Invitamos a dos constituyentes electos a interpretar algunos pasajes del Evangelio en el contexto del Chile de hoy. El psicólogo Benito Baranda, fundador de América Solidaria, y el ingeniero Arturo Zúñiga, ex subsecretario de redes asistenciales del Ministerio de Salud, comparten sus reflexiones con los lectores de Encuentro.
Redactar la nueva Carta Magna post estallido social y en plena crisis sanitaria y económica, no es una tarea menor. Forjar un país más justo y solidario, implica algunas preguntas centrales.
¿QUIÉN ES MI PRÓJIMO? (LUCAS 10, 25-37)
BB: “El prójimo se presenta hoy entre nosotros en distintas personas y comunidades más excluidas, rechazadas, sobre las cuales pesan prejuicios, discriminación, maltrato y humillaciones. En mi experiencia diaria lo evidencio en la manera que tenemos de relacionarnos con los más pobres y marginados (en especial las familias que habitan los guetos), con quienes han llegado de otras naciones a vivir junto a nosotros, y con aquellas personas que son parte de la diversidad sexual. Pero también lo son los niños y niñas que nos rodean, que sufren la violencia, el abandono y el descuido; las personas mayores olvidadas, aisladas y enfermas; y quienes son excluidos de la sociedad por tener alguna discapacidad”.
AZ: “Si bien hemos visto que desde el retorno a la democracia las familias con algún integrante universitario han aumentado, los campamentos se han reducido y estamos en los niveles de pobreza más bajos de nuestra historia, las familias de nuestro país exigen más, con justa razón. El prójimo es aquel que ha trabajado toda su vida y tiene una pensión que no le alcanza para llegar a fin de mes, es quien lleva seis años postulando a una vivienda para dejar de vivir de allegado, es quien tiene temor a que sus hijos salgan a jugar a la plaza y caigan en manos de las drogas y delincuencia, es quien lleva años esperando que el Estado esté realmente al servicio de las personas”.
“NO SE PUEDE SERVIR A DIOS Y AL DINERO” (LUCAS 16,9-15)
BB: “Me hace reflexionar sobre mi vínculo con las personas y con los bienes materiales. Cuando destino mucha energía a acumular bienes avanza en mí la codicia y progresivamente olvido a quienes me rodean y comienzan a tener una menor importancia las personas y comunidades más lejanas y olvidadas. Servir a Dios significa humanizarme amando y sirviendo al prójimo, compartiendo mi persona y mis bienes”.
AZ: “En mi rol de constituyente lo veo como un mandato de la ciudadanía sobre el verdadero rol del servidor público. De actuar por el bien de nuestro país, de lo que le hace mejor a las familias de Chile y dejar el beneficio individual y oportunista al cual han servido algunos políticos durante el último tiempo que han desprestigiado la labor del funcionario público”.
¿ES POSIBLE PONER LA OTRA MEJILLA” (LUCAS 6, 29-36)
BB: “En un momento de tanta crispación política, de ofensas, ataques y descalificaciones, resulta profético este pasaje del Evangelio. Para cambiar la manera de vincularnos y de relacionarnos, en particular con aquel que consideramos adversario, urge darnos más tiempo para la oración y contemplación, la meditación y reflexión, y luego –el fruto de ella- hacerlo parte de nuestra vida en comunidad en la Iglesia y fuera de ella”.
AZ: “Los constituyentes debemos comenzar con un voto de confianza en cada uno de los que están ahí presentes tienen la voluntad de querer un mejor país, de querer que las familias que habitan en Chile se beneficien de las ideas y propuestas de cada uno. La deliberación de cada una de esas ideas que incluye la capacidad de escuchar las ideas del otro y dejarse convencer, son fundamentales para llegar a un acuerdo de lo que es mejor para nuestra nación”.
“BIENAVENTURADOS LOS POBRES, PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE DIOS” (MATEO 5, 3-11)
BB: “En quienes están más excluidos y son tratados más injustamente el Señor ha puesto su mirada, es allí donde se golpea con más fuerza a la humanidad, ya que se priva de libertad a las personas haciéndolas vivir miserablemente, en comparación con otros que nadan en la abundancia de bienes, lujos y comodidades. Esa restricción severa a la existencia se manifiesta de manera diversa. Por ejemplo, al impedir que se desarrollen las ricas capacidades naturales de una persona entregándoles educación de mala calidad; al no proveer de una atención de salud pertinente lo que termina dañando su vida; al llevarlos a habitar guetos en las periferias de nuestras ciudades (con hacinamiento y ausencia de servicios); al proporcionar una indigna pensión que los hace permanecer en la miseria, aislándolos y abandonándolos”.
AZ: “En mi opinión, la pobreza a la cual se hace referencia en el texto apunta a que cada persona pueda entregar más en beneficio del prójimo. Y este llamado también tiene un eco relevante en la forma como se deben relacionar los constituyentes, para que busquen la máxima satisfacción de la sociedad a través de la realización de cada proyecto de vida, con la máxima libertad que fomente la dignidad que tiene cada persona por el solo hecho de ser persona”.
Fuente: Comunicaciones Santiago
Santiago, 04-06-2021