Con un llamado a la justicia y a la reconciliación obispo de Chillán presidió Te Deum de Fiestas Patrias.
Fecha: Lunes 23 de Septiembre de 2013
Pais: Chile
Ciudad: Chillán
Autor: Mons. Carlos Pellegrin Barrera
- 1 Corintios 12, 4-11 (Unidad en la diversidad)
- Salmo 103 (102) Alabe todo el mundo
- Juan 15, 9-17 (Unidad en el amor)
La proclamación de la Palabra del Señor nos invita a abrir nuestros corazones para escuchar la voz de Dios, que nos habla la víspera de este 18 de Septiembre del 2013, celebración de nuestra Independencia Nacional.
No nos sorprendamos de que Dios hable hoy, pues el Señor de la historia vive y está presente, con el inmenso amor de su corazón, en la historia de la familia chilena. Hoy estamos en su Casa y lo invocamos como sus hijos: ¡Padre Nuestro!; unidos a todos los templos desde donde se eleva la acción de gracias del “Te Deum Laudamus” (“A Ti Dios alabamos”). Hoy es un día de fiesta que invade nuestro corazón de alegría y acción de gracias por compartir la misma tierra, donde millones de hombres y de mujeres se reconocen hijos e hijas de una misma tierra y cultura. Como lo dice la Palabra de Dios: “hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos.” (1 Cor.12, 11).
En alabanza y oración, cada 18 de septiembre agradecemos a Dios el don de la libertad, entendido como al servicio de la paz y del bien común de todos los hijos de esta tierra chilena. Nuestra humilde gratitud se eleva, como incienso, para bendecir el Nombre del Señor por todas las gracias recibidas, con los pies puestos en el presente y la mirada en el futuro, que esperanzados ponemos en las manos del Creador.
Bendigamos al Señor
A ti te bendecimos Señor, por la creación que has puesto en las manos de nosotros, frágiles seres humanos, y que nos has regalado para el bien de todos. A ti te alabamos por los continentes, particularmente el de nuestra querida América, sus pueblos y sus tradiciones. Por la riqueza de los recursos naturales, que no siempre hemos sabido proteger de la depredación irresponsable que amenaza nuestro presente y nuestro futuro. Pues “desde lo alto riegas las montañas, y la tierra se sacia con el fruto de tus obras. Haces brotar la hierba para el ganado y las plantas que el hombre cultiva”, como lo proclama el salmo de esta liturgia.
Bendigamos al Señor por el tesoro de nuestra patria, donde millones de hombres y mujeres aman a Dios y desean sinceramente servir a los hermanos. Bendigamos y alabemos al Señor por los hombres y mujeres, los jóvenes y los niños, los ancianos y los enfermos, los pobres y postergados, que hacen presente a Dios mismo en sus más diversos rostros, y se transforman para nosotros en el gran tesoro de Chile.
Bendigamos al Señor por la historia de este pueblo chileno, entretejida desde sus inicios con la de nuestra Iglesia, vivida y sufrida entre alegrías y tristezas, luces y sombras, unidad y división, que nos motiva a renovar nuestra fe en la justicia, en la libertad, y en el amor preferentemente hacia los más pobres y desvalidos.
Agradecidos en el corazón, bendigamos al Señor por el desarrollo y la estabilidad económica alcanzada a la fecha, que se ha traducido en mayores oportunidades para la formación de los niños y los jóvenes, en trabajos más dignos, en atención a los más vulnerables de la sociedad nacional, que son los caminos auténticos que conducen a superar el flagelo de la pobreza y de la miseria.
Bendigamos al Señor por la diversidad que enriquece nuestra Patria, y que es un don del Creador, por ello Jesús nos dice en el evangelio proclamado: “permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.” (Juan 15, 10) Darle un lugar privilegiado a Dios en el corazón de la Patria es saber reconocerlo en las diversidades culturales de Chile; en los pueblos originarios que enriquecen con su cultura a la Nación; en la vida del campo y la cultura campesina, vividas en nuestra Provincia de Ñuble que, aunque amenazada, se levanta aportando con la historia y tradiciones que han forjado a la Patria.
