(Viene de:
PRIMERA PARTE)
5. DOCTRINA (Pbro. Alfonso Baeza)
l. ¿Por qué la Iglesia se preocupa y habla de economía?
l. La tarea propia y específica de la Iglesia es anunciar el Evangelio, la buena noticia de la salvación de todo hombre y de toda la humanidad, ofrecida por el Padre en la vida, muerte y resurrección de Jesús y realizada mediante la efusión del Espíritu en aquellos que lo acojan y crean.
2. La salvación de todo el hombre, unidad de espíritu y materia que vive en comunidad y en un contexto histórico determinado.
3. La salvación supone una permanente conversión, es decir, un \"íntimo y total cambio y renovación de todo el hombre, de todo su sentir, juzgar y actuar\" (Ritual del Sacramento de la Penitencia, Nº 6a). Para que en la reconciliación fraterna, en la solidaridad activa, especialmente con los más pobres, y en el amor sincero y real a todos, se manifieste la profunda relación con el Padre, en Cristo, por medio del Espíritu (1 Juan 4,20). También supone simultáneamente una adecuación y transformación permanente de las estructuras jurídico-sociales dentro de las cuales se establecen las relaciones sociales. Esta adecuación y transformación es el tránsito continuo, de condiciones de vida menos humanas a condiciones de vida más humanas, en las relaciones y estructuras familiares, religiosas, económicas, políticas, sociales, culturales, etc. (Populorum Progressio Nº 20).
4. Hablar sobre el lucro, sobre el recto uso de los bienes materiales, supone referirse al orden económico. Al hablar sobre este tema, como sobre cualquier otra realidad temporal a la que se le reconoce su autonomía relativa (Gaudium et Spes Nº 36), la Iglesia lo hace considerando la coherencia o incoherencia con las exigencias de la salvación que anuncia y no desde el punto de vista técnico.
5. Toda política económica implica la decisión consciente y libre de alcanzar determinados objetivos, mediante el uso de instrumentos que influyen y modifican, parcial o globalmente, las conductas de las personas
y grupos sociales. Por lo tanto, estas decisiones, en cuanto a objetivos que se pretende alcanzar y en cuanto a medios usados para conseguirlos, no son neutras en relación con la salvación del hombre.
Desde esta interrelación de las políticas económicas con los valores y conductas, es de donde los Sumos Pontífices, las conferencias episcopales y los obispos han hablado al referirse sobre materias económicas. Su visión y su voz no se sitúan en el plano técnico, sino en la denuncia de algunos valores implícitos o explícitos que consideran contrarios a la salvación del hombre, y en el anuncio de aquellos que son inherentes, especialmente la justicia y la caridad.
Desde esta misma perspectiva, queremos invitar a reflexionar a las comunidades católicas, a nuestros hermanos cristianos y a todos los hombres de buena voluntad, sobre algunos hechos y situaciones relacionados con el orden económico.
2. El designio salvífico de Dios
La tierra y el universo entero han sido creados para el hombre. Para todos los hombres (cfr.: Gén. 1,26). Los bienes de la tierra son para el uso de todos los hombres y de todos los pueblos, de modo que los bienes creados, en una forma equitativa, deben alcanzar a todos bajo la guía de la justicia y el acompañamiento de la caridad (Gaudium et Spes, Nº 6). (Cfr. Populorum Progressio, 22).
El trabajo, que lleva el sello de su autor inteligente y libre, es una vocación profunda a edificar nuestra tierra, a hacerla mejor, a conducirla hacia su perfección participando activamente en la concreción del bien más general. Tiene, por lo tanto, la primacía sobre los demás elementos de la vida económica que no tienen otro valor que el de instrumentos (Gaudium et Spes, Nº 67).
La imposibilidad de trabajar, por falta de oportunidades para hacerla, constituye además de una violación a un derecho fundamental de la persona humana, una frustración al cumplimiento del mandato de Dios al hombre: \"henchid la tierra: sometedla y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los ganados y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra\" (Gén. 1,28).
Pero el pecado introdujo una fractura irrecuperable. La armonía y comunidad entre los hombres se trocó en una dura guerra y separación; y la paz se convirtió en lucha y encono; el amor se desdibujó en el odio y el egoísmo, y la solidaridad dio paso a la codicia y a la insensibilidad.
El pecado del hombre -realidad profunda de desarmonía consigo mismo, con los hombres, con la naturaleza y sobre todo con Dios- fue radicalmente reparado por el amor gratuito del Padre que nos envió a su Hijo y nos ha comunicado su Espíritu.
Nuestras múltiples y complejas relaciones familiares, sociales, económicas, políticas, culturales, son manifestaciones de nuestra realidad profunda de hombres pecadores, pero salvados, que luchamos, apoyados en el don del Espíritu, a fin de que el amor triunfe sobre el egoísmo, la justicia sobre las injusticias, la paz sobre el odio, la solidaridad y la fraternidad sobre la avaricia y el odio. Por lo tanto son siempre susceptibles de perfeccionarse, de mejorarse, mientras el don del Reino definitivo no se manifiesta plena y totalmente.
3. Salvación y Política Económica
Quisiéramos recordar algunos tópicos que parecen importantes en cuanto valores que debieran presidir nuestras relaciones en la producción, distribución y consumo de bienes:
l. El hombre, y todo hombre, es el sujeto y la finalidad de toda actividad económica (cf. Gaudium et Spes, Nº 63). Cada objetivo de política económica, cada priorización de sus plazos, cada elección de instrumentos debiera realizarse pensando en esta finalidad y contando, de alguna manera, con la participación de los sujetos, ya sea individualmente, ya sea organizados en grupos e instancias.
