«Porque Cristo es nuestra paz, él hizo de ambos pueblos uno solo al derribar el muro de enemistad que los separaba» Efesios 2,14.
1- Ante la inminencia del fallo del Tribunal Internacional de La Haya, los Obispos de las Conferencias Episcopales de Chile y Bolivia queremos recordar que somos dos pueblos hermanos, unidos por la fe y por la experiencia de comunión, de fraternidad y solidaridad que caracterizan nuestras relaciones mutuas y las de nuestras Iglesias. Agradecemos a Dios por la realidad de nuestros dos pueblos a quienes, como afirma el Documento de Aparecida (DA, nº.525), «la misma geografía, la fe cristiana, la lengua y la cultura han unido definitivamente en el camino de la historia». Por pertenecer a América Latina, somos una unidad geográfica y cultural que la gente de nuestros pueblos sabe reconocer y expresar a través de tantos signos de integración, relaciones interpersonales y muestras de religiosidad popular que traspasan fronteras.
2- La realidad de la unidad, que se muestra en los deseos e intentos de integración regional, no siempre coronados por el éxito, nos hace constatar también la falta de concordia por contradicciones y brechas de estridentes desigualdades y marginaciones (ver DA, nº 527). Sin embargo, nuestros pueblos tienen vocación de paz. El Papa Francisco, en el año 2014, nos recordaba que la paz «sólo es posible alcanzarla realmente y gozar de ella, como mejor calidad de vida y como desarrollo más humano y sostenible, si se asume en la práctica, por parte de todos, una determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común. Lo cual implica no dejarse llevar por el afán de ganancia o por la sed de poder».
3- Como pastores de la Iglesia Católica, queremos facilitar el conocimiento mutuo y el compartir de experiencias para superar las divisiones entre nuestras naciones. Ante la proximidad de la sentencia del Tribunal Internacional de la Haya, nos sentimos llamados a ser instrumentos de unidad, siguiendo el deseo de Cristo: «
Padre, que todos sean uno» (Jn 17,21). Invitamos a todos los católicos y a las personas de buena voluntad de nuestros dos países a acatar la sentencia con fe, paz y sensatez, espíritu constructivo y fraterno y, más allá de lo que el Tribunal decida, ejercer nuestra responsabilidad como instrumentos de integración, justicia y unidad entre nuestros pueblos, manteniendo y profundizando un trabajo común como pueblos hermanos, particularmente en favor de los más desposeídos.
Que Dios bendiga a Bolivia y a Chile
y que la Virgen María nos ayude en este camino de comunión,
cuyo más firme fundamento es la fe y el deseo de vivir como naciones hermanas.
CONSEJOS EPISCOPALES PERMANENTES
DE LAS CONFERENCIAS EPISCOPALES DE BOLIVIA y CHILE