Señor director:
Con júbilo ha sido recibida la encíclica del Papa Francisco Laudato Si`. Nos ha preguntado respecto de nuestros actos en relación con la madre tierra, haciendo ver que el estilo de vida que lleva un sector de la población es incompatible con el respeto a la naturaleza y no va en la dirección correcta para superar las indignantes inequidades que existen entre los seres humanos.
Nos pregunta con claridad qué mundo le queremos dejar a las futuras generaciones y nos invita a emprender un camino que implica repensar el sistema económico y nuestro modo de vincularnos con toda la creación. La Encíclica, al referirse al Planeta Tierra, vuelve a recordar aspectos fundamentales respecto del trato que merecen los seres humanos al interior de ella. Además de pedirnos a cada uno, con urgencia, trabajar para superar la pobreza, nos recuerda valores fundamentales a la hora de pensar en un auténtico respeto por la ecología.
Nos dice, por ejemplo, que “culpar al aumento de la población y no al consumo extremo y selectivo de algunos es un modo de no enfrentar los problemas” (LS 50). Rechaza tajantemente que la ayuda económica a los países más pobres quede supeditada a ciertas políticas de “salud reproductiva”. Con la misma claridad le critica a aquellos que se empeñan mucho en defender las especies animales o vegetales y que no hagan lo mismo con los seres humanos defendiéndolos también (LS 90-91). Se pregunta cómo algunos pueden escuchar los gritos de la misma naturaleza si no reconoce en la realidad el valor de un pobre, de un embrión o de un discapacitado (LS 117). Esta dicotomía es el inicio del desmoronamiento de la sociedad.
En relación al aborto el Papa plantea que es incompatible por una parte defender la naturaleza y por otro lado justificar el aborto (LS 120). En esa misma línea reprende severamente a quienes cuando se trata de la naturaleza reclaman límites a la investigación científica, pero cuando se trata de embriones humanos vivos justifican que se traspasen esos límites, olvidando que “el valor inalienable de un ser humano va más allá del grado de su desarrollo (LS 136). La invitación del Papa, citando a Pablo VI, es a reconocer que el poder del hombre sobre la naturaleza es para perfeccionarla y transformarla en una hermosa morada.
Estas palabras calan hondo en este momento en que se pretende legalizar el aborto en Chile. El proyecto en discusión no les reconoce valor a algunos seres humanos en el interior del vientre de la madre. Leyendo los fundamentos del proyecto y el proyecto mismo, está claro que falta la voluntad de escuchar a la ciencia, a la Constitución del país, y sobre todo al sentido común que nos dice que lo que está en cuestión en ese proyecto es si se respeta o no la vida a un ser humano al interior del vientre materno.
+ Fernando Chomali
Arzobispo de Concepción