2. El Magisterio Social de la Iglesia, desde Pío XI, ha reiterado el principio de subsidiariedad del Estado respecto de las personas y de los grupos e instituciones. Este principio, enunciado originalmente por la doctrina política liberal clásica, preocupada por salvaguardar las libertades individuales, tiene dos aspectos: uno negativo, que enfatiza que el Estado no debe inmiscuirse allí donde las personas y grupos intermedios son capaces de realizar en justicia y libertad su acción. Y otro positivo, que es el derecho y la obligación del Estado de asumir su rol de promotor del bien común. Esto en algunos casos significará tareas concretas de apoyo y ayuda a grupos sociales postergados, como por ejemplo, los que viven en extrema pobreza.
Este principio se entiende mal cuando se enfatiza un aspecto por sobre el otro o cuando a nombre de una ilimitada libertad económica se quiere coartar la acción positiva de búsqueda de mayor justicia social que el Estado debe promover y ejecutar.
3. El sentido de la riqueza.
A lo largo del Antiguo Testamento, como especialmente en los Evangelios, en la enseñanza de la Iglesia Primitiva y en la tradición de la Iglesia, la posesión de la riqueza en bienes materiales, espirituales, intelectuales o de cualquier clase, es una vocación de la persona a servir y compartir con sus hermanos y semejantes. Ha existido una condenación unánime al espíritu de riqueza que busca la riqueza por sí misma, que coloca en ella la seguridad y la salvación de la persona (cfr.: Lucas 16, 13 ss.).
Todo hombre está llamado a desarrollar sus potencialidades, \"a crecer en humanidad, valer más, ser más\". Y este desarrollo no es facultativo, sino una vocación común y solidaria, cuya finalidad no es el desarrollo por sí mismo, sino el alcanzar los valores superiores del compartir, del don y de la amistad (Populorum Progressio, 15-20).
En este sentido toda posesión de riqueza es una vocación a la responsabilidad, a la administración de los bienes materiales o espirituales, en beneficio de todos los hombres.
4. La justicia.
El principio regulador de toda actividad económica y de toda política económica es la justicia social y la caridad. La justicia social, como creadora de un ordenamiento jurídico-social. La caridad, como el sello distintivo que los cristianos estamos llamados a manifestar en nuestra vida.
Sabemos que la justicia social definitiva sólo la alcanzaremos con el advenimiento del Reino definitivo. Pero desde aquí y ahora es responsabilidad nuestra y de todo hombre de buena voluntad el luchar para que las relaciones económicas, las instituciones económicas, el orden jurídico económico sean lo más justos posible.
La gran regla de nuestra acción y comportamiento la expresó magníficamente el Papa Paulo VI en Populorum Progressio al escribir que realizamos la justicia al luchar y obtener el paso -por pequeño que sea- \"de condiciones de vida menos humanas a más humanas\" (Populorum Progressio, 20).
En este sentido los grandes desafíos que tenemos son el alto nivel de desocupación y cesantía vigente aún, la creciente polarización en la distribución del ingreso y consumo, y las situaciones de extrema pobreza. El Estado, los grupos intermedios y todos, tenemos responsabilidad común por realizar un destino común donde seamos capaces de hacer progresar nuestras relaciones económicas, de situaciones menos justas a más justas.
5. La participación.
\"El desarrollo económico debe quedar bajo el control del hombre y no sólo al arbitrio de unos pocos hombres o grupos dotados de excesivo poder económico, ni se ha de dejar en manos de la sola comunidad política, ni de algunas grandes potencias. Es preciso, por el contrario, que, en todo nivel, el mayor número de hombres, y todas las naciones en el plano internacional, puedan tomar parte activa en su dirección. Es igualmente necesario que la iniciativa espontánea del individuo y de los grupos sociales se coordinen con los esfuerzos de las autoridades públicas, en orgánica y concertada armonía. No se puede dejar este desarrollo, ni al juego casi mecánico de las fuerzas económicas, ni a la sola decisión de la autoridad pública.
Recuerden los ciudadanos que es derecho y deber suyo -que el poder civil ha de reconocer- el contribuir según su posibilidad al auténtico progreso de la propia comunidad\" (Gaudium et Spes, Nº 65).
Esta doctrina de la Iglesia Universal, que afirma el derecho y la obligación de participación, ha sido reiterada en diversas oportunidades por el Episcopado Nacional (Evangelio y Paz, Convivencia Nacional, etc.).
6. Las organizaciones de los trabajadores.
\"Entre los derechos fundamentales de la persona humana, es preciso destacar el derecho de los trabajadores de fundar libremente asociaciones capaces de representarlos de modo suficiente y de colaborar a la buena organización de la vida económica, así como el derecho de tomar parte libremente en las actividades de estas asociaciones, sin correr el riesgo de represalias\" (Gaudium et Spes, Nº 68).
Ampliando más la legitimidad y el ámbito de la participación de los trabajadores en la vida económica, el Papa Juan XXIII hizo un gran aporte al desarrollo de la enseñanza social de la Iglesia sobre la materia.
\"Nos consideramos que es legítima en los obreros la aspiración a participar activamente en la vida de las empresas en las que están incorporados y trabajan\" (Mater et Magistra, Nº 26).
