Queridos hermanos y hermanas en Cristo, ésta es la noche de las noches, es la noche manantial de la iglesia convocado para anunciar el evangelio de Cristo resucitado, es la noche original de la nueva creación, la que nos devuelve la inocencia en la que fueron criados nuestros primeros padres, Adán y Eva, es la noche de Cristo, el nuevo Adán y de la Virgen María, la nueva Eva.
Al igual que la noche de navidad, también esta noche pascual es noche de paz y de amor, de la paz y el amor que nos trae Cristo resucitado con las huellas de su pasión dolorosa y cruel.
Por eso queridos y queridas hermanas en Cristo mi primer saludo es abrir los brazos para saludarlos con las primeras palabras y el primer regalo de Cristo resucitado
“la paz este con ustedes”, oh buen Jesús cuánto anhelamos la paz que nos regalaste con tu pasión muerte y resurrección, por eso la paz es un gran don que invocamos en la eucaristía
“Señor Jesucristo que dijiste a tus apóstoles mi paz les doy, mi paz les dejo, no mires nuestros pecados, sino la fe de tu iglesia y conforme a tu palabra concédenos la paz y la unidad”, la paz es lo que deseamos para nosotros penitentes, por eso en el sacramento de la reconciliación el sacerdote nos absuelve con las siguientes palabras
“Dios te conceda por el ministerio de la Iglesia el perdón y la paz”, la paz necesaria para vivir reconciliado con Dios y con los hermanos y con nosotros mismos, hay tantas personas que han recibido el perdón sacramental y que por desgracia no pueden personarse a sí mismos y no viven en paz consigo. La paz es también lo que deseamos para la humildad, que haya paz en el mundo, en Chile, en la familia. La paz es ese don que deseamos a nuestros difuntos
“que descanse en paz”, un saludo, la paz con paz es lo que anhela la mayoría de las personas de bien, es por eso esta noche quiera regalarnos esa paz para poder vivir, para poder peregrinar, para amar a los demás, a los que están cerca y a los que están lejos.
Un bello canto rompió el silencio de esta noche, para pregonar las alabanzas de lo que Dios ha hecho entre nosotros, para que se nos abriera el oído y sobre todo el corazón, y una y otra vez escuchábamos esta bella antífona alzando nuestras velas
“Esta es la noche”, si, esta es la gran noche, es la noche de la creación, la noche de la liberación del pueblo, la noche en la que el Señor ha ido calzando todas sus gestas a favor nuestro y por eso nosotros podemos decir con gozo y alegría que misterio de amor más grande el de nuestro Dios para con nosotros, para rescatarnos a nosotros que somos esclavos ha querido entregarnos a su propio hijo.
¡Oh feliz culpa que pereció tan grande el redentor! Así cantaban nuestros pregoneros, que paradoja, esto es incomprensible a la razón humana, ¿puede haber una culpa feliz? Me llama la atención en nuestro canto no está la culpa, sino en la redención de Cristo. San Pablo comprendió de modo impresionante al afirmar en su carta a los Romanos
“sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de lo que le hagan” y de acuerdo al pregón pascual y algunos dicen que el mismo San Agustín podemos añadir incluso el pecado, porque Dios no deja de llamarnos a nuestra vocación de libertad y no de esclavitud, no queremos quedarnos en el pecado y justificar la maldad, sino que confesar que incluso en el pecado Dios nunca deja de llamarnos, nunca deja de invitarnos a una conversión.
Estamos por tanto sumergidos en una sabiduría que solo el corazón misericordioso de Dios puede comprender, todo el año litúrgico girará en torno a esta noche vendita que nos ha anunciado la resurrección de Cristo. Ésta es la noche de las noches, es la noche memorial de la Iglesia y de cada uno de sus hijos, por eso los niños Israelitas en la celebración de la pascua preguntaban a sus padres
¿Por qué esta noche es diferente de todas las otras noches? ¿Por qué esta noche estamos en vela y nos vamos tarde a dormir? Y los papas iban exponiendo a sus hijos las proezas de Dios en la noche del Éxodo, en la noche de la salida de la esclavitud del hijo, hay una experiencia de vida muy profunda en donde escucharán citada en esta noche y lo hago siempre en la noche de pascua, en mi estadía en Roma en una celebración de esta noche pascual en una comunidad en camino neocatecumental los niños preguntaban a sus papas ¿porque esta noche es diferente? Y recuerdo emocionado la respuesta de una mamá joven a la pregunta de su hijo
“hijo antes de reencontrarnos con el camino cristiano en la Iglesia tu no existías, y si yo junto a tu papá no hubiésemos encontrado a Cristo tu no estarías aquí esta noche, no habrías nacido nunca, por eso esta noche es diferente, porque con tu papá hemos encontrado a Cristo y Dios Padre nos llamó a que nuestro amor fuera fecundo”, queridos hermanos y hermanas también nosotros estamos llamados a testimoniar en nuestra vida porque esta noche es diferente a todas las demás noches, la palabra de Dios al igual que el pregón pascual ilumina esta noche, ¡oh noche memorable e inmortal! El canto del pregón pascual nos llevó a través de la luz de Cristo resucitado simbolizado en este hermosísimo cirio pascual a mirar la historia de salvación a la luz del cirio pascual que iluminó nuestro templo Catedral siguió la iluminación de la palabra de Dios, porque es la noche del bautismo y de la renovación de nuestras promesas bautismales, bautismo que en la Iglesia de los primeros tiempos recibía el nombre de iluminación.
