1. Con alegría siempre nueva celebramos el misterio del Nacimiento del Señor en la humildad y pobreza de Belén. ¡Dios se ha querido unir a nuestro destino y ha inaugurado un tiempo nuevo!
2. La Palabra Eterna de Dios ya se puede escuchar en nuestra tierra. En la noche fría y en los débiles gemidos de un niño indefenso se oye hablar a Dios y la Virgen María es la primera que conoce su voz. Ese Niño nos ilumine el alma con la luz que invita a construir la paz y que hace posible vivir con alegría.
3. El Nacimiento del Niño Dios en la pobreza y en Belén, desprotegido y lejos del hogar, es el motivo de nuestra esperanza de una vida siempre mejor. Su presencia en medio nuestro nos permite mirar con sabiduría la historia y en especial este año del Bicentenario con sus dolorosos contrastes.
4. Para nuestra patria y en especial para nuestra Región del Maule han sido días y meses en que se han confundido en un torbellino el desánimo con la fe y la esperanza, el miedo con el heroísmo, las pérdidas con la solidaridad, la muerte con la vida.
5. En estos meses la vida y la felicidad de nuestras familias fueron duramente agredidas por la tierra, por el mar y por el fuego. En un instante, todos nos encontramos unidos en la oración, en la compañía y en la incontable cantidad de gestos solidarios que atenuaron las tragedias.
6. En el año 2010 hemos vivido contrastes difíciles de asimilar. Hemos sido capaces de sorprender al mundo rescatando de debajo de una montaña a 33 hombres condenados a muerte. Sin embargo, cuando aún estaba fresca la alegría de esa victoria, no pudimos evitar que murieran quemados 81 hijos de nuestra patria.
7. Tal vez este año de paradojas nos ayude a hacernos cargo de situaciones que están siempre y no somos capaces de ver. Hemos visto la presencia de Dios en los milagros de la oración y la solidaridad; ha quedado de manifiesto de bondad callada y humilde que sostiene la vida en la paciencia y el amor gratuito.
8. En los acontecimientos vividos pudimos comprobar la fragilidad de nuestra condición humana; han quedado en evidencia las condiciones de hacinamiento y miseria en que viven el día a día miles de nuestros hermanos; han salido a la luz las condiciones de inseguridad en que trabajan tantos.
9. El Señor no permita que el sufrimiento y la postergación de tantos hijos pase a formar parte de nuestro paisaje que es copia feliz del Edén. El Señor espera que su Palabra nos habite y nos inquiete para que vivamos y trabajemos por su Reino bajo el impulso de su Espíritu.
10. La contemplación del pesebre en silencio puede darnos sabiduría para descubrir y caminar por las huellas que va dejando Dios en nuestra historia. El pesebre nos llama a comprender que junto a Dios, el dolor es siempre antesala de la paz y el gozo.
11. Pediremos al Señor una fe firme y viva, que sea capaz de darle una nueva forma a la sociedad para que todos sus hijos tengan donde nacer y crecer con dignidad. Daremos gloria a Dios si organizamos una patria sobre la firmeza de los valores del Evangelio. Sembraremos la paz si nos esforzamos para que haya lugar para todos en la mesa del trato digno, del respeto y del amor gratuito. La Gloria de Dios es siempre la vida del hombre.
12. Navidad es la Gloria de Dios que florece en el desierto. La Sagrada Familia tiene todo en su humildad porque tiene al Emmanuel, Dios con nosotros. La alegría del mundo, que es Cristo, ha nacido donde las cosas son pocas y las personas son mucho…
13. Hoy, como ayer, nuestro mundo está lleno de lázaros y epulones, ciegos, sordos y mudos, centuriones, excluidos, fariseos, paralíticos, oprimidos, olvidados, solos, leprosos… que necesitan encontrar al Señor y experimentar su cercanía, su preocupación, su compromiso con sus dolores y flaquezas. Esa necesidad de tantos, que todavía no han podido experimentar la presencia amiga y salvadora del Señor, es el impulso y el acicate para nuestra vida misionera.
14. Pediremos al Señor no descansar hasta que los pobres y humildes de nuestra tierra puedan escribir en algún papel, ¡estamos bien todos, en el refugio de una sociedad más humana, más amable, más inclusiva, más fraterna!
15. Durante este año tuvimos la visita de la imagen de la Virgen del Carmen Misionera, regalada por el Papa Benedicto, que fue como una imagen de la paloma que diariamente bajaba el alimento, el agua y las medicinas a los mineros en la Mina San José. También por ella, Cristo que es nuestra vida, ha bajado al encierro del mundo trayéndonos la vida plena que hace humano el mundo y nos abre al infinito.
16. En esta noche bendita llega a su plenitud el tiempo. Por fin toda la sed del alma humana será saciada; toda el hambre será calmada; toda oscuridad iluminada. La Madre Bendita mece en sus brazos nuestra paz, nuestra alegría, nuestro descanso.
17. ¡Que a nadie le falte Dios! Es la invitación de la Navidad, es el deseo del corazón de Dios nuestro Padre. Este es mi Hijo Amado, escúchenlo nos vuelve a repetir. En la oración de estos días pidamos que su Palabra resuene para que sea oída. “Para que haya pan para todos, primero tiene que ser alimentado el corazón del hombre. Para que haya justicia entre los hombres, la justicia tiene que crecer en los corazones, pero ella no crece sin Dios y sin el alimento fundamental de su Palabra” (Benedicto XVI).
Les deseo una Navidad llena de bendiciones junto a sus seres más queridos
† Horacio Valenzuela Abarca
Obispo de Talca