\"En la época moderna se ha verificado un amplio desarrollo del movimiento asociativo de los obreros, y su reconocimiento general en las disposiciones jurídicas de los diversos países en el plano internacional, para los fines específicos de colaboración, sobre todo, mediante el contrato colectivo. No podemos, sin embargo, dejar de hacer notar cuán oportuno o necesario sea que la voz de los obreros tenga la posibilidad de hacerse oír y escuchar más allá del ámbito de cada organismo productivo y en todos los niveles\" (Mater et Magistra, Nº 27). Esto mismo lo recordaba recientemente el Cardenal Villot, Secretario de Estado de la Santa Sede, en la carta escrita a nombre del Santo Padre, a la VI Semana Social de Chile, el 14 de octubre de 1977.
6. POLITICAS
l. Desarrollar y difundir la Doctrina Social de la Iglesia:
a) como respuesta a los desafíos actuales,
b) como integrada en la evangelización, la catequesis y la teología,
c) con miras a la conversión personal,
d) con miras a la transformación de la realidad injusta actual,
e) destacando:
- el destino universal de los bienes,
- la fácil comunicación de los bienes,
- la primacía del trabajo sobre el capital,
-la persona humana como sujeto y fin de la vida económica.
2. Desarrollar una Pastoral de Promoción humana y de Solidaridad:
a) inspirada por el amor al hombre,
b) que supere la distancia entre asistentes y asistidos,
c) que llegue a las causas y no sólo a los efectos,
d) integrada en el proceso de evangelización.
3. Promover y defender los derechos de los trabajadores, especialmente:
a) el derecho al trabajo,
b) el derecho a una remuneración adecuada,
c) el derecho de asociación,
d) el derecho de participación a todos los niveles.
4. Pronunciarse sobre los asuntos económicos y sociales:
a) ante los responsables de las decisiones y ante la opinión pública,
b) con miras a ilustrar los criterios,
c) ya promover actitudes coherentes con su enseñanza,
d) desde un punto de vista ético y evangélico.
S. Dar testimonio:
a) de austeridad y pobreza evangélica,
b) a nivel de cada cristiano,
c) a nivel de la Iglesia institucional,
d) y compartir la suerte de los más desfavorecidos.
7. ESTRATEGIAS
l. Que el Departamento de Acción Social (DAS)
a) promueva la labor de ILADES, de INDISO, de DESAL, de Semanas Sociales, del SEP y de INPRU, en particular en la elaboración de material para la enseñanza de la doctrina social;
b) promueva la enseñanza de la doctrina social:
1. en los colegios católicos (DECH),
2. en las Universidades Católicas,
3. en las Fuerzas Armadas (Vicaría Castrense),
4. en las comunidades de base y movimientos apostólicos,
5. a nivel de:
jóvenes,
obreros,
campesinos,
profesores
empresarios
6. por medio de cursos, seminarios, semanas, jornadas, grupos de reflexión... ;
c) dé a conocer objetivamente la realidad del país;
d) desarrolle una conciencia crítica respecto de la sociedad de consumo;
e) promueva experiencias en compartir los bienes.
2. Que el Departamento de Acción Social (DAS)
a) comunique una inspiración claramente evangélica y evangelizadora a todos los organismos promocionales, asistenciales o solidarios de la Iglesia, y haga que se integren en la pastoral de conjunto;
b) promueva la creación de organismos diocesanos que organicen y coordinen la labor de promoción y solidaridad a nivel de cada diócesis, preparen los monitores adecuados y hagan que se realicen acciones concretas.
3. Que la COP establezca una Comisión Nacional de Pastoral Obrera -sobre la base del SEP- y una Comisión Nacional de Pastoral Rural -sobre la base de INPRU.
Que se haga lo equivalente a nivel diocesano.
Que la CECH promueva los derechos de los trabajadores.
4. Que el C. P. prepare y entregue uno o varios documentos de trabajo
sobre:
la enseñanza del Magisterio,
la situación actual de las relaciones laborales,
los aspectos éticos de las políticas económicas,
el modelo económico vigente, su costo -y sus beneficios- sociales y la posibilidad o conveniencia de cambiarlo -o de mantenerlo.
Que se haga, a nivel de las diócesis, experiencias, de inspiración cristiana, en el campo económico y social.
5. Que, a todos los niveles de la Iglesia, se acentúe la austeridad de vida y se promueva la comunicación de bienes, y que ambas preocupaciones penetren en la catequesis.
III. DE LA VIOLENCIA A LA PAZ
l. HECHOS
l. Existe, en primer lugar, una violencia personal:
a) A veces se expresa en la indiferencia, la dureza de trato, la insensibilidad al sufrimiento ajeno, la aceptación de la injusticia o del atropello, la mala atención o el mal trato en las oficinas, negocios...
b) Otras veces la violencia es verbal: insultos, amenazas, groserías, a
veces por causas desproporcionadas.
c) La violencia llega a menudo a las vías de hecho: agresión física, riñas, homicidios. Hay violencia en la manera de manejar el auto, sin respeto por los peatones. Suele haber violencia contra los animales.
d) Hay una violencia competitiva: se quiere pasar antes que los otros, ser atendido primero, destacarse, tener más dinero, más poder, aunque sea pisoteando a los demás.