Hemos escuchado la narración de la creación cuando la palabra de Dios se eleva poderosa sobre el caos plenario, y de la desolación sombría que es el universo armoniosamente regulado, así cada día la creación es valorada por Dios como algo bueno, pero su obra principal, la creación del ser humano fue valorado como muy bueno, eso somos nosotros ante Dios “muy buenos” y “muy bellos”, porque somos imagen y semejanza de Dios, como no nos vamos a alegrar si sabemos que a cada uno de nosotros Dios nos quiere como lo más bueno de la creación, esa es nuestra vocación y nuestra verdadera identidad, por eso aprendamos a amarnos a nosotros mismos para poder así amar a Dios y al prójimo como lo manda el Señor.
También para nosotros es la afirmación de Dios a su hijo Jesús
“Éste es mi hijo muy amado”, amor que Jesús correspondió en la cruz, en el flagelo, otra paradoja, allí aparece el más bello de los hombres, la cruz, por eso la devoción y la piedad del pueblo cristiano adora la cruz y a Cristo resucitado, se identifica con el dolor porque en la vida nuestra hay muchos dolores y el pueblo sabe que Cristo crucificado conoce los dolores del corazón humano. Por eso también ayer en nuestra Catedral y parroquias hemos adorado y besado la cruz salvadora y hemos salido a las calles en procesión por nuestro Cristo crucificado. La liturgia de la palabra nos ha recordado después la narración del Éxodo y en la liberación que Dios regala a su pueblo y la oración nos hizo comprender que si grande fue haber sido liberados de la opresión de un faraón, mucho mayor es la libertad que el Señor nos ha regalado y de la que participamos en el sacramento bautismal.
Nuestra Iglesia ha sido gestora de historias, también en nuestra patria, el evangelio ha sido inspirador de los grandes valores de nuestra Chilenidad, debemos proteger este patrimonio en un contexto de nuevos desafíos por haber dado la vida del que esta llamado en el Señor en medio de la idolatría del dinero y la corrupción, de nuevas formas de esclavitud y de trata de personas, de poblaciones incluso en Melipilla tomadas por el narcotráfico y la delincuencia cada vez más complicadas, de desigualdades escandalosas, debemos luchar por una patria libre de todas estas lacras, la fe en Cristo liberador, crucificado, muerto y resucitado es nuestra coraza para hacer frente al misterio de inequidad. El profeta Isaías nos dice otra cosa muy sabia “tenemos que aplicarlo a Cristo resucitado” esas palabras de Isaías, el resucitado es el que descendió de lo alto como lluvia, corrosió del polvo a la tierra, la fecundo y ahora emerge de la tierra como vida nueva, ¿Cómo no va a ser grande nuestra alegría al contemplar que en esta noche se junta el cielo con la tierra? Podemos decir que somos una sola cosa en Dios, somos Alter Christus, otro Cristo, como afirmará San Juan, estamos vivos y resucitados en él, esa capacidad tenemos porque hemos recibido un corazón nuevo de hijos de Dios en el sacramento del bautismo.
Hermanos, hermanas esta noche permita querer renovar en nosotros el compromiso de una vida como la de Jesús, que paso haciendo el bien, no es fácil, no tenemos la gracia de Dios.