Hoy demos gracias por todos los hombres y mujeres, héroes conocidos y desconocidos, que han donado sus vidas en un generoso esfuerzo de ir transformando esta nación en el proyecto del amor propuesto por Jesucristo en el Evangelio proclamado y nos dice que “no hay amor más grande que dar la vida por los amigos.” (Jn. 15, 12)
Año especial, llamado a la justicia y la reconciliación
De la evocación de un ayer que ya pasó, emerge la acción de gracias por grandes bienes recibidos del Señor, pero también vuelven a brotar situaciones dolorosas y traumáticas. De modo particular, este año, recordamos los hechos que precedieron y acompañaron el 11 de septiembre de 1973, cuando se abandonó el diálogo razonable como último recurso, y abrimos la puerta a la sucesiva violencia que signó una época dejando una sangrienta huella en muchas familias de nuestra patria. La cruenta fractura del 11 había comenzado a incubarse en los años 60, agudizándose por el cúmulo de conflictos que se tornaron incontrolables para el sistema político de la época.
Como lo dice la declaración reciente de la Conferencia Episcopal de Chile: “más allá de las diversas y legítimas lecturas de los hechos, como Pastores de la Iglesia queremos recordar esta fecha desde una mirada a la dignidad de la persona humana. Precisamente motivada por este valor fundamental, la Iglesia católica junto a otras Iglesias cristianas debieron asumir, en un momento en que se abandonó el diálogo razonable, un rol preponderante en la defensa de los derechos humanos y el amparo a compatriotas perseguidos. Nada justifica los atropellos a la dignidad de las personas cometidos a partir del 11 de septiembre de 1973.”
Desde el restablecimiento de la democracia, no sin dificultad, se han dado pasos importantes hacia la sanación total de las profundas heridas. No son muchas las naciones que, habiendo sufrido trastornos tan profundos en su historia, hayan avanzado en la reconciliación Chile lo hace. Lamentablemente, en los últimos meses, hemos sido testigos de una cobertura mediática no siempre objetiva, que nos lleva a un retroceso en el proceso sanador comenzado. Al parecer, los apetitos políticos de una campaña presidencial, no han logrado encontrar el equilibrio que conduce a la verdad, la justicia y el perdón; dejando en el tintero el arduo trabajo en beneficio de la pacífica restauración democrática realizado hasta la fecha con tanta generosidad de muchos.
Este mes de la patria nos invita a seguir haciendo nuevos y genuinos esfuerzos de magnanimidad y generosidad, pues jamás podremos construir un futuro con esperanza si no somos capaces de sanar las heridas con verdad, justicia y perdón.
La Patria Latinoamericana y nuestra unidad
Celebrar nuestra independencia es también una ocasión para reconocer que Chile es fruto del esfuerzo de una comunidad que trasciende nuestras fronteras nacionales, donde muchas naciones hermanas de Latinoamérica han hecho esfuerzos mancomunados para gestar naciones libres y soberanas. Chile es lo que es gracias al esfuerzo de su gente y la solidaridad de la gran patria de América Latina.
Frente a la realidad mundial, de tensiones y guerras, más que nunca, este nuevo aniversario patrio nos recuerda la necesidad de facilitar puentes de encuentro entre todos, y profundizar las relaciones entre nuestros pueblos latinoamericanos, ligados por el territorio y una tradición de fecunda vecindad. Junto a la riqueza y diversidad de las culturas originarias, el don de la fe cristiana es parte importante de las raíces de la identidad, que se entreteje y fecunda nuestra cultura, invitándonos a la fraternidad.
Hoy no debemos olvidar, junto con orar por Chile, la pendiente disputa jurídica entre Perú y nuestro país. Las diferencias sobre el límite marítimo, nos invitan mirar en perspectiva histórica nuestra relación. Por lo mismo, es bueno destacar que las autoridades de nuestros países se hayan comprometido a un irrestricto respeto y acatamiento del fallo por parte de la Corte Internacional de Justicia.
Como en todas nuestras relaciones, entre personas, también las naciones deben cultivar el respecto y aceptación de los acuerdos sostenidos. En el caso de la diferencia con Perú se suma, además, la necesidad de respetar el derecho internacional. Esperando que este diferendo nos permita confirmar la concordia latinoamericana, el fallo de la Corte de la Haya, es una gran oportunidad histórica para profundizar nuestras relaciones basadas en la confianza y la hermandad.
La importante responsabilidad de promover la unidad, en la verdad y la justicia, se debe traducir en un esfuerzo sincero por crear espacios de diálogo y de fraternidad, comenzando por nuestras familias, barrios, lugares de trabajo, y ambientes donde vivimos. Lo que se cultiva en el corazón, poco a poco y diariamente, siempre marca nuestros comportamientos en la vida.