2. Hay también una violencia doméstica:
a) La violencia doméstica se expresa a veces en falta de comunicación y de diálogo, indiferencia, frialdad, egoísmo.
b) Son frecuentes las desavenencias, peleas, malos tratos entre marido y mujer. Quedan muchas actitudes machistas, de prepotencia masculina indebida. A veces hay un feminismo mal entendido.
c) Suele haber también violencia con los niños, exigencias excesivas, castigos desproporcionados. O de los hijos con los padres: rebeldía, insolencia, abandono o mal trato de los padres ancianos.
3. Hay una violencia social que se desarrolla a mayor escala:
a) Una forma de ella es la delincuencia: atracos, cogoteos, robos, violaciones, homicidios.
b) Una forma particularmente dramática es el terrorismo, que utiliza como medios para lograr fines políticos u otros, el sufrimiento de seres humanos, de la víctima y de su familia, la angustia...
c) Hay una violencia institucionalizada o establecida, que suelen no advertir los que la ejercen o se benefician con ella, porque está incorporada a las leyes o a las costumbres y cuya responsabilidad es más colectiva que individual. Esta se observa especialmente en el campo económico-social.
d) Hay una violencia política, que consiste en querer imponer un determinado proyecto político, impidiendo la proposición de proyectos distintos o discrepantes y silenciando las voces disidentes.
e) Hay una violencia revolucionaria, que procede, o de la convicción de que las propias ideas no podrán triunfar dentro del régimen establecido, o de que nunca se logrará convencer a la opinión pública para que les dé el apoyo necesario.
f) Hay una violencia represiva que, más allá de la legítima defensa del orden público y del bien común, usa o tolera la violación de los derechos humanos -arbitrariedades, torturas… - ya sea para obtener información, ya sea para crear un clima de temor que desaliente o dificulte cualquiera manifestación opositora.
g) Hay una violencia contenida, que no aparece al exterior. pero que prepara un posible estallido de violencia.
h) La forma más radical y temible de la violencia es la guerra, que legitimiza en alguna manera todas las violencias contra el que se declara enemigo, y en especial la muerte de las personas y la destrucción de los bienes. La llamada guerra fría, si bien no trae consigo de inmediato muerte ni destrucción, constituye un peligro de llegar a ella, frena el desarrollo de los países y especialmente de los sectores económicamente más débiles, al exigir la mantención de fuerzas armadas considerables y un gasto enorme en armamentos, lo que significa grandes impuestos y menores recursos para educación, vivienda, salud...
4. Hay violencia en los medios de comunicación social:
a) En primer lugar está la exhibición permanente de la violencia, incluso de la crueldad y del sadismo: filmes de guerra. \"westerns\", artes marciales: kárate..., riñas -por ejemplo la serie de James Bond-, crímenes, noticiarios con detalles morbosos...
b) En segundo lugar está la apología de la violencia, cuando un hombre realiza, con la fuerza de sus puños o la precisión de sus ref1ejos, hazañas imposibles, o cuando se exalta al que se hace justicia por sus propios medios.
c) Hay por último una violencia moral, cuando se ataca a las personas o a los grupos, cuando se les calumnia, cuando se crea un clima de odio, de desprecio, de sospecha en torno a ellos, sin aceptar el derecho a la autodefensa y a la réplica.
2. CAUSAS
a) Una causa de la violencia es la falta de control o el manejo inadecuado de la propia agresividad.
b) Otra causa es el ansia de dinero o de poder, el egoísmo; el espíritu competitivo que sale de los marcos legítimos; la envidia de los que son, saben, tienen o pueden más que uno.
c) Causas de violencia pueden ser la insatisfacción, las frustraciones, la desesperación por lograr de cualquier manera lo que no se ha podido lograr por los medios legítimos.
d) También engendran violencia el temor, la angustia y la inseguridad en uno mismo.
e) Es causa de violencia el odio, el rencor, el deseo de venganza, la voluntad de hacerse justicia por los propios medios.
f) También son causas de violencia el desprecio del ser humano, el menosprecio de la vida, la insensibilidad ante el dolor ajeno.
g) Finalmente, en el origen de la violencia suelen estar la mentira, la ignorancia o el error, que nos presentan como objetos de odio a quienes en verdad no lo son, y engendran el sectarismo y el fanatismo.
3. TEXTOS BIBLICOS (Pbro. Antonio Moreno)
a) del Antiguo Testamento
Gén. 3,16: Origen de la violencia en el pecado.
Gén. 4,1-16.23-24: El pecado establece a la humanidad en una actitud que es de violencia homicida (fratricida).
Gén. 6, 11-13: La violencia vicia, corrompe la creación y atrae el juicio de Dios.
Gén. 9, 1-7: La bendición de Dios es para la vida. La primera ley de Dios es para prohibir la violencia destructora de la vida.
Ex. 20, 1-17: El Decálogo exige al miembro del pueblo de Dios renunciar a todo tipo de violencia contra el prójimo.
Ex. 22, 20-26; 23,6-9: \"No oprimirás al prójimo, porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto\".
Dt. 16,18- 20: Los jueces deben garantizar la justicia, condición de vida.
Dt. 24, 10 -15.22: No explotar al prójimo ni defender el derecho propio violentamente.
1 Re. 21: Intervención profética frente a la violencia infligida al débil.
2 Sam. 12, 1-10 .13: Tú has matado; por eso la espada no se apartará de tu casa.
1 Crón. 28, 2-3: \"No edificarás tú la Casa a mi nombre, pues eres hombre de guerra y has derramado sangre\".
Is. 2,1-5 (Miq. 4, 2-5): En la era mesiánica reinará nuevamente la paz que excluye toda violencia. \"Forjarán de sus espadas azadones y de sus lanzas podaderas\".
