La carta tiene por objetivo iluminar la situación actual de la Iglesia, motivar el tiempo litúrgico de Cuaresma y además informar de algunas actividades arquidiocesanas.
Fecha: Martes 08 de Marzo de 2011
Pais: Chile
Ciudad: Puerto Montt
Autor: Cristián Caro Cordero
Estimados hermanos/as en el Señor:
¡El Dios de la esperanza, que por la acción del Espíritu Santo nos colma con su alegría y su paz, permanezca siempre con todos ustedes!
1. Entre dolores y esperanzas.
El lunes 28 de febrero, la Iglesia en Puerto Montt- y en Chile- fue sacudida con la triste noticia de la trágica muerte del P. Rimsky Rojas, salesiano de Don Bosco, quien con su entusiasta ministerio sacerdotal dejó una honda huella en muchas personas y familias del Colegio salesiano y de la parroquia Cristo Salvador; también en el Grupo de formación de Carabineros y en la comunidad dominical del Monasterio Carmelita de nuestra ciudad. Una aguda depresión le llevó a terminar con su vida. Han surgido también acusaciones de abusos sexuales. Dejamos el juicio a Dios que es “rico en misericordia” (Ef 2,4). El tomará en cuenta el bien que hizo. Expresamos nuestras más sentidas condolencias a la gran familia salesiana, a su propia familia y a los numerosos fieles y amigos que lo han llorado, consternados.
La noticia nos golpeó al inicio del retiro del presbiterio de nuestra Arquidiócesis, llamándonos a la reflexión y la conversión. Cada día de esa semana celebramos la S. Misa por el eterno descanso de su alma, uniéndonos a tantos que rezaron por él.
También durante el período de vacaciones falleció el P. Rigoberto Oroz Alvarado, pronto a cumplir sus 85 años de edad y con más de 58 años de sacerdocio. Agradecemos a las hermanas Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, que lo atendieron solícitamente en el Hogar El Buen Samaritano.
Son tiempos difíciles para la Iglesia. El caso del P. Fernando Karadima, ex párroco de la parroquia Sagrado Corazón de Providencia, formador de numerosos sacerdotes, de obispos, religiosas, laicos, matrimonios y familias, y fieles en general ha conmocionado a la Iglesia, ya que la resolución de la Santa Sede lo declara culpable de abusos sexuales, incluido un menor, en años pasados.
¿Qué pasa en la Iglesia?, se preguntan muchos. ¿Qué sucede con los sacerdotes?
El Papa ha reconocido con dolor y vergüenza esta crisis en la Iglesia, ha pedido perdón a las víctimas, y ha urgido la sanción canónica a los culpables. También ha exhortado a tomar prevenciones en la formación del clero y a llevar una vida coherente con el Evangelio. Las palabras del Concilio Vaticano II nos dan luz para no perder la esperanza:
“La Iglesia encierra en su propio seno a pecadores, y siendo al mismo tiempo santa y necesitada de purificación, avanza continuamente por la senda de la penitencia y de la renovación” (L.G., 8).
Es decir, la Iglesia es santa por su Fundador, Cristo que vive en ella, pero está compuesta de todos los bautizados que somos pecadores, y, por tanto, estamos llamados a una continua conversión y santidad de vida.
Por otra parte, se ha cumplido un año desde el devastador terremoto del 27 de febrero de 2010; se ha recordado a las víctimas, y siguen pendientes muchas soluciones materiales. La Iglesia, además de orar por los difuntos y consolar a las familias afectadas ha realizado -especialmente, a través de Pastoral Social Caritas- una silenciosa pero eficaz labor de presencia, acompañamiento y solidaridad en los lugares más afectados, y nos pide renovar “el compromiso solidario de colaborar en la reconstrucción material y espiritual de nuestro país”.
2. La Cuaresma, tiempo de Gracia.
Providencialmente, se inicia el próximo miércoles 9 de marzo la Cuaresma, con la imposición de la ceniza. “Es el momento favorable para reconocer nuestra debilidad, y acoger con una sincera revisión de vida, la Gracia renovadora del Sacramento de la Penitencia y caminar con decisión hacia Cristo” (Mensaje Benedicto XVI).