Oremos por Chile, pero sin olvidar que somos parte de la gran patria latinoamericana, que lo que menos necesita en este momento histórico es el fanatismo nacionalista que divide y siembra el odio. Hay tantas tareas pendientes para alcanzar mayor justicia, equidad, participación y paz, en las que no podemos avanzar solos y la fraternidad entre los pueblos es esencial.
Año de elecciones
Inmersos en un proceso electoral, que espera de nosotros expresiones vivas de madurez ciudadana y amistad cívica, no podemos perder de vista que contribuimos al Reino de Dios poniendo al servicio de todos los criterios del Evangelio.
Los católicos, iluminados por la Palabra de Dios y el magisterio de la Iglesia, nos preguntamos: “¿por quién voto?”, la respuesta pasa por una opción hacia aquellos que proponen el bien común con proyectos concretos que orienten al país hacia el bienestar material y espiritual que le auguran un mejor futuro. La mejor carta de presentación de todo candidato es el ejemplo de su propia vida, su recto obrar e integridad personal. Por otra parte, se esperaría que se pueda pronunciar con claridad y sin ambigüedades en relación al tema de principios, como son el valor de la vida humana desde la concepción a su muerte natural, el matrimonio como pilar de la sociedad, la primacía de la persona por sobre el trabajo, y el respeto a los derechos humanos fundamentales. Para aquellos que tenemos fe en Dios, se requiere una atención particular y precaución hacia aquellos que ofrecen discutir el aborto y la legalización de las uniones de personas homosexuales, para prevenir que los grandes valores que constituyen nuestra identidad puedan quedar a merced de minorías ocasionales o bulliciosas.
El desafío de la pobreza, y cómo el candidato propone trabajar para ir erradicándola de nuestra patria, junto con los grandes problemas sociales que afectan al adulto mayor, la educación, la salud, más allá de un slogan para obtener beneficios y votantes, debería ser una opción clara del candidato. Los cristianos no deberíamos olvidar que la Iglesia no se identifica con ningún partido político, y que goza de total independencia frente a las instancias propiamente civiles y seculares, abriendo el abanico de los más diversos partidos políticos como lugares apropiados para dar testimonio de la fe, en el noble servicio público que ofrece la política.
Desafíos del futuro
Experimentamos un descontento social creciente y paradojal. En efecto, a pesar de que nuestro país sigue desarrollándose a paso veloz, esta realidad no beneficia a importantes sectores de nuestra nación que se ven perjudicados en su acceso a una educación de calidad, en las prestaciones de salud, en sus bajos sueldos, en fin, en sus condiciones de vida, en que no tienen el ‘Pan de cada día’. Resulta evidente que la desigualdad social en Chile es un escándalo que clama al cielo.
Pero también hay otro aspecto que contribuye a esto y que refiere al creciente materialismo que somete a las conciencias a la idea de que la felicidad transita necesariamente por tener más comodidades. Este drama de la post modernidad ha de llevarnos a realizar un adecuado discernimiento acerca de la importancia relativa de los bienes, a crecer en la sobriedad que se manifieste en nuestro estilo de vida y a usar adecuadamente nuestros bienes. Si discutir que los bienes tienen un valor, no son ni serán jamás la causa primera ni fundamental de la felicidad del hombre; tampoco lo fundamental en el camino de realización del mismo. Jesucristo, que optó por los excluidos, una y otra vez nos invita a tener nuestra mirada y nuestro corazón en los bienes del cielo, en aquellos que la polilla no corroe.
Conclusión
Como Iglesia, volvemos a comprometernos frente a la cruz de Jesús en nuestro empeño de animar todo signo positivo de vida, que procede del Espíritu Santo, y que nos lleve a transitar por los caminos que hacen grande a la Patria, y que permiten que nuestro pueblo en Cristo tenga vida.
Para concluir estas palabras en el día de nuestro Te Deum 2013, quisiera desear a todas las autoridades presentes y a los ciudadanos que aman el bien de Chile y se dedican a procurarlo, una celebración patria en paz, y con una experiencia muy profunda de ser parte de un hogar fraterno que se llama Chile donde todos, sin excepción, podamos sentarnos a la mesa.
Que la santísima Virgen María, Nuestra Señora del Carmen, Reina y Patrona de la patria, interceda con su cuidado maternal, y nos anime a trabajar juntos para alcanzar el sueño de una patria reconciliada, unida, sin exclusiones y viviendo en paz.
¡¡¡Felices Fiestas Patrias!!!
+ Carlos Pellegrin Barrera
Obispo de Chillán