Is. 1, 11-17: Yahveh no acepta los sacrificios y oraciones que vienen de injustos violentos.
Is. 9,4: El nacimiento mesiánico trae el fin de la violencia.
Is. 11, 1-9: La era mesiánica se caracterizará por la justicia hacia el débil y la paz universal.
Is. 52, 13 - 53,12: El Siervo de Yahveh sufre violencia pero El mismo es manso.
Is. 60,1-3. 17-18: En la Jerusalén mesiánica no habrá violencia.
Amós 1- 2: Dios es inflexible contra los culpables de violencias injustas, sean de donde sean.
Amós 4, 1-3: La vida de goce desenfrenado es opresión del pobre.
Sof. 3, 11-13: El Resto de Israel será un pueblo humilde que no vivirá de la injusticia.
Zac. 9,9-10: El Rey mesiánico vendrá con los signos de la humildad y la paz.
Ps. 12,2-6; 18,49: Yahveh, defensor del pobre oprimido.
Ps. 46, 9 -11: Yahveh establece la paz.
Ps. 140: Yahveh es quien libra del violento.
Sab. 5, 1- 8: Juicio contra los que afligieron al justo.
Sab. 2, 10- 20: Los impíos discurren la opresión del justo.
b) del Nuevo Testamento
Jn. 8,44: Violencia y mentira caracterizan al Diablo.
Apoc. 13, 1-18: Violencia y mentira caracterizan al poder totalitario que se endiosa.
Jn. 2,13-22: Jesús no ha venido para traer un orden y una paz engañosos.
Mt. 23,25-36: Hipocresía y violencia de los fariseos que quieren aparecer como respetuosos cumplidores de la Ley.
1 Pe. 2,18-24; Le. 23,34: Soportar la violencia que hacen a uno sin responder con la misma moneda, a ejemplo de Jesucristo.
Mt. 6,12-14: Perdónanos, Padre, como nosotros perdonamos.
Mt. 18,22: Perdona hasta setenta veces siete.
Mt. 5, 38-48: Amad a vuestros enemigos. Si no, ¿en qué os diferenciáis de los que no tienen fe?
Mt. 4, 1-11: Jesús ha resistido la tentación de establecer el Reino por medios mágicos y violentos.
Lc. 22, 47- 53: Jesús no es un \"bandido\" (seguramente \"zelote\"), que emplee la violencia y la intriga.
Lc. 9, 54s.: El Reino de Dios no se establece por la brutalidad. Sólo el amor puede establecer la reconciliación.
Mt. 5, 1-12: Bienaventurados los mansos.
Mt. 26, 52: Los que manejan la espada serán destruidos a espada.
Mt. 20, 25: No oprimir como lo hacen los jefes de las naciones.
Rom. 12, J 4- 21: Vence el mal con el bien.
4. TEXTOS MAGISTERIALES (Exequiel Rivas)
Juan XXIII: Mater et Magistra (Ns. 162,205,
206,215-217), 1961;
Juan XXIII Pacem in Terris (Ns. 35, 63, 91
-97,109-119), 1963. –
Vaticano II: Gaudium et Spes (Ns. 79, 83), 1965. –
Paulo VI: Populorum Progressio (Ns. 31,32), 1961;
Paulo VI Evangelii Nuntiandi (Nº 37), 1975;
Paulo VI Mensajes para las Jornadas de la Paz, 1968-1978.
Conferencia de Medellín: Paz (Ns. 15,16,19), 1968;
Conferencia de Medellín Juventud (Nº 3), 1968. –
Conferencia de Medellín Obispos de América
Latina: La no-violencia evangélica, fuerza de liberación, 1977.
CECH: Fe cristiana y Actuación política (Ns. 56-58), 1973;
CECH Declaración del 13 de septiembre, 1973;
CECH La Reconciliación, 1974; Evangelio y Paz, 1975; CECH Nuestra Convivencia nacional (Ns. 3, 6-9), 1977.
5. DOCTRINA (Mons. Cristián Precht)
I) Introducción
Después de haber reflexionado sobre la familia y el sexo, y sobre el sentido del dinero, creemos oportuno ofrecer algunas orientaciones sobre el problema de la violencia, desde la perspectiva pastoral que nos compete. Reconocemos la complejidad del problema y, por lo mismo, más que un documento acabado, quisiéramos ofrecer un material de trabajo que permita reflexionar a nuestras comunidades y asumir la actitud de constructores de la paz, que corresponde, por vocación, a la Iglesia de Jesucristo. Pero, más allá de las complejidades del razonamiento, sentimos una enorme simpatía por todos los esfuerzos que hagan primar los caminos de la razón sobre nuestros instintos de destrucción. Sentimos un profundo respeto por todos aquellos que están dispuestos a perder su vida antes de arrebatarle la vida a un hermano y por los que han descubierto y puesto en práctica la no-violencia activa como una forma de luchar contra la injusticia y de buscar la paz entre los hombres. En fin, nos alegramos profundamente al constatar que nuestra preocupación pastoral coincide con el lema que el Papa Paulo VI ha señalado a las Jornadas de Paz que inauguran e inspiran el año 1978: \"¡No a la violencia, sí a la paz!\"
2) Reflexión Doctrinal
Finalmente, y en forma sucinta, quisiéramos aportar algunos elementos de reflexión doctrinal sobre la violencia, que permitan un juicio más acabado sobre los hechos de violencia que, a diario, atestiguamos.