Este tiempo litúrgico tan importante nos prepara a la celebración de la santa Pascua del Señor, es decir, su pasión, muerte y resurrección. “Mediante las prácticas tradicionales del ayuno, la limosna y la oración, expresiones del compromiso de conversión, la Cuaresma educa a vivir de modo cada vez más radical el amor de Cristo”.
Estamos inmersos en una cultura que privilegia el tener, el placer y el poder, y se tiende a vivir autónomamente, como si Dios no existiese. La Cuaresma nos invita a caminar espiritualmente durante cuarenta días, siguiendo a Cristo, en la lectura orante de la Palabra de Dios, en la caridad con el prójimo y en la mortificación de nuestras inclinaciones desordenadas, para llegar a la Vigilia Pascual a renovar nuestras promesas bautismales. Pues, en el Bautismo se nos transmitió la vida nueva en Cristo Jesús, cuando al participar de la muerte y resurrección de Cristo (cf. Col 2,12) y recibir el don del Espíritu (cf. 1Cor 12,13) “comenzó para nosotros la aventura gozosa y entusiasmante del discípulo” (Mensaje).
Ser discípulo es mirar a Cristo, creer en El y seguirlo, imitando su amor al Padre y al prójimo. La casa del Señor es su Iglesia, a la que “Cristo amó y se entregó por ella para consagrarla a Dios, purificándola por medio del agua y la palabra… se preparó así una Iglesia santa e inmaculada” (Ef 5,25-27).
Escuchando y meditando la Palabra de Dios, que en los cinco domingos de Cuaresma nos presenta un verdadero itinerario de iniciación cristiana, alimentaremos la fe en Cristo y en su Iglesia, y brotará la caridad hacia el prójimo necesitado. Quiero recordar, a este respecto, que los recursos obtenidos en la Campaña Cuaresma de Fraternidad se dedicarán a financiar proyectos en favor de jóvenes en situación de vulnerabilidad.
Así, purificados, durante la Cuaresma, podremos celebrar con gozo la Pascua de Resurrección, cuyo fruto más visible es la vida nueva en Cristo y el impulso misionero. En este aspecto, a partir de la Asamblea arquidiocesana que tendremos el 2 de abril, queremos retomar la Misión Continental, en sus etapas de sensibilización y de formación de misioneros. El acento de este año estará en fortalecer la comunión misionera, es decir, crecer en vida comunitaria y en servicio evangelizador. La familia, el colegio, la parroquia, el movimiento apostólico y cada fiel deben asumir su compromiso bautismal de ser “luz del mundo” y “sal de la tierra”.
3. Dos grandes eventos de la Iglesia universal.
A nivel de la Iglesia universal, habrá dos acontecimientos que nos traerán luz y esperanza: la beatificación en Roma del Siervo de Dios, Juan Pablo II, el 1° de mayo, domingo II de Pascua y Fiesta de la Divina misericordia. Nosotros, que tuvimos la alegría de recibir su visita en Puerto Montt el 4 de abril de 1987, nos uniremos a ese gran acontecimiento con una celebración masiva, cuyos detalles se informarán más adelante.
El segundo evento es la Jornada Mundial de la Juventud, que se efectuará en Madrid, el mes de agosto, bajo el lema “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe” (Cf. Col 2,7). Una numerosa delegación de jóvenes chilenos peregrinará a España para tomar parte en este encuentro, que será presidido por el Papa Benedicto XVI, entre los días 16-21 de agosto. Esperamos también que jóvenes de nuestras parroquias y colegios puedan viajar dando testimonio de su fe y recibiendo la riqueza humana y espiritual de sus coetáneos de otras naciones.
4. Bajo la protección de Nuestra Señora del Carmen
Todo lo que estamos viviendo y viviremos este año, bajo la providencia de Dios, queremos ponerlo en manos de la Virgen del Carmen, Patrona de Chile y de nuestra Arquidiócesis, y Madre de la Iglesia. Por eso, nos unimos a la intención del Papa:
“Encomendamos nuestro itinerario a la Virgen María, que engendró al Verbo de Dios en la fe y en la carne, para sumergirnos como ella en la muerte y resurrección de su Hijo Jesús y obtener vida eterna” (Mensaje).
Con afecto, les doy mi bendición de padre y pastor
† Cristián Caro Cordero
Arzobispo de Puerto Montt
Puerto Montt, 9 de marzo de 2011. Miércoles de ceniza e inicio de la Cuaresma