Hemos cantado, Cristo ha resucitado, y como toca nuestra vida todos los días la resurrección del Señor, ilumina nuestra existencia hoy, basta mirar nuestra patria con todos sus conflictos, también a nuestra Iglesia expuesta cada día a debates, también a nuestras familias y barrios, hay dolores y esperanzas, tiene un mensaje esta noche para las personas y familias damnificadas de Atacama, y qué decir de nuestros enfermos, de las personas cesantes, de aquellos que no encuentran sentido a sus vidas, y qué decir de un orden internacional indolente ante las masacres de hoy y de ayer como fueron hace pocas décadas los exterminios étnicos en África y en la ex Yugoslavia, y qué decir de los cristianos perseguidos y martirizados en Siria, en Irak y más de un centenar de jóvenes universitarios cristianos masacrados el jueves santo por terroristas islámicos en una universidad de Kenia, “mataron a mis amigos, pero sé que están en el paraíso porque murieron rezando a Jesús” así se expresaba uno de los jóvenes sobrevivientes a la masacre perpetrada por los terroristas que asesinaron a cerca de 150 jóvenes cristianos cuando celebraban la pasión fantina organizada por algunos cristianos de esa universidad. En medio de todo esto, esta noche santa nos recuerda que el mismo Señor que resucita de entre los muertos es el que descendió a lo profundo de la tierra, el Señor que resucita de entre los muertos no es uno que paso brillando por la vida, Jesús es el que entro al corazón de la vida de todos nosotros, es el que ha sido probado con lágrimas y con gemidos en todo, menos en el pecado como lo recordaba la carta a los hebreos de ayer en la liturgia de la cruz, es el que ha asumido de corazón la pasión y la debilidad humana, Jesús sabe lo que es el desprecio, nació en una pesebrera, el sabe lo que son las noches largas, porque tuvo una larga noche de espera, sudaba gotas de sangre, Jesús sabe lo que es la maldad y la consecuencia de los pecados de los hombres, él sabe lo que son los conflictos humanos, conoce a los pecadores y les restituye su dignidad de hijos de Dios, como a los leprosos y a la mujer adultera, en ella está llamada nuestra vocación de conversión grandes y no pequeñas. El Señor Dios nuestro que ha resucitado de entre los muertos es quien mejor conoce el corazón humano, es el que más sabe de las pasiones de nuestros sufrimientos y de nuestros dolores y por eso cuando las mujeres fueron a ver al sepulcro no solo vieron a Jesús resucitado, sino que también encontraron a la humanidad que se levantaba de entre los muertos, el evangelista Marcos nos dice “pero no dijeron nada a nadie por el miedo que tenían, será el don del espíritu santo el que les dará la valentía de comunicar y de anunciar a Cristo resucitado”, esta noche nos libera del temor que nos paraliza, Jesucristo hoy nos enseña a descubrir el sentido y el misterio de la fe, si quieres resucitar enfrenta la oscuridad, la angustia, el dolor, si quieres resucitar asume los dolores propios y también el de tus hermanos, si quieres resucitar enfrenta la enfermedad, la injusticia, las crisis personales, familiares y comunitarias, enfrenta la soledad y la equidad, no pases de largo, no pases al lado, como Jesús debemos meternos dentro de la pasión, del dolor y del sufrimiento, porque allí donde aparentemente vence la muerte ahí surge la vida, por eso la tumba esta vacía, donde los hombres condenamos al Señor para liberarnos de Él, de allí ha nacido la vida, tal como emerge la vida cuando parece que la muerte esta venciendo, allí donde está la muerte habitan los deseos de vida, allí donde hay dramas humanos como lo han vivido tantos hermanos, el año pasado en Valparaíso, en Iquique, ahora en Atacama surge la solidaridad y la caridad cristiana. Cristo con su muerte y resurrección ha inaugurado una nueva manera de vivir, digámoslo así la única manera de vivir, la manera de vivir que vence al pecado y la muerte.
En un momento más vamos a renovar las promesas del bautismo, ¿cómo nos vamos a presentar nosotros esta noche a celebrar esta nueva manera de vivir? Los invito a que miremos en lo que tenemos de semejantes, esos dolores existenciales que duelen en el corazón, todos los tenemos y necesitan ser ungidos por Jesucristo, hemos tenido ocasiones de los días santos de hacerlos más consientes de nuestras yagas, heridas propias de nuestras vidas, de nuestro cuerpo, de nuestra mente, de nuestra memoria, por eso esta noche es un llamado también a que nos miremos con misericordia, porque todos tenemos una existencia herida, de este modo podemos contemplar en el hermano y la hermana su humanidad sufriente, tal como hemos adorado a Jesucristo en la cruz, y les pido que ante todo nos miremos con misericordia al interior de nuestras familias, María santísima que él le fue anunciado por el papa atravesaría su alma, María que guardaba todas las cosas de Jesús en su corazón, María al pie de la cruz, ella ha recorrido el camino al que todos estamos invitados, ella comprendió que vio aquella verdad antes que la proclamara San Pablo, entonces con él morimos, con el viviremos; entonces con él sufrimos, con él reinaremos. Amén.
+ Cristián Contreras Villarroel
Obispo de Melipilla
Secretario General de la Cech