1. La violencia se entiende fundamentalmente como la fuerza física que se ejerce sobre otro contra la voluntad de éste. Es un dato de la existencia humana, una realidad objetiva y, en parte, inevitable.
Allí está, dentro de nosotros mismos y en la sociedad. Podemos encauzarla, disminuirla, racionalizarla, pero no suprimirla del todo. Basta recordar la necesidad de la fuerza pública, que debe facilitar y defender el derecho de las personas, la cual es una cierta forma -legítima- de violencia.
2. Constatamos también que, dentro de los seres humanos, hay un sentimiento profundo que los hace desear la paz, la armonía, la convivencia de amigos y de hermanos.
Normalmente el hombre no desea la violencia. Las más de las veces ésta es causa de dolor para el que la produce y para el que la padece.
Sólo si se la supera o se la emplea debidamente controlada y en ciertas condiciones, en defensa y promoción de la paz, sólo entonces es causa de alegría y de vida.
3. Quiere decir que la calificación moral de la violencia depende de cómo y al servicio de qué esté puesta.
Puede haber violencia justa, por ejemplo, cuando un hombre defiende a otro hombre que es atacado violentamente.
En los hechos, es el caso menos frecuente. Es mayor en el mundo el número de violencias injustas, por ejemplo, cuando se hiere y mata por ira, cuando se utiliza la tortura so pretexto de averiguar la verdad, cuando se mantiene a los pobres sin sus derechos y se reprime todo intento de reclamarlos.
De lo dicho se desprende que hay violencia personal y social y que ambas pueden ser justas o injustas.
4. Para poder discernir la justicia o injusticia de una violencia es fundamental hacer un análisis histórico de cada situación, para lo cual, además de los datos y métodos que pueden aportar las ciencias, habrá que poner en juego algunos criterios como, por ejemplo:
- el fin perseguido tendrá que ser justo, es decir, buscará el bien del otro y no de sí mismo;
- los medios usados deben ser tales que ya estén haciendo la justicia
del fin, porque el fin está escrito en sus medios y es ilusión creer que medios injustos producirán un fin justo, casi por magia.
5. Un caso en que se ve la necesidad de un análisis concreto es el de la guerra. Los medios de la guerra actual han cambiado de tal manera que ya no es posible referirse a la \"guerra justa\" en los mismos términos que hace mil años atrás.
\"Al emplear en la guerra armas científicas de todo género, su crueldad intrínseca amenaza llevar a los que luchan a tal barbarie, que supera enormemente la de los tiempos pasados\" (Vat. II, G. et S., Nº 79).
6. La violencia presenta un gran desafío para el hombre. Por una parte está su anhelo permanente de fraternidad y paz. ¿Quién puede dudar que nuestro pueblo, que nuestros jóvenes, nuestros jefes de familia, nuestras mujeres desean ardientemente la paz? Pero, por otra parte, la superación de agresividades, la moderación de su uso y la persecución de bienes justos corren siempre el riesgo de encontrar el obstáculo del pecado en sus diversas formas de orgullo, egoísmo, codicia, etc. Esto en la vida en sociedad llega a tal punto que, de hecho, puede estimarse imposible el logro de la paz por la mera y fría aplicación de una justicia objetiva. Sólo si hay muchos hombres dispuestos a convertir su corazón y a renunciar con generosidad a lo suyo, más allá de lo que sería estrictamente obligatorio, sólo entonces será posible una verdadera paz.
Y ahora volvemos a insistir. Decían los Obispos en 1975:
\"Es pacífico el que, más allá de las soluciones hasta ahora propuestas, busca caminos para el futuro, sueña utopías, procura convencer y aunar las voluntades de los hombres de esperanza en torno de un gran designio original y colectivo\" (Evangelio y Paz, Conclusión).
Esta es una de las razones de la vida religiosa y de cuantos buscan el seguimiento extremo de Jesús más allá de lo que está mandado. Ellos aspiran a ser un signo que ponga en crisis los criterios corrientes de este mundo, para llevamos a asumir nuestra vida ante el absoluto de Dios.
7. La paz, la fraternidad, el gozo de la amistad, obtenidas gracias a la mutua entrega de los hermanos, llevada hasta el extremo de lo posible, es anticipo en la historia de lo que será el Reino futuro, en la perfecta comunión de los hombres entre sí y con Dios.
El mismo Jesús fue anticipando y produciendo ese Reino con sus acciones en favor de los pobres y enfermos, en sus actitudes de acogida a los pecadores y marginados, de dureza ante los fariseos, con su propia entrega, con su mensaje destinado a hacer un mundo de hermanos y de hijos de Dios.
Muchas de las expresiones de Jesús recogidas por los Evangelistas apuntan precisamente a eso: a mostrar la meta de un mundo renovado y reconciliado; y a la vez a hacer un llamado para que sus discípulos se esfuercen por hacer realidad hoy día, hasta donde les sea posible, ese reino de fraternidad
En este sentido habrá que entender palabras como éstas: \"Si uno te abofetea en la mejilla derecha, vuélvele también la otra\" (Mt. 5,39).
Asimismo nos exhorta a amar a los enemigos. No nos dice que no los tengamos, porque a menudo esto no depende de nosotros. Cristo tuvo muchos enemigos; sería presunción para el discípulo aspirar a no tenerlos; pero Cristo rogó por ellos y murió por todos los hombres, también por los que hacían violencia sobre El.
