Queridos hermanos sacerdotes religiosos y religiosas y fieles.
En las últimas semanas hemos estado orando para pedir la lluvia necesaria para nuestros campos y ciudades. Hoy agradecemos al Señor las primeras lluvias significativas que sin duda aliviarán la angustia de muchos hermanos, en especial, nuestros campesinos y agricultores que viven directamente del trabajo de la tierra.
Quisiera, sin dejar de lado esta intención de oración, invitarlos, con igual o mayor fuerza aún, a intensificar la oración por nuestra patria, en especial por nuestros gobernantes y legisladores. En estos días están proponiéndose en el ámbito del Poder Legislativo algunas leyes que, en caso de ser aprobadas pueden causar un daño enorme e irreparable a la patria. Se trata de materias graves que afectarían directa y gravemente lo más precioso y sagrado de nuestra sociedad: la vida humana y la familia.
Una de las leyes, cuyo trámite va avanzando en el Congreso Nacional, es la llamada Ley de Aborto Terapéutico. Con la eventual aprobación de esta Ley se pondría en peligro la vida de muchos hermanos nuestros, hijos de Dios inocentes e indefensos. La experiencia de todos los países en que se legisló aprobando algún tipo de aborto es que hoy se está quitando sin límites y ‘legalmente’ la vida a cientos de miles de niños por nacer.
El mal intrínseco de estas leyes pone el derecho sagrado a la vida que es un don de Dios por debajo de otras consideraciones que son muy discutibles y con frecuencia deformadas.
Junto con la ferviente oración, ojalá que cada comunidad con respeto, creatividad y valentía ponga de manifiesto su rechazo a estas iniciativas legales y su defensa incondicional de la vida y la familia. Cualquier expresión que realicemos ha de tener cuidado de no herir a las personas que ya llevan en el corazón el dolor y el peso enorme de un aborto.
Les saludo afectuosamente en el Señor de la Vida y pongo estas intenciones en manos de la Virgen María del Carmen pidiéndole que nos enseñe a defender la vida de todos sus hijos.
+ Horacio Valenzuela Abarca
Obispo de Talca