Ordenaciones diaconales en la Catedral de San Bernardo

Ordenaciones diaconales en la Catedral de San Bernardo

En el día de la Epifanía del Señor los seminaristas Marcelo Guzmán y el Hno. Héctor Aniñar recibieron en solemne ceremonia de ordenación las Sagradas Ordenes del Diaconado.

Lunes 08 de Enero de 2007
Cientos de fieles acompañaron en la ceremonia que se realizó este sábado 6 de enero a las 12:00 hrs. en la iglesia Catedral de San Bernardo, la santa Misa fue presidida por Monseñor Juan Ignacio González junto al presbiterio diocesano.

En su prédica el sr. obispo señaló: “Queridos hermanos, al pensar en la misión para que el Señor los ha elegido viene también el pensamiento de la pequeñez humana, de nuestras debilidades y pecados, de la incapacidad de cada uno de nosotros para ser otros Cristo, pero, como dice la Sagrada Escritura, el Espíritu es el que viene en ayuda de nuestra debilidad. El Señor quiere que con humildad seamos sus instrumentos, para que el agua limpia de la gracia pueda regar abundantemente la mies y entonces el trigo llegue a madurar y dar el ciento por uno.

“Queridos Marcelo y Héctor, en pocos momentos mas van a ser añadidos al orden de los diáconos, camino del presbiterado, desde el cual servirán para siempre al Señor y a su Iglesia. Serán transformados por Cristo en portadores de su paz, sembradores de la alegría, consoladores de los afligidos. Fortalecidos por el Espíritu santo y unidos a su Obispo y a su presbiterio, se harán ante todo anunciadores de la Palabra, servirá, el altar de Dios y ejercerán de modo particular la caridad para con todos sus hermanos, sobretodo con los más pobres”. Señaló frente al tema de ser Portadores de la paz, sembradores de la alegría, consoladores de los afligidos.

Además se dirigió a los diáconos diciendo que “Los maestros antiguos, de cuyas enseñanzas no podemos olvidarnos, dejaron escritos “pietas utililitas ad omnia” la piedad es útil para todo. Un ministros consagrado es un hombre que busca ser piadoso, es decir, buscar vivir en un trato filial con Dios y con María, con los santos, que le hace tener los pies bien puestos en esta tierra, juntos a los hombres y mujeres, a los jóvenes y a los mas desamparados, pero la cabeza muy metida en el cielo, junto a Dios, porque hacia allá encamina su vida y la de pueblo que le ha sido confiado. Sigamos la enseñanza de San Pablo a Timoteo. “Rechaza las fábulas profanas y los cuentos de viejas. Ejercítate en la piedad. Los ejercicios corporales sirven para poco; en cambio la piedad es provechosa para todo, pues tiene la promesa de la vida, de la presente y de la futura. Es cierta y digna de ser aceptada por todos esta afirmación:. Si nos fatigamos y luchamos es porque tenemos puesta la esperanza en Dios vivo, que es el Salvador de todos los hombres, principalmente de los creyentes”. (1 Timoteo (SBJ) 4, 7-10).

Fuente: Comunicaciones San Bernardo
Santiago, 08-01-2007