Así anunciaba un mundo sin enemigos -en el Reino futuro- ya la vez hacía lo que le era posible en esta vida por dar realidad a su mensaje.
Su propio sacrificio en la cruz fue el signo cumbre de su obra reconciliadora y la fuente de la que proviene toda paz y unidad para el mundo.
8. El llamado de Jesucristo sigue resonando para cada época y para cada hombre.
En cada vida humana y en cada situación histórica hay que buscar las formas concretas de hacer realidad esa paz.
Para nosotros, hoy día, tiene que haber un esfuerzo sostenido por detener la violencia y poner la paz, partiendo por nuestro propio corazón que anida egoísmo, rencores y odio. Se nos pide discernir lo que hay en nuestro corazón para purificarlo, rectificarlo, exponerlo al juicio de Dios y de los hombres.
Pero este esfuerzo por la paz debe llegar también a remover los obstáculos sociales y poner las condiciones de la verdadera paz.
Si no hay igualdad de trato y oportunidades para todos los miembros de la comunidad nacional y si no hay posibilidad de verdadera participación; si un sistema social impide o limita los derechos más elementales a comer, a vivir, a trabajar, a reunirse, a expresarse libremente, etc., se está impidiendo la paz y engendrando la violencia injusta y destructora (cf. Evangelio y Paz y Nuestra Convivencia Nacional).
Las mismas condiciones personales y sociales deben aplicarse cuando se trata de la paz entre las naciones.
El convencimiento de que la guerra moderna es difícilmente lícita y de que deben respetarse los derechos de todos los pueblos, debe ir unido al esfuerzo personal por considerar con afecto a las naciones vecinas y mirar como hermanos a todos los pueblos del mundo sin pretender el dominio sobre otros y sin cultivar un egoísmo colectivo que, siendo más sutil, es más peligroso que el personal.
\"Una cosa es utilizar la fuerza militar para defenderse con justicia y otra muy distinta querer someter a otras naciones\" (Vat. II, G. et S., Nº 79).
9. No trata Jesús expresamente de los métodos no-violentos para presionar a quienes tienen el poder. El se refiere más bien a los fines y nos deja a nosotros la tarea de elegir los medios
Pero sin duda que la no-violencia activa, sin ser obligatoria ni siempre aplicable, tiene una particular sintonía con el espíritu evangélico.
Consiste esta no-violencia activa en recibir la agresión del poderoso, no con una nueva violencia, sino con la paciencia heroica que termina por desarmar al adversario. Es la forma por la cual un pueblo puede ejercer presión por su sola fuerza moral, aceptando transitoriamente sufrir la violencia sobre sí mismo antes que hacerla en otros.
Jesús empleó una cierta violencia cuando expulsó a los mercaderes del templo, pero lo hizo sin derramamiento de sangre y en vistas a significar la grandeza del culto al Padre. \"Sobria utilización de la violencia de la autoridad legítima al servicio de la más estricta justicia\" (Evangelio y Paz, I, 3).
Pero mucho más enfrentó con valor la violencia de sus enemigos, para poner las semillas de una paz profunda y duradera.
Al actuar así no estaba señalando un camino político para el pueblo en general, sino que mostraba a la Iglesia el camino de la fuerza moral para enfrentar la persecución.
6. POLITICAS
1. Defender los derechos humanos,
- en particular la dignidad y la libertad,
- por fidelidad al Evangelio.
2. Restaurar la paz:
denunciando toda forma de violencia injusta,
- convirtiendo el corazón de los hombres a la paz,
- liberando los hombres de las estructuras sociales opresivas.
3. Educar para la paz:
destacando los valores de la verdad, la libertad, la justicia y el amor, formando conciencia en contra de la guerra y de la preparación a la guerra,
denunciando el uso ilícito de la propaganda y del temor para obligar a otros a pensar y a actuar en contra de su convicción y de su conciencia.
4. Promover la paz:
colaborando en la política, con el aporte de la fe y del espíritu evangélico,
contribuyendo a la construcción de la paz, con signos concretos de esperanza,
denunciando toda discriminación injusta.
7. ESTRATEGIAS
1. Crear la Comisión Nacional de Justicia y Paz, a nivel nacional y, si es posible, a nivel diocesano.
2. Que los Organismos Nacionales del Episcopado incorporen en sus contenidos doctrinales los temas de los derechos humanos y de la justicia social y los promuevan especialmente a través de los medios de comunicación social, y que formen monitores para hacerlo.
3. Que se haga, a todos los niveles, gestos de paz y solidaridad.
4. Que el Comité Permanente del Episcopado siga velando por el respeto de los derechos humanos y denunciando, en nombre del Evangelio, las violencias que pudieran ocurrir.
5. Que se den a conocer a través de los medios de comunicación social
los documentos del magisterio relativos a la paz y a la justicia.
6. Que el Departamento de Laicos, la A. C. E. y el Departamento de Pastoral Juvenil procuren formar un ambiente favorable a la paz.
7. Que se busque una acción conjunta en favor de la paz internacional con los episcopados de los países vecinos.
8. Que se cree una Comisión Teológica para el estudio de la teología de la liberación.
9. Que se estudie la participación de la Iglesia chilena en los movimientos de la \"No-Violencia activa\" y de las \"Jornadas para una sociedad superando las Dominaciones\".
10. Que se organice una Semana de la Paz -con la ayuda de ILADES e INDISO- en todas las diócesis simultáneamente y que culmine con el Día de Oración por Chile, el último domingo de septiembre, en que se estudien los Mensajes del Papa para las Jornadas de la Paz y el Documento sobre Paz de Medellín.
CONCLUSIÓN
1. Los hechos expuestos en los tres capítulos anteriores provienen de la consulta hecha a las diócesis, a los organismos nacionales y a los movimientos apostólicos en la etapa anterior a la Asamblea Plenaria de septiembre 1977. Podrá discutirse su frecuencia o su importancia. Podrá señalarse otros hechos. Esta es precisamente la tarea que corresponderá a las personas o grupos que trabajen con este documento: aportar sus propios hechos, los que están viendo y viviendo, y reflexionar a partir de esos hechos.
2. Las causas que hemos anotado son discutibles: ya lo dijimos en la Introducción. Quienes usen este documento podrán analizar los hechos de una manera diferente, descubrir otras causas, rechazar las que nosotros proponemos. Nuestro documento es un punto de partida, no un punto de llegada.
3. De igual manera podemos decir que la lista de textos bíblicos señalados y que ha sido compuesta por el Pbro. Antonio Moreno, profesor de Sagrada Escritura y Decano de la Facultad de Teología (D. C.), no es exhaustiva. Cada persona o cada grupo encontrará otros textos que le servirán de inspiración.
4. Lo mismo podemos decir de la colección de textos magisteriales compilada por el Sr. Exequiel Rivas, secretario ejecutivo de ILADES. El ha anotado preferentemente las encíclicas u otros textos de los últimos Pontífices, los documentos del Vaticano II y de Medellín, y las cartas pastorales del Episcopado chileno. Sin duda hay muchos más.
5. En cuanto a la doctrina, hemos transcrito los textos redactados después de la Asamblea Plenaria de septiembre 1977- por los tres asesores Fernando Montes, Alfonso Baeza y Cristián Precht. Es probable, y así lo piden las estrategias, que se hagan otras presentaciones doctrinales, adaptadas a diversos niveles y a diversos grupos de destinatarios. Tampoco pretenden estas exposiciones inhibir la reflexión que haga cada persona o cada grupo. Representan, sin embargo, básicamente la reflexión habida antes y durante la Asamblea Plenaria de 1977.
6. En cuanto a las políticas, ellas fueron elaboradas por la Jornada Nacional de Pastoral, de enero 1978, y las hemos transcrito casi al pie de la letra. Cuentan con la aprobación de la Comisión de Obispos para la Pastoral (COP), que participó en dicha jornada y estudió sus conclusiones.
7. Las estrategias han sido ordenadas en una forma un tanto diferente pero son las mismas, substancialmente, que fueron acordadas por la Jornada Nacional de Pastoral y aprobadas por la COP.
Algunas estrategias tienen carácter nacional, vale decir, que deben ser realizadas desde un organismo nacional, para el conjunto del país, o como un servicio a cada diócesis, que podrá aprovecharlo o prescindir de él, según sus posibilidades o conveniencias.
Otras tienen carácter diocesano. Deberán entenderse como sugerencias a las diócesis.
Convendrá, sin embargo, recordar que quienes elaboraron estas estrategias eran los mismos obispos miembros de la Comisión Pastoral (COP) designados en la última A. P. para orientar y conducir la pastoral en los próximos dos años y los delegados de cada una de las diócesis de Chile -salvo 3-, la mayoría de ellos responsables de la pastoral de sus diócesis. Por lo que no dudamos que la participación de todos los estamentos de nuestra Iglesia en el cumplimiento de ellas será prácticamente unánime.
Por lo general, las estrategias propuestas pueden clasificarse en los siguientes grupos:
1) Creación o vitalización de un organismo nacional que coordine todas las acciones en un rubro determinado:
- Departamento Nacional de la Familia
- Departamento de Acción Social
- Comisión Justicia y Paz.
2) Organización de alguna o de varias Semanas Nacionales o Campañas Nacionales relacionadas con cada uno de los temas.
3) Preparación del material adecuado a distintos destinatarios y a distintos niveles.
4) Preparación de monitores capaces de utilizar dicho material.
5) Uso de los medios de comunicación social.
6) Iniciativas varias según la naturaleza de cada tema.
Corresponderá a la COP, en contacto estrecho con los Consejos Pastorales de cada diócesis, o con sus vicarios o responsables de pastoral, llevar a cabo estas políticas y estas estrategias.
Al hacerlo deberá tomar en cuenta:
1) La III Conferencia Episcopal Latinoamericana, de Puebla, que se realizará en octubre de 1978, pero que debe ser preparada en el curso de este año y cuyos resultados deberán difundirse en 1979.
2) El acto de masas previsto para 1979 ó 1980, como una culminación del Plan Pastoral, como una proclamación de los acuerdos de Puebla y como una vivencia multitudinaria y comunitaria de nuestra Iglesia - semejante al Encuentro de Reconciliación de Maipú en el Año Santo, 1974-, sobre el cual se consultará oportunamente a las bases.
3) Los planes pastorales propios de cada diócesis.
Todo este trabajo se lo encomendamos al Señor.
¡Que El purifique nuestras intenciones, clarifique nuestras ideas, nos dé humildad y fortaleza, entusiasmo y perseverancia!
¡Sea todo para su gloria y para el bien de nuestros hermanos!
Bernardino Piñera C.