gente sencilla ha demostrado en estos días, también en sus expresiones de devoción a la Virgen María, a san Lorenzo y otros santos.
Nos alegra comprobar la voluntad expresada por diversos sectores en el sentido de procurar condiciones más dignas para tantos trabajadores que se desempeñan en condiciones precarias.
A los 33 mineros y a sus familiares, a todas las personas e instituciones que ayudan a rescatar a estos hermanos, les expresamos nuestra cercanía y comprometemos nuestra oración para que el Espíritu divino les fortalezca en esta hora.
Y a todos los que creen en Cristo, les pedimos seguir rezando al Padre de bondad durante los días que vienen, para que los operativos de rescate culminen con éxito.
Quiera nuestro Dios que el nombre de este Campamento, “ESPERANZA”, sea el lema que oriente el caminar de Chile en su Bicentenario.
† Alejandro Goic Karmelic
Obispo de Rancagua
Presidente
Rancagua, 23 de agosto de 2010