Es providencial que este año el Día Internacional de la Mujer cayera en domingo. Quizás con mayor propiedad podemos dejar que la Palabra de Dios nos ilumine, nos anime, nos convierta y a ustedes, mujeres, las celebre.
Queridas hermanas, en domingo, todo se hace Eucaristía, acción de gracias. Ustedes mismas son altar de pan de vida y de pasión; de ofrenda y de vino nuevo. Desde esta imagen litúrgica y desde la Palabra, quisiera saludarlas y expresarles con sencillez mis pensamientos en esta celebración.
En la Escritura descubrimos que Jesús tiene una nueva manera de valorar a la mujer y lo demuestra en las parábolas poniendo a las mujeres como ejemplo, no como hacían los rabinos, que solo se dirigían a los hombres. Incluso, en un pasaje, Jesús se deja enseñar por una mujer, que además era pagana. Así, Jesús va eliminando tabúes y corrige la imagen de la mujer. Y a lo largo de la historia comprendemos que nos dice que la dignidad primera de la mujer, es seguirlo a él como su discípula.
En el trozo de la Carta a la comunidad de Corintio de la liturgia de hoy, escuchamos: “Nosotros predicamos a un Crucificado, escándalo para unos, locura para otros”. Les invito a vivir desde su ser de mujeres, con pasión radical a este Cristo que no responde a los limitados y sesgados criterios humanos. Sean locura y positivo escándalo en medio de nuestra diócesis, desde donde estén y en lo que hagan; testimonien con valentía al Crucificado, especialmente en medio de la adversidad de las contrariedades, de la vida y de la fe. “Porque, nos dice el mismo san Pablo, la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres y la debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres”. Sean entonces, mujeres de Dios.
Del Evangelio de hoy aprendemos que para encontrarse con Dios, no basta entrar en un templo. Es necesario acercarse a Jesús, entrar en su proyecto, seguir sus pasos, vivir con su espíritu. Y entonces nos podemos preguntar, ¿Quién ayuda a las mujeres de nuestros días a encontrarse con Jesús? ¿Quién se esfuerza por comprender los obstáculos que encuentran para vivir su fe en Cristo en paz y con salud? ¿Quién valora la fe y los esfuerzos por proteger la vida de ustedes, la de sus hijos, los de ahora y los por venir? Quizás por mucho tiempo los varones pensamos que éramos nosotros, me parece, queridas hermanas, que hoy es una misión que tiene un fuerte desafío desde lo genuinamente femenino.
Queridas hermanas de la Diócesis de Valdivia, deseo que todas encuentren en su Iglesia, nuestra Iglesia -la de mujeres y hombres creyentes-, la acogida, la valoración y la comprensión, que sus hermanas en el evangelio, encontraban en Jesús. Que sepamos mirarlas como las miraba él. Porque somos cada vez más consientes de que, con frecuencia, ustedes son las que con su fe en Jesús y su aliento evangélico sostienen la vida de nuestras comunidades cristianas, de nuestras familias, de nuestra sociedad.
¡Gracias a todas!. Quiero saludar particularmente a las mujeres madres, de modo especial a aquellas que a pesar de las dificultades, de diverso tipo, deciden tener sus hijos, porque descubren que ellos son un regalo de Dios. A las jefas de hogar, que con esfuerzo llevan adelante su tarea de construir una familia.
En este año de la Vida Consagrada, saludo de modo especial a las hermanas presentes en distintos puntos de la geografía diocesana, presencia generosa y dedicada, con la que testimonian su predilección por el Señor al que han entregado sus vidas y por hacer brillar el carisma legado por sus fundadores y plasmados en las obras que llevan adelante entre nosotros.
Mi oración y compromiso queda con todas ustedes, mujeres de Valdivia; seguiremos celebrando juntos este día para hacer memoria agradecida del Dios con entrañas maternales, que nos ha revelado Jesucristo con el misterio de su Pascua, de cuyo amor nadie está excluido.
Les bendice con afecto de pastor,
Ignacio Ducasse Medina
Obispo de Valdivia
Valdivia, 8 de marzo de 2015
Mensaje Iglesia Catedral
Día Internacional de la